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Pues sí, enero ha sido un mes duro y febrero que acaba de echar a andar parece que no le va a ir a la zaga. Tantos buenos augurios como nos hacíamos para 2021 y hasta es posible que nos acordemos del que fue nefasto año 20. En este preciso momento la situación de la pandemia es extremadamente preocupante. A algunos políticos, como al presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, se le nota cada vez que hace declaraciones en los últimos días que ha elevado la gravedad de su diagnóstico y que clama a la responsabilidad de los andaluces para frenar esta tercera ola de incalculables consecuencias, con un trágico balance de fallecimientos y con una presión hospitalaria que no remite, todo lo contrario, de seguir así nos metemos de lleno en los peores escenarios contemplados por la Consejería de Salud, en la creencia de que no se iba a llegar a esa situación, el plan 7.500 plazas, al que nos dirigimos si no media un milagro.

Es verdad que en los últimos días parece que los casos de contagio van disminuyendo en esta deriva fuera de control, el problema está en los hospitales, de modo especial en las UCIs, está en los numerosos pueblos que se encuentran confinados, está en el proceso de vacunas que no funciona adecuadamente. Ya me dirán si sigue este ritmo cómo estaremos en el verano. Y el problema no menos grave que la severidad de la pandemia, es que en un país que hace como que funciona pero en el que da la sensación de que los responsables públicos están de espaldas a la realidad o viven una realidad paralela, y ahora metidos en campaña como si nada, con un Tribunal Superior de Justicia de Cataluña que no ve mayor problema en la cita electoral del 14 de febrero, no tenemos otra salida que la impotencia, la resignación.

Además, el presidente del Gobierno, el señor Sánchez, nos viene a decir que muy pronto aumentará nuestra movilidad, como cuando en junio nos lanzó el mensaje optimista de que ya estaba vencido el virus y que saldríamos más fuertes. El jefe del ejecutivo tiene buenos discípulos, es el caso de la ministra de Industria, Comercio y Turismo, la señora Reyes Maroto, que nos ha vendido la película de que en la próxima Semana Santa los españoles ya podremos hacer turismo, y claro, la portavoz del gobierno se ha visto obligada a rectificar. Viendo a estos políticos y contemplando a la vez el sufrimiento de la ciudadanía ante lo que está pasando, parece que no vivimos en el mismo país.

Quiero pensar que lo hacen para no caer en el alarmismo, pero no es tiempo de mentiras, ni siquiera piadosas. Y además, ahora lo imperioso es salvar vidas y a la vez tratando de causar el menor daño posible al entramado económico que en toda España, pero en nuestra provincia lo percibimos más cercano, está en situación límite. En este momento tan delicado, cómo nos gustaría tener una fortaleza política suficiente para afrontar con sentimiento y con eficacia la que está cayendo, arrimando el hombro, del primero hasta el último, y ahora me refiero tanto a gobierno como oposición, en el estado y en todas las autonomías, que no hacen nada por sumar, solo criticarse y ponerse piedras en el camino. Cómo admiro a una señora gobernante, Angela Merkel, que deja en su país el listón muy alto y que se ha ganado el respeto de los suyos y de los ajenos. Pues sí, envidia sana.

Ya en los asuntos de casa, recuerdo que hace un año por estas fechas, exactamente el 30 de enero, que quedará para los anales de la historia de esta provincia, ya se había celebrado la gran manifestación en defensa del olivar de Jaén y me quedó como balance la sensación de unidad y las ganas de pelear por lo nuestro. Pasado el tiempo creo que, una vez más, fue un espejismo, ahora con la PAC se debería mantener esa fuerza, pero ya se tambalea, la dichosa política tiene la culpa, cada vez que surge un tema trascendente para Jaén, en lugar de provocar el consenso, los partidos plantean sus diferencias y cada cual defiende su criterio, sin más. Para el PSOE la Convergencia de transición que plantea el Gobierno es la mejor, para el PP es un atraco a los intereses de Jaén. Pero no puede ser lo uno y lo otro. Pues así todo. En fin, esto viene de lejos y no tiene arreglo, esta confrontación es la culpable de que Jaén esté como está y tiene toda la pinta de que vaya a durar por los siglos de los siglos. Ahora, además de la PAC, hay expectación por la actitud que vaya a adoptar el nuevo presidente de los Estados Unidos, el señor Biden, si suprime los aranceles de Trump que tanto daño han hecho a los intereses del olivar español y jienense. Es la hora de los gestos, de la diplomacia y de ver si se nos toma más en serio.

Por cierto que felicito la iniciativa del Ayuntamiento de Carboneros y la Fundación Lumière, con esos más de 800 olivos centenarios existentes en el término del citado municipio, y se lleva algún tiempo eligiendo a una serie de apadrinamientos con los que captar fondos destinados a fines sociales, en un proyecto denominado “El Aceite de la Vida”, a cambio de recibir unas botellas del exquisito oro líquido jienense y dejar abierta la posibilidad de visitar esa explotación que se ha ornamentado y acondicionado paisajísticamente para recibir a posibles ilustres huéspedes. Entre los padrinos se encuentra la familia Obama, el expresidente y su esposa Michelle, y hace poco se incorporó también el Papa Francisco. Buena y solidaria labor con nuestro manjar como emblema.

Del ámbito municipal lo mismo que antes lamentaba la falta de unidad que preside en Jaén casi todos los acontecimientos, en lo que al menos hasta ahora no existe fisura ni se espera, es en la candidatura de la ciudad para ser sede de la base logística del Ejército. Puede parecer extraño, pero es así. En los últimos días han ido apareciendo nuevas capitales de provincia, en algunos casos andaluzas como Córdoba y Huelva, y otras como Cáceres o Zaragoza, pretendiendo optar a ese premio gordo de la lotería. Parece confirmarse que por muchos pretendientes que vayan saliendo, las dos candidaturas firmes son las de Jaén y Toledo y entre ellas ha de girar la decisión final, aunque desde Córdoba niegan la mayor. Por lo que me cuentan va a ser inminente, está al caer, y el equipo de María Cantos, la impulsora, ha conseguido que hagan mella a modo de slogan los méritos de esta capital: Jaén quiere, Jaén puede y Jaén se lo merece. El Ministerio de Defensa y el Gobierno de España tienen la palabra. No quiero ni pensar en otro desaire a Jaén, en un asunto de tanta trascendencia, y en el que hay una férrea unidad y van de la mano Ayuntamiento, Diputación, Junta y Universidad. Ya digo, ejemplar.      

Por lo demás el equipo de gobierno se ha salido por lo pronto con la suya en el conflicto con los trabajadores de Onda Jaén. El TSJA le ha dado la razón a la instancia municipal, pero cabe recurso ante el Supremo y se hará, según han anunciado los sindicatos CCOO y CSIF. El secretario general de Comisiones, Francisco Cantero, ha señalado que con la sentencia del alto tribunal andaluz «cualquier servicio que no sea de prestación obligatoria por el Consistorio puede ser extinguido y los trabajadores despedidos». Este proceso está siendo largo y duro, el equipo de gobierno del Ayuntamiento ha tenido una alegría de las instancias judiciales, donde últimamente se le habían acumulado unos cuantos disgustos, el caso es que se han alineado los astros y a la plantilla de Onda Jaén, sufridora de las nefastas decisiones políticas desde el mismo momento de su creación, le va a seguir tocando jugar la última baza.

Hablaba antes de confrontación y el ejemplo más notorio es el tranvía. El alcalde y el presidente de la Junta se mantienen al margen, pero los partidos, sus partidos, no hacen más que meter cizaña, es lo que siempre han hecho y por eso, lo repetiré una vez más para que se enteren, Jaén está como está. Dicho lo cual pues claro que ya es hora de que se ponga en marcha el tranvía, que han pasado diez años y unas vicisitudes políticas de suficiente entidad para que tuvieran que dar explicaciones todos los que en cualquier momento han actuado de mediadores. Hoy se ha suscitado debate en la Comisión de Fomento del Parlamento andaluz. Juanma Moreno ha dicho últimamente que el tranvía estará funcionando este año, y parece que el alcalde es de la misma opinión. ¿Este año?, ya me gustaría, pero perdonen que no me lo crea, aunque he visionado un video del grupo de Ciudadanos en el Ayuntamiento apuntándose también el tanto y tratando de hacer ver que si hay tranvía en este mandato es porque están ellos en el Consistorio.

Pero a lo que iba, largo me lo fiais. Primero, porque esto se lleva oyendo desde hace unos cuantos ejercicios y ya no es fácil creer en la engañosa euforia política, y segundo, porque la puesta en marcha del sistema tranviario no es algo que se pueda llevar a cabo de hoy para mañana. Hay que firmar el convenio, que se viene resistiendo, y eso que el Ayuntamiento ha reconocido que tiene partida para aportarla, a pesar de que no hay presupuesto para este año 2021, y van…Por otro lado hay unos pasos a seguir, primero actuar en toda la instalación abandonada desde hace diez años, otro derroche, y excuso decir a la hora de licitar la explotación que requiere un tiempo mínimo indispensable. Y hay que contar con las circunstancias sobrevenidas de la pandemia, aunque no creo que sea la culpable de que no se le haya prestado atención al tranvía, pese a que es la excusa perfecta para la Junta. A mi modo de ver no hay tiempo suficiente para poner en marcha el nuevo transporte, así que mejor ser realistas y ponerse a la tarea, cuanto antes se empiece antes se termina, marcar un tiempo cuando ni siquiera está firmado el convenio, carece de sentido.

Sube el paro registrado en enero en 1.729 personas y es un aviso de lo que nos espera cuando acabe la campaña de la aceituna. Y ayer fue el día de la Candelaria, ligado a tradiciones en la provincia y hoy es San Blas, también muy arraigado. Desde hace varios días, el de hoy incluido, se han vendido en el claustro de la iglesia de la Magdalena las típicas rosquillas de San Blas que dice la leyenda que son un buen remedio para las afecciones de garganta.

Termino refiriéndome en primer lugar al hasta ahora director del diario The Washington Post, Marty Baron, que en unas declaraciones en el diario El País, con motivo de su jubilación, ha hablado de los retos del periodismo en un escenario en el que la gente, y no solo en EEUU, también aquí mismo, se fía más de sus sentimientos que de los hechos. Pero no puede morir el periodismo, tiene que haber quienes pidan cuentas a los gobiernos, aunque a ellos no les guste y hasta se pongan a atacar a los periodistas por ello; quienes den al público la información que necesitan y merecen saber. Esa es la función de este oficio. Y en segundo término, esta pandemia que va para un año y que nos está afectando a todos, porque hay mucha ansiedad social, nos está permitiendo hacer serias reflexiones sobre las carencias de esta aldea global en la que creíamos que estábamos a salvo, bien resguardados, cuando han quedado al descubierto una serie de debilidades que nos ha revelado esta crisis de la que no sé si saldremos o no más fortalecidos, como nos prometieron, pero sus secuelas tardarán en curar. Aunque es momento de resistencia y de esperanza. Como escribió el gran músico John Lennon: “Todo estará bien al final. Si no está bien, no es el final”.

 

 

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