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A partir de ahora cada vez que alguien me venga con el sermón tan socorrido del casco antiguo de Jaén, les voy a sugerir que visiten, si es que no lo han hecho ya, el de Cáceres, que acabo de conocer la pasada semana y sencillamente me ha dejado sin palabras, verdaderamente sorprendente lo que allí han conseguido. Un casco histórico uniforme, con edificios emblemáticos funcionales donde se encuentran instituciones de todo tipo y unos edificios perfectamente cuidados, diría más, mimados. Esta zona de la ciudad que con todo merecimiento es Patrimonio de la Humanidad es una auténtica joya y da una enorme envidia. El ejemplo de Cáceres lo que nos dice a las claras es que es posible apostar por estas zonas que constituyen el corazón de las ciudades, pero hay que ser conscientes de que no es cuestión de un año ni de diez, es una apuesta permanente que requiere de paciencia, de continua y elevada inversión, y no pensar en absoluto en clave electoral inmediata, que es a lo que se aspira en nuestro entorno, donde nunca ha reinado la ambición.  

Esto es cíclico en la ciudad, de vez en cuando a cualquiera de las opciones políticas les entra una especie de arrebato, tal vez espoleados por los propios vecinos y se ponen a clamar sobre el casco antiguo. Me da mucha pena porque tenemos olvidadas nuestras señas de identidad, en una zona en la que no se actúa regularmente y tiene muchísimas carencias, las propias de la dejadez. Esta situación vergonzosa y vergonzante se recoge con toda fidelidad en el excelente documental elaborado hace meses a instancias del Círculo Ánimas que lleva por título “Historia de un olvido”, que aparte de todo es el mejor alegato para que algunos políticos se pongan un punto en la boca porque todos tienen razones suficientes para callar. Pero en Jaén andamos mal de memoria, pasa el tiempo y aquí nadie se da por aludido, todos quieren estar bien con su conciencia.

Recordamos la de veces que se han llevado mociones al pleno para la intervención integral de la zona del casco histórico, en la mayoría de los casos, como una que recordamos del PSOE, aprobada por unanimidad. Pero no se ha movido un dedo en ninguna dirección. La moción citada ha seguido el camino que suele ser habitual en este tipo de iniciativas que muchas veces se quedan en meros brindis al sol, duran lo que dura el propio pleno, pero era una posibilidad para ponerse de acuerdo en gestionar una situación que demanda urgencia. Se podría decir eso de que “a buenas horas…”, pero la oposición es una buena manera de despertar a la realidad, hay que pasar por ella para entender la política, especialmente la municipal.

El equipo de gobierno también exigió no hace mucho a la Junta de Andalucía un plan extraordinario de inversiones para el casco histórico de la capital, y se nos recordaba que los gobiernos del PP, en los últimos seis años, han invertido once millones en la zona. No se sabe bien dónde, pero de todas maneras se trata de una cantidad insignificante.

Pues en esas estamos, una vez más, porque ya digo que esta situación se repite de vez en cuando, un tanto para aliviar conciencias. Si quisieran de verdad se ponían de acuerdo en lugar de enviarse recaditos, que es una manera poco edificante de hacer política útil. La estrategia denota mucho postureo con el casco antiguo y personalmente como ciudadano me incomoda esta manera de actuar con las necesidades importantes de la ciudad.

En el equipo de gobierno, además, se ha instalado una ofensiva frentista en la que prácticamente todos los días le exigen algo diferente a la Junta de Andalucía. No soy sospechoso de ser escasamente reivindicativo hacia el gobierno andaluz, para que cumpla con todos los compromisos que tiene con Jaén, que les recordamos casi a diario, pero ocurre que en esa actitud a la defensiva el Ayuntamiento parece olvidarse de que él también, y en primer lugar, debe asumir sus responsabilidades y competencias, no es de recibo urgir a los demás y mantenerse en actitud pasiva en todo lo que debería hacer y espera la ciudadanía.

Todos tienen que asumir el papel que les corresponde, pero el Ayuntamiento el primero, por tratarse de la administración más cercana, no puede jugar al escondite, ni siquiera utilizando a la Junta como excusa, hay tarea para todas las administraciones. Dicho esto, pues sí, todo el mundo tiene que echar una mano para salvar al casco antiguo, porque se nos muere y jamás se nos perdonaría esta indolencia por las futuras generaciones.

A pesar de todo lo dicho me sigue sorprendiendo el ‘cariño’ tan grande que de vez en cuando aparece con relación al casco antiguo, ya sea con mociones, con visitas, etc., que suelen quedarse en dos días de prensa, porque esa es otra, los políticos funcionan para el marketing, pero a la hora de la verdad las ciudades requieren hechos, solo hechos. Ya hemos dicho en alguna ocasión que pasará a la historia el político o la administración que decidan dejarse la piel para salvar el casco antiguo. Es uno de los asuntos más socorridos, todo el mundo muestra su interés en algún momento por esta zona singular, esa que recibe visitantes y que conserva monumentos de valor y el tesoro de la historia, esta que tendría que ser la joya de la corona, pero que en términos reales, salvo alguna excepción del Urban, el Pepri cuando existió, y otras actuaciones concretas, los sucesivos gobiernos locales lo han abandonado y con ello no han dado vida y la dignidad que le corresponde a su valor histórico y sentimental.

Hace unos meses, de nuevo, en una conversación entre el rector de la Universidad y el alcalde actual, se volvió a resucitar un posible proyecto para dar vida a la zona con algún centro de la UJA, que es algo que muchas veces se ha demandado. Duró lo que dura un periódico del día, ese es el valor efímero de las iniciativas en favor de Jaén. Y no olvidamos que hay infraestructuras comprometidas para la zona, especialmente educativas, que se están eternizando, al más puro “estilo Jaén”, casi siempre por las disputas entre dos administraciones que más que ayudar, con sus peleas, han sido y son un verdadero problema para el avance de Jaén, lo digo con toda franqueza.

Insisto, no ha habido en Jaén un político, de cualquier color, que haya hecho bandera un día tras otro con el casco antiguo. Pero esto no es lo peor, tampoco ha habido un político implicado hasta las cejas en salvar Jabalcuz y devolverle su antiguo esplendor a ese paraíso. Tampoco hemos tenido a nadie que tire con fuerza de temas tan sangrantes como el viejo cementerio o el barrio de Las Protegidas. Y qué decir de los barrios, que están en su mayoría dejadísimos, y ahora se nota más porque no hay recursos que dedicarles. Y por cierto alabé en su día la propuesta de JeC de crear una Comisión de Barrios para por lo menos establecer un catálogo de prioridades, que ignoro si habrá hecho algún avance. Lo mismo se puede decir del clamor sobre la declaración de la Catedral, el tema está apagado y no hay un político que lo lidere de día y de noche hasta alcanzarlo.

Y por poner algún otro ejemplo, ningún político local ha hecho bandera contra la marginación del ferrocarril en la ciudad, que resulta verdaderamente escandaloso y nos da envidia que en otras ciudades los políticos y la sociedad hablen y se pronuncien. Igual ocurre con la sanidad, sí es cierto que el PP por ejemplo ha demandado continuamente la Ciudad Sanitaria, y yo se lo reconozco, pero ahí se esconde mucho interés político, respetable, cuando lo que se necesita es contagiar a la ciudadanía. La sanidad es la gran olvidada. Qué casualidad que ahora el PSOE y la Junta se marquen objetivos para mejorar la sanidad jienense. ¿Tendrá algo que ver con la movida, la plataforma, la marea del cucharón, etc.? Solo me queda decir que tenemos un problema, y es que hablamos mucho pero hacemos poco, ¡y anda que no hay cosas que hacer en Jaén!

Mañana volveremos con el culebrón del tranvía, de las disputas que no cesan y de su judicialización tras el informe del Tribunal de Cuentas que hace que Fiscalía actúe para depurar responsabilidades en tan polémico asunto, que me temo que va a seguir dando que hablar por mucho tiempo. Hoy no me quedan ganas para afrontar tanta desgana y tanto disparate como proporcionan esta ciudad nuestra. El cuento de nunca acabar…

 

 

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