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No nos quejamos de vicio. Ese es el mensaje que le viene bien a algunos responsables públicos para expiar sus culpas. Llegado el caso se han aprendido de memoria y sueltan como un papagayo algunos de los logros que se han tenido en las últimas décadas, empezando por la Universidad, y es cierto, pero está por ver que alguno o algunos decidan despacharse a gusto con las rémoras, a tanto no llegan porque sería como reconocer su propio fracaso político, y hasta ahí podíamos llegar. En esas estamos en Jaén, viendo pasar el tiempo, como reza la canción de la Puerta de Alcalá, pero aquí nos podemos referir a la Catedral, al Castillo y a tantos lugares emblemáticos que asisten mudos al desencanto de esta hora en la que como los propios políticos reconocen, de hecho a ello se refirió Juan Espadas, el que pretende llegar a la presidencia de la Junta de Andalucía, con permiso de las urnas, cuando en la clausura del reciente congreso provincial del PSOE reconocía la necesidad para este territorio de más presupuestos, más inversiones, más tren y más apuesta política. Lo tienen relativamente fácil, que se lo exijan a Madrid, a ver si les hacen caso, que no se lo harán, la provincia tendrá mucho poder político con el famoso “estilo Jaén”, pero habrá que creérselo cuando eso que les llena de orgullo como identidad se traduzca en compromiso real con números de los gobiernos socialistas, lo demás, palabras, palabras, palabras…

El gran problema de Jaén es que se ha quedado atrás en la convergencia con otros territorios, partíamos con desventaja y mientras otras capitales y provincias hermanas han dado un salto, la nuestra se mantiene atrás y le cuesta arrancar. Hay una razón de peso que lo explica, no han llegado ninguno de los mecanismos comprometidos tantas veces para una discriminación positiva, única posibilidad, con dinero por delante, para ponernos en paridad con provincias de nuestro propio entorno y converger con otras. Esa es la realidad, y con el agravante de que no nos faltan razones y factores de peso para progresar, nuestra Jaén, tan rica la pobre, en expresión de Manuel Anguita Peragón, retrata muy bien todo un potencial de fortalezas a las que solo les falta que las administraciones la impulsen. Ese esfuerzo en parte lo hace en solitario la Diputación. El Gobierno central nunca estuvo y el único experimento positivo fue el de Jaén Activa, en tiempos de Zapatero, a cada cual lo suyo, pero no más. El gobierno andaluz anterior se desgañitó con propuestas, pero la mayor parte de ellas resultaron fallidas, el balance de tantos años de gobierno socialista no le hizo justicia a Jaén, ni muchísimo menos. La actual Junta y en especial su presidente, Juanma Moreno, podemos recordar y está en las hemerotecas para aquellos que tengan más debilitada la memoria, comprometió cinco planes diferentes y por fuera de ellos 810 millones de euros en dos anualidades, empezando por la actual. Otro brindis al sol. Si las piedras del bellísimo edificio del que fuera Hospital de Santiago, de Úbeda, hablaran, certificarían la euforia con la que vino el Consejo de Gobierno andaluz, a ilusionarnos de que por fin había llegado la hora de Jaén, pero al final ha resultado ser más de lo mismo.

Viene todo esto a cuento de que hoy se cumplen cuatro años, de qué manera vemos pasar el tiempo, de la segunda manifestación convocada por la plataforma Jaén Merece Más (17 de diciembre de 2017), miles de personas en la calle, para que luego los políticos hablen de representatividad y legitimidad, en un SOS, otra vez rebelándose contra el olvido histórico, una marea humana para clamar por la dignidad de Jaén. El gancho en aquella ocasión era la Inversión Territorial Integrada, la famosa y polémica ITI, pero podía haber sido cualquier otra reivindicación pendiente. Pero ya que estamos con la ITI, qué pedazo de engaño para la provincia, cómo la política, una vez más, se burló de nuestra ambición de progresar, nos hicieron ver que era el maná divino en forma de millones para transformar una provincia tan necesitada de ese impulso, pero qué ilusos. Al final una solemne tomadura de pelo, parte de esos más de 400 millones no se han visto por ninguna parte y además una elevada proporción del dinero consignado ha ido a parar, en el mejor de los casos, a proyectos que tendrían que ser asumidos por los presupuestos ordinarios de las administraciones y no por unos fondos de procedencia europea cuya finalidad tiene que ser transformadora, iniciativas emblemáticas para cambiar Jaén, no para sacar las castañas del fuego a la política que está harta de prometer y no cumplir, en definitiva para tapar sus vergüenzas.

El único argumento que no admite duda es que cuatro años después de aquella manifestación ilusionante del 17 de diciembre de 2017, la política oficial se enroca en su desprecio al clamor de la sociedad civil, por la sencilla razón de que es una traba a su ancestral estado de comodidad. Tampoco crean que se inmutan demasiado, pero centran todo su discurso en dar a entender que fuera de ellos no hay soluciones posibles, en este caso para Jaén. Les ha venido hasta bien que las enmiendas presentadas a los PGE por Jaén Merece Más a través de Teruel Existe hayan corrido la misma suerte, es decir absoluto fracaso, que las defendidas por otras fuerzas políticas, por ejemplo el PP. El caso es que miramos hacia atrás y nos da vértigo y una tremenda sensación de impotencia, y si lo hacemos hacia adelante, analizando con detalle todas las claves que hasta ahora tenemos, me parece que solo un milagro nos puede deparar un futuro más esperanzador. No tengo una bola de cristal, pero lo que veo no me gusta. Nada deseo más que estar equivocado y que o los partidos convencionales reaccionen, o los nuevos que anuncian su salida al ruedo electoral sirvan de revulsivo. Lo único que en verdad nos interesa a una inmensa mayoría es que Jaén avance, pues parece que ya toca. No se puede estar presumiendo de salir de la crisis con todos por delante y a una provincia, la nuestra, la veamos estancada, ninguneada,  y girando permanentemente sobre la misma órbita de los problemas de siempre.

Foto: Manifestación de hace cuatro años, 17 de diciembre de 2017, miles de jienenses rebelándose y clamando por la dignidad de Jaén.          

 

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