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Desde que se viene celebrando el Día Internacional contra la Violencia de Género hemos agotado todos los argumento a la hora de tratar de llamar la atención sobre uno de los problemas más graves a los que se enfrenta en este momento nuestra sociedad, porque son demasiados los casos de mujeres víctimas de esta lacra y detrás de cada situación hay dramas lacerantes, hay en tantas ocasiones hijos y familias, y contemplamos con impotencia que a pesar de que no se están regateando medios el resultado es insatisfactorio.

Esta cruda realidad no debe pasar desapercibida ahora que estamos en plena celebración, sobre todo la escalofriante escalada de la estadística que nos dice que los malos tratos se siguen dando y que no respetan edades, igual se dan en parejas mayores que muy jóvenes, y plantea un diagnóstico preocupante, que invita a lamentarse y al mismo tiempo a no cruzarse de brazos. 

Por eso se agradece la proliferación de movilizaciones y actos de todo tipo, como los que hoy mismo se han desarrollado en Jaén, protagonizados por las instituciones y diferentes colectivos, centros educativos, etc., porque todo es bien venido cuando el denominador común es el de sumarse a la respuesta que se demanda contra el terrorismo doméstico, aunque hay que lamentar que las instituciones no sean capaces de ponerse de acuerdo ni para esto transmitiendo un mensaje único.

Lo diremos alto y claro, o este es un problema de toda la sociedad o costará mucho trabajo erradicarlo. Es esperanzador que en los colegios se tome conciencia, porque es desde la base donde a medio plazo el trabajo puede resultar definitivo y duradero. Y por esto hay que concienciar con muchas campañas mientras nos seguimos preguntando ¿qué más podemos hacer? Es importante que los parlamentos y los gobiernos, de la nación y de las autonomías, estén tratando de avanzar en las medidas, porque las que hay, siendo muchas, no parecen suficientes. Es una prioridad aislar a tantos cobardes criminales, que son escoria, y es fundamental llegar a tiempo antes que las situaciones sean irreversibles. Es necesario que los jueces sean muy sensibles, que las mujeres denuncien sin miedo y que la sociedad entera no mire hacia otro lado cuando perciba que hay indicios de peligro para alguna mujer.

El de hoy es un día muy oportuno para expresar la solidaridad con todas las mujeres que han muerto víctimas de este cáncer social de la violencia de género y para sugerir a las administraciones y a todos los ciudadanos, que estemos unidos en esta lucha, porque es la única arma para vencerla, y ojalá que esto sea muy pronto.

 

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