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De lo que se ha conocido de la reunión del comité federal del PSOE han quedado claras algunas cosas. En primer lugar que el secretario general, Pedro Sánchez, sigue encabezonado en no propiciar vías de salida para que gobierne el partido que ha ganado las elecciones generales, con Mariano Rajoy al frente, puesto que ha dicho alto y claro que votará “no” a la investidura del actual presidente en funciones. 

De otra parte se ha visto que ha habido mucho postureo en las declaraciones de los llamados barones del partido durante los últimos días, puesto que la crítica ha sido menor de la esperada, únicamente se tiene noticia de la intervención de Susana Díaz, que ha dicho que el PSOE “se ha salvado por la campana”, y que ir a unas nuevas elecciones “sería una catástrofe”, pero poco más, y la verdad es que se esperaba que ella y algunos otros que están en su misma sintonía, pusieran algo de cordura en la huida hacia delante de Sánchez, que no se sabe bien dónde nos quiere llevar a los españoles, y mucho menos al Partido Socialista.
En su discurso de hoy ante el máximo órgano de los socialistas, Pedro Sánchez ha hablado de liderar la oposición en el nuevo tiempo, pero no se le ha escuchado ni una sola palabra de autocrítica a pesar de que el PSOE ha tenido los peores resultados de su historia y que únicamente se ha encontrado, gracias a que Unidos Podemos ha rebajado sus grandes expectativas, con que se ha mantenido como segunda fuerza política, pero muy debilitada, si bien la ceguera del secretario general no vea más que lo le deja su propio ego político, de hecho ha señalado que el PSOE ha salido fortalecido, y parece que hay pocos ciudadanos en España que podrían quedarse con esa singular interpretación de los resultados del 26 de junio. Esa teoría del “aquí no ha pasado nada”, aparte de no ser cierta porque se trata de cerrar los ojos a la realidad, beneficia muy poco a las siglas del PSOE.
El sentido común indica que mantener la posición firme de votar en contra de la investidura de Rajoy es, en este caso concreto, no atenerse a razones de gobernabilidad por activa o por pasiva. Hemos conocido la opinión de líderes históricos como González y Guerra, y algunos otros dirigentes, aunque creo que se han quedado en minoría en el comité federal, o es que Sánchez guarda un as en la manga del que nada se conoce y tiene algo entre manos que no quiere hacer público, porque su actitud no es entendible en un político con sentido de estado y desde la responsabilidad. 
Si hubiera que llegar a unas terceras elecciones el PSOE supongo que lo pagaría especialmente caro, entiendo pues que su papel es primero favorecer que el PP llegue a gobernar cuanto antes, y segundo, convertirse en el principal partido de la oposición y desde ese lugar fortalecer, ahora sí de verdad, el proyecto socialista puesto que este país necesita de esta fuerza política renovada y con nuevos bríos.
En cierto modo lo que está pasando es una consecuencia de la tranquilidad económica que ofrece la política a los parlamentarios a estos niveles de arriba. Tal vez si todos estos personajes de quienes depende la gobernabilidad del país no cobraran sus sueldos hasta que la situación no estuviera normalizada, se darían más prisa en vez de jugar de esta manera con los intereses generales de todo un país que está perplejo y harto de tantas veleidades.
Ya sabemos que es Rajoy el que tiene que trabajarse la investidura y que no se puede responsabilizar al resto de los partidos de que el actual presidente en funciones sea más o menos habilidoso para establecer alianzas, pero hay que contar con las matemáticas. A lo mejor resulta que el PSOE no es necesario ni siquiera para abstenerse, pero de ser así, habría que actuar con altura de miras porque no se trata de facilitar las cosas a Mariano Rajoy, sino de impedir que siga el espectáculo de un país que no encuentra el camino para la gobernabilidad y que tiene que acudir a las urnas gastando una pasta que podría dedicarse en otras atenciones, y todo por una visión partidista, por tanto mezquina, de la realidad de las cosas.
En todo este panorama Pedro Sánchez no añade por el momento más que incertidumbre y desasosiego, no es un político como los que España necesita en este momento, que asuma su papel tal cual es, no como él quiere verlo, y sea más estadista que socialista, más ciudadano preocupado por su país que un aspirante a gobernar a toda costa un país y un partido que a lo mejor no lo merecen.

Foto:
Pedro Sánchez, en el comité federal del PSOE.

 

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