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El portavoz del Grupo Municipal del Partido Popular en el Ayuntamiento de Jaén, Manuel Bonilla, acaba de exigir al alcalde, el socialista Julio Millán, que “traslade al Gobierno la vergüenza de los servicios ferroviarios de Jaén”. Últimamente el anterior responsable de la Concejalía de Hacienda está recordando a través de iniciativas asuntos pendientes que dependen del Gobierno de la nación. Siempre pasa igual en Jaén, es menos habitual que los populares se dirijan con exigencias al gobierno de la Junta, porque son del mismo color político, de la misma manera que es impensable que los concejales o parlamentarios socialistas se atrevan a dirigirse con reivindicaciones a Pedro Sánchez y sí cargan contra el gobierno de la Junta, y ya sabemos lo que ha ocurrido cuando se han atrevido a levantar la voz, sobre todo Reyes y Millán, a propósito del fracaso del Plan Colce, que ya les han mandado callar. De todas maneras me parece buena la propuesta, por intentarlo que no quede, de Manuel Bonilla, en el sentido que la plantea, y consiste en aprovechar la unidad de todos los grupos políticos que ha habido con la base logística, aunque al final hayan surgido discrepancias, y demandar todos juntos servicios de trenes para la capital jienense propios del siglo XXI en el que estamos. Bonilla cree que además se cuenta con respaldo social, porque hay clara conciencia ciudadana de que una de las principales rémoras de la ciudad es que lleva muchos años de espaldas al ferrocarril.

Cómo no recordar que echaban humo las redes sociales, como mejor termómetro para medir el grado de indignación de los jienenses, al saberse, porque ni los políticos parecían haberse enterado, que el AVE Granada-Madrid tenía que hacer un trayecto larguísimo, a todas luces incomprensible, en lo que parecía una estrategia premeditada para evitar territorio de nuestra provincia. Lo que ocurre es que aquí casi siempre reaccionamos tarde porque estamos hablando de una infraestructura proyectada hace más de veinte años, y lo verdaderamente extraño es que los políticos de Jaén no advirtieran de la barbaridad que se iba a cometer, otro asunto más en su debe. La pregunta que había que formularse directamente era ¿para qué están los políticos de Jaén?, tantos como tenemos y que nos representan en las administraciones, en los parlamentos, también en un ámbito más local, la Diputación y los ayuntamientos que tendrían que interesarse por todo lo que nos pueda afectar. Pues nada. A buenas horas, mangas verdes, para quejarnos del recorrido del AVE Granada-Madrid, cuando ya no tenía solución, y hemos tenido nada menos que veinte años para hacerlo, y los hemos desaprovechado.

Pero al menos quedaba el profundo malestar a causa no solo de este hecho de la buena nueva para Granada, que por otro lado nos alegraba porque también lo merece y ha sufrido un castigo importante durante años en materia ferroviaria, aunque lo de Jaén no tiene parangón, nos han ido desmantelando de una manera lenta y decidida numerosos servicios de trenes y las quejas, cuando las ha habido, han durado cuatro días y nadie ha protestado enérgicamente por ello, entre otras cosas porque los políticos nos han ido engañando con declaraciones grandilocuentes, como ellos bien saben hacerlo, porque son catedráticos en esa materia, y además hasta hace bien poco actuaban a sus anchas porque la sociedad civil estaba adormilada, y aún sigue pero ya bastante menos desde que surgieron colectivos como la plataforma “Jaén Merece Más”, que como no baja la guardia en sus reivindicaciones y le canta las cuarenta al lucero del alba, con argumentos, siempre con Jaén como bandera, se ha vuelto incómoda para el poder, entre otras razones porque han estado muy mal acostumbrados. Lo cierto es que Jaén no avanza y en esos días y en ese momento en que conocimos la realidad del trayecto Granada-Madrid todos abrimos los ojos y nos dimos cuenta, también la ciudadanía en general, que en la situación en que nos dejaban poco podemos confiar en el futuro, lamentablemente es así.

Toda España se enteró de los problemas de incomunicación y de aislamiento de Jaén, de que Jaén sufre abandono y que nos quedamos sin trenes por el ninguneo histórico del poder, mejor dicho, de los poderes, todos por igual. Mientras, en las redes sociales los jienenses se expresaban con toda rotundidad, frases como “que se conozca esta triste realidad”, “lejos de haber invertido en nuestro progreso, se han dedicado a ir desmantelando lo poco que teníamos”, “Jaén es la olvidada de Andalucía gracias a los políticos”, “más aislados que nunca” o “lo que se viene haciendo con Jaén es una vergüenza”. La situación era y es extrema y ahora caben dos salidas. Una pedir responsabilidades a toda la clase política de los últimos veinte años que no movieron un dedo por el ferrocarril en Jaén. Dos, exigir a los políticos que en este momento tienen el mando para que cojan el toro por los cuernos y de una vez por todas saquen a Jaén de la situación indigna en la que se la ha situado en servicios ferroviarios. Si no son capaces de conseguirlo, deberían tener la decencia política de marcharse. Por cierto, la viñeta que estuvo circulando del dibujante de Diario Jaén, Juancarlos Contreras, fue sencillamente genial, al describir en cuatro trazos lo que pintamos en el mapa ferroviario. Es decir, nada.

Pues ha pasado el tiempo y aquí seguimos con la misma angustia y desesperación de siempre, olvidados de las administraciones. ¿Dónde está el resultado de las gestiones que iban a hacerse con el ministro José Luis Ábalos, para que diera respuesta a Jaén tomando como guía el impecable por esclarecedor informe del Consejo Económico y Social de la Provincia de Jaén? Otro fracaso en la línea de flotación de esta herencia de los gobiernos que han jugado con los intereses de Jaén. De vez en cuando el personal se moviliza a la vista de que los servicios no solo no mejoran sino que han ido empeorando, en estas temporadas últimas ha sido decepcionante además de vergonzoso, impropio de la atención que merece una capital de provincia. La ¿protesta? que promovió en su día, recién llegado al cargo, el alcalde de Jaén, Julio Millán, que daba la sensación de que no era contra nadie o si acaso contra el aire, a la que también alude Manuel Bonilla en su iniciativa como un brindis al sol, y que tuvieron cuidado en la Subdelegación del Gobierno para que fuera comedida, cien vehículos solo, indigna solo recordarlo, un mal simulacro de movilización, resultó ser un engaño y un amaño, y a las pruebas me remito.

¿Dónde está la respuesta, qué seguimiento ha hecho el Consistorio después de aquella acción, con quién o quiénes se han reunido…? Pues eso, de vez en cuando Jaén, tan pacífica, tan comprensiva con los poderes, tan apática, acumula indignación y salta, pero los políticos que tienen responsabilidades ya saben que esto es flor de un día y que basta esperar pacientemente unas cuantas jornadas para que las aguas vuelvan a su cauce. Incluso las actuaciones más combativas pierden fuerza ante la evidencia. Por eso llevamos décadas, y me quedo corto, de espaldas al tren, que es igual que decir al progreso y a la modernidad. Pero, eso sí, todos nos quieren vender la moto. Inténtelo de nuevo, ahora hay más conciencia social si cabe, aunque lo más probable es que a la hora de la verdad, es decir, de los que tienen que adoptar las decisiones, nos encontremos con un muro infranqueable, un ministro que ha demostrado en estos últimos años no tener ninguna voluntad de mover un dedo por Jaén, y esto a pesar de que le han visitado parlamentarios socialistas, lo ha hecho el propio Francisco Reyes, le han formulado preguntas parlamentarias. Total, Sánchez, Ábalos, Calvo, Robles, Montero, Planas…la lista se va alargando. Algunos y algunas, aparte de los citados, ni siquiera saben dónde está Jaén. Por cierto, ya tengo preparada una lista de la Junta, que en este tiempo ya se percibe quién sabe situar a Jaén en el mapa y quién no. Se lo haremos llegar como mensaje al presidente, Juanma Moreno, que mañana estará dando una vuelta por la provincia.

Foto: La famosa caravana propomida por el alcalde, Julio Millán, recién llegado al cargo, que resultó ser un simple brindis al sol.

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