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Han tenido que pasar varios meses desde el primer anuncio, ha sido un parto difícil y sujeto a vicisitudes de diversa naturaleza, pero el presupuesto municipal para este ejercicio de 2017 ya está aprobado. Resulta entendible que desde los grupos de la oposición se hayan expresado recelos. Las cuentas son bastante discutibles y el proceso para su elaboración complicado, hasta llegar al plácet del Ministerio de Hacienda. Nadie le arrendaba las ganancias al alcalde, pero sobre todo al concejal de Hacienda, Manuel Bonilla, que a pesar de todo pienso que ha estado por encima de las circunstancias, porque ha tenido que cuadrar el círculo y a estas alturas nadie se puede llamar a engaño, los presupuestos, en el Ayuntamiento de Jaén y en cualquier administración que se precie, todos sabemos que constituyen el arte de lo posible. Ni los políticos ni los técnicos pueden hacer milagros cuando la situación es la que tiene el Consistorio jienense. Por eso prefiero que haya un presupuesto de dudosa credibilidad a que no exista el documento que marque la hoja de ruta de la tarea municipal. El panorama no está para tirar cohetes, pero aunque sea administrar la pobreza severa, casi rayana a la indigencia, mejor es tener un marco, aunque sea pura fantasía. En Jaén hemos sabido mucho de eso, que nadie se rasgue las vestiduras.

En esta situación se ha retratado muy bien el alcalde, Javier Márquez, cuanto más político es, y ya hemos comentado que se ha incorporado plenamente al club, avalado por el cada vez más cuestionado Fernández de Moya, –que ha dejado el partido en carne viva, como dejó el Ayuntamiento y ha dejado las relaciones con el jefe andaluz Juanma Moreno, al que en el fondo le gustaría suceder, porque es una espina clavadita en su ambición política-, más se aleja de la realidad, por lo menos de esa realidad que una inmensa mayoría reconocemos. No es nada extraordinario, es un síndrome que acompaña a los políticos, cuando en vez de apreciar lo que de verdad ocurre, acarician una ciudad imaginada. Es la expresión feliz de Charles Darwin: “No puedes depender de tus ojos cuando tu imaginación está fuera de foco”. Es como el soldado que tenía el paso cambiado y la madre quiere hacernos entender que quienes llevan el paso cambiado son todos los demás que participan en el desfile. Pues esto más o menos le ocurre ahora a nuestro alcalde, que se ha colocado a la defensiva y como diría Théophile Gautier “en la lucha contra la realidad tiene solo un arma: la imaginación”. Se le ha nublado la visión, y hasta es capaz de ver, en esa especie de ceguera que es como un virus muy complicado de inocular, porque su fortaleza es su fe ciega en que está en posesión de la verdad, él ve una ciudad y los demás, muchos de los jienenses, vemos otra. Esto es sencillamente lo que ocurre.

DEUDA, ¿A CÓMO TOCAMOS?

Ahora PP y PSOE en el Ayuntamiento se han enfrascado en otra guerra, y van…un debate que tiene alguna significación por la importancia de las cifras pero que no conduce a nada. Los socialistas defienden que el Consistorio tiene una deuda de 750 millones de euros y el PP que es quien gobierna, la cifra en 200 millones menos, en 550. Cualquier ciudadano lo que seguramente piensa es si no hay mecanismos para evitar que cada cual nos quiera vender su moto y sepamos de verdad no lo que debe el Ayuntamiento, sino lo que debemos los jienenses, porque esa deuda no la van a pagar los políticos, estos y los anteriores, de sus bolsillos, como seguramente debería ocurrir, quiero decir todos los que han contribuido a aumentarla de alguna manera, sino que ha de ser satisfecha durante muchísimo tiempo por los ciudadanos y lo menos que debemos saber es a cómo tocamos y en cuántos años podremos liquidar esa auténtica barbaridad de millones en que nos han endeudado. Y si fuera a cambio de una ciudad de dulce, atractiva, ambiciosa, con infraestructuras, una capitalidad ejerciente y todo lo demás, tendría sentido y lo aprobaríamos sin vacilar, pero endeudarnos para no poder presumir de capital, esto no solo es para lamentarnos, es que casi es de juzgado de guardia.

El caso es que en esta coyuntura de ruina económica, en lugar de haber puesto los medios para consensuar salidas, que es lo que todos nos prometieron al constituir la actual Corporación, y no han cumplido, salvo algunos brindis al sol para justificarse, ahora andan enfrascados en la pelea en esta ciudad imaginada en la que el alcalde se ha dejado llevar por la euforia, por lo que le gustaría que pasara en lugar de lo que pasa en realidad. Tiene mérito que en esta situación insostenible el regidor se jacte de que el Ayuntamiento mejora sus resultados económicos, y que si la oposición lo que pretende es que el Consistorio se caiga, esto no va a ocurrir. Vende humo también el alcalde cuando sueña despierto y se hace creer a sí mismo que es posible encarrillar el déficit, y es que no me cabe la menor duda de que determinadas posiciones abducen a las personas y las hacer concebir unas expectativas completamente ilusorias. 

LA CIUDAD ME AGOTA

No les voy a negar, por lo dicho y por todo lo demás que los jienenses conocen, que esta ciudad me agota. Seguimos dando vueltas a los mismos asuntos, la actualidad en Jaén es como una noria, siempre los mismos problemas dando vueltas sobre el escenario de la capital. Que los 27 concejales del Ayuntamiento a estas alturas no hayan sido capaces de forzar un camino único para dar viabilidad al problema número uno de Jaén, es una situación relevante y digna de ser tenida en cuenta. Me consta que no todos tienen la misma responsabilidad, pero por activa o por pasiva, a todos corresponde dar explicaciones, al menos eso, dar cuenta a la ciudadanía, para que lo sepamos con toda nitidez, dónde está el obstáculo. A la hora de votar posiblemente sea un dato de utilidad.

En estas estamos cuando el alcalde, en su nueva apuesta política, ya digo, con una ciudad imaginada frente a la ciudad real, introduce gestos. Esta semana ha sido el bando para que se cuiden los solares privados abandonados y lo ha acompañado con la llamada a los propietarios de mascotas para que se cuiden de los excrementos, sobre todo de perros. Supongo que será el principio de otras muchas actuaciones que se esperan de un Ayuntamiento que se ha olvidado de su tan cacareada micropolítica, y por cierto la imagen que proyecta la ciudad, la suciedad sobre todo, precisan de mucha contundencia en las actuaciones. Al concejal Juan José Jódar se le ve dispuesto, creo que está haciendo una buena labor, porque aterriza en los sitios donde le llaman y donde no es requerido, lo veo activo, pero es mucho lo que hay por hacer. Ya que ha empezado el alcalde por estos dos temas podría seguir, por ejemplo exigiendo que funcionen los temas de seguridad y que no tengamos que asistir a protestas como la de los vecinos de la emblemática Plaza de San Ildefonso, que con el slogan “Aquí no hay quien viva”, colgado de los balcones, para que todo el mundo lo vea, plantea un problema de incivismo que no es extraordinario de este lugar, sino que por el contrario está muy extendido. El Ayuntamiento tiene instrumentos para garantizar una ciudad tranquila y por lo menos al gusto de una inmensa mayoría. No es fácil, ya, pero la autoridad está para ejercerla, de buenas maneras, pero las normas están para cumplirlas.

Si quiere seguir actuando, para demostrar que tiene capacidad de iniciativa y que la ciudad no se le ha ido de las manos, hay mucho que hacer todavía. Los cajones tienen que estar llenos de la reivindicación de los colectivos de todo tipo que existen en la ciudad, y hay una cantidad elevada de mociones que se aprobaron en su momento y que no se han llevado a la práctica. Y competencias de áreas municipales que hay que desarrollar, al menos las que no necesiten tanto inversiones como voluntad política… Pues eso, en esa lucha permanente estamos, asistiendo un tanto como convidados de piedra, entre la ciudad imaginada y la ciudad real que se nos muere a pedazos porque, y no trato de vender alarmismo, la política hasta el momento no ha sido capaz de sacarla de ese pozo en el que se encuentra y del que esa misma política, en su expresión más nefasta, la ha colocado, y que cada palo aguante su vela. ¿Quién habló de la imaginación al poder? Nunca hubo imaginación en el poder” (Jean Bandrillad). Espero y deseo que esta ciudad encuentre su rumbo, será bueno para ella, y de paso, para nosotros, los jienenses, que no solamente somos los sufridores, también los que tenemos que pagar la barra libre de una política municipal engañosa, fantasiosa, inconsciente, y en algunos casos puede que hasta delictiva. Javier Márquez lo que ha hecho es recoger toda esta herencia. Creo que hace esfuerzos como para empezar de nuevo, pero el peso del que se ha cargado es enorme. Como diría Alfredo Bryce Echenique y se le puede aplicar al bueno de Márquez, «miento por diversión, entretengo con mis mentiras, con mi visión exagerada de la realidad. Es imaginación, fantasía. Engañar es otra cosa. Ni mis personajes ni yo engañamos, más bien somos engañados». 

Foto: Javier Márquez, alcalde de Jaén.

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