Por ANTONIO GARRIDO / Un instrumento que es de vital importancia para la ciudad es su modelo de planeamiento, su Plan General de Ordenación Urbana (PGOU), que ahora tiene otras denominaciones, el PGOM, que es el Plan General de Ordenación Municipal, y el POU, que es el Plan de Ordenación Urbana. Sin este instrumento, como ha venido ocurriendo hasta ahora, se puede empezar a diseñar el futuro a base de ocurrencias, sueños y fantasías. Es impensable que en una ciudad moderna, que pretenda avanzar, se siga actuando con un Plan que data de 1996. Un PGOU marca la filosofía y el modelo de ciudad no de un mandato municipal sino de un futuro a medio y largo plazo, y esa es una responsabilidad que tienen que asumir quienes rigen hoy el Ayuntamiento, ya que los intentos de antes por diferentes razones fracasaron. La política que sirve es la que toma la iniciativa y piensa en las próximas generaciones en lugar de en las próximas elecciones.
El año pasado por estas mismas fechas, en una reunión entre el alcalde, Agustín González, y el delegado territorial de Fomento, Miguel Contreras, a la que asistieron técnicos de ambas administraciones públicas, ya se llegó al convencimiento de que era necesario empezar los trámites para dotar a Jaén, al fin, de las imprescindibles normas de planeamiento urbanístico. Ha hecho falta un año para engrasar la maquinaria, las cosas de palacio van despacio, pero a día de hoy ya están adjudicados los trabajos a un estudio de arquitectura, GR Arquitectos, con sede en Granada, fundado en 1984 y que dirige Juan Carlos García de los Reyes, un magnífico profesional, muy conocido entre sus colegas precisamente por la pasión por su trabajo, enamorado de Jaén y que se ha tomado tan en serio su tarea de varios años que le costará elaborar el plan del que depende nuestro futuro, sobre todo que la ciudad de Jaén dé el salto definitivo hacia la modernidad y al liderazgo de capital fuerte y foco de atracción para la provincia, y en lo posible, dadas sus enormes fortalezas frente a sus debilidades, ejemplo para Andalucía, no queremos seguir siendo la eterna cenicienta, ahora bien además de los planes es vital que las administraciones se retraten y nos paguen lo que nos deben.
Foto: Hoy ha quedado constituida en el Ayuntamiento la mesa de seguimiento para la eleboración del PGOM y POU de la ciudad de Jaén.
Ahora mismo está todo por hacer, pero en una primera reunión celebrada hoy en el Ayuntamiento, tanto el alcalde, que no ha disimulado su satisfacción porque supone empezar una aventura ilusionante, una urgencia, como el arquitecto responsable y algunos de los actores que van a tener parte activa en este proyecto, han dado a conocer parte de la metodología y el cronograma, y la verdad es que, al menos por la primera declaración de intenciones, suena bien tanto la letra como la música. Se ha venido a afirmar que en el primer trimestre de 2025 habrá un avance de los contenidos, aunque al tratarse de un documento tan laborioso, su terminación se prevé en los primeros meses de 2027, que es lo mismo que decir que tendremos nuevo ordenamiento en fechas cercanas a las próximas elecciones municipales, por tanto la Corporación que resulte elegida en los comicios de 2027 ya tendrá una hoja de ruta marcada, siempre y cuando no surjan obstáculos como los que tuvimos en el pasado.
Me agrada que por encima de todo vaya a funcionar la transparencia, que no sea un plan confeccionado en una mesa de camilla y del que los ciudadanos estemos ausentes. Por el contrario se anuncia que va a ser ampliamente participativo, que Jaén entero va a tener la oportunidad de conocer al detalle el Plan y poder aportar sugerencias. De hecho ya hay anunciadas varias convocatorias públicas de colectivos profesionales y ciudadanos para empezar el proceso informativo. A García de los Reyes, se le ve muy motivado, tiene prisa, tal vez demasiada, pero en este tipo de asuntos más vale pecar por exceso que por defecto. Va a funcionar lo que ahora se lleva tanto de la “escucha activa”, para lo cual se contará con entrevistas a jienenses reconocidos, mesas técnicas, talleres de participación, grupos de discusión, mesas redondas, y mucho contacto, todo el que sea preciso, con colectivos, asociaciones vecinales, colegios profesionales, foros de debate, mesa de la construcción, medios de comunicación, visitas institucionales…y, por supuesto, en la mesa de seguimiento que se acaba de constituir, además del alcalde que la preside y representantes de los diferentes grupos políticos se integran, lógicamente, los técnicos de Urbanismo, el servicio de planeamiento y el equipo redactor.
Me agrada que el propio García de los Reyes haya insistido en una idea que siempre alenté y urgí, pasar de la ciudad frustrada a la ciudad soñada. De eso se trata y es la oportunidad que no se puede desaprovechar en absoluto, por múltiples razones, entre las que se encuentra que no es muy presentable que estemos en una situación anómala, una ciudad sin Plan General es una ciudad sin rumbo, sin égida, abandonada a su suerte. En el caso específico de Jaén, junto a otros lastres que todo el mundo conoce, ayuda poco a superar el desánimo que nos envuelve al ver que son tantas las asignaturas pendientes para que la capital dé el salto. En mi opinión el Plan es una de las grandes prioridades, o la prioridad, porque va a definir, entre todos, el Jaén que queremos para dejar atrás la indolencia del Jaén que tenemos, del que hay muchas cosas que nos gustan y otras que no porque perjudican y constituyen una severa rémora para avanzar.
Javier Márquez (Partido Popular), fue el último alcalde que decidió elaborar el planeamiento urbanístico, gran trabajo, lo que pasa es que los tribunales, a causa de problemas de entendimiento, donde la Junta de entonces tuvo algo que ver, porque no se contempló legislación medioambiental europea, acabó por anular el documento que tanto cuesta confeccionar, y dejó a Jaén sin perspectivas, de hecho durante la etapa de los últimos años de gobierno socialista con Ciudadanos ni se hizo el intento, el alcalde, Julio Millán, tampoco lo consideraba necesario y nos hemos ido conformando con modificaciones puntuales del Plan existente, que va para las tres décadas. Creo que somos la única capital de provincia andaluza sin un Plan General vigente o al menos en tramitación.
No hace mucho abordamos este trascendental asunto en el Foro Jaén de Opinión y Debate, donde fue de gran ayuda la presencia e intervención del arquitecto municipal Manuel Rodríguez, que fue relacionando la evolución histórica vivida por la ciudad de Jaén desde la Prehistoria hasta nuestros días, para referirse después a las a su juicio graves consecuencias de los PGOU de 1952 y 1971, así como al tratamiento que se ha ido dando al casco histórico y la cirugía urbana en lugares como el Gran Eje, Polígono del Valle o de Los Olivares, entre otras zonas. En aquella charla ya planteó la urgencia de redactar un nuevo planeamiento, objetivo que se había marcado el nuevo alcalde. Hizo afirmaciones como que en la Jaén romana fue cuando el Cerro de Santa Catalina empezó a ser el referente de la ciudad, y analizó las diferentes etapas, por ejemplo cuando la Catedral estuvo conformada y se levantaron en Jaén grandes palacios o ya en el último tercio del siglo XIX cuando se proyectó el Paseo de la Estación y se favorecía el ensanche de la ciudad hacia el norte. A principios del siglo XX nace la calle Bernabé Soriano y surgen algunos de los barrios que hoy conocemos. Luego se detuvo en lo que vino en llamar la ciudad planificada, con su máximo exponente, el Ensanche de Berges, proyectado en 1923, la única apuesta urbanística de alcance hasta el Plan de 1952, pero que finalmente no se llegó a ejecutar tal como se proyectó. Fue enumerando pros y contras de los planes urbanísticos, empezando por el de 1952, el Plan Bonilla, que proyectaba el trazado ferroviario y nuevas viviendas, comentando que en torno a él surgieron procesos especulativos.
El Plan General de 1971, el Rodríguez-Acosta, nació con una importante dinámica inmobiliaria, se permitieron alturas excesivas tanto en el Gran Eje como en la Avenida de Madrid, entre otras. Seguidamente, en el 86, Plan Torroja, planeaba zonas como Las Fuentezuelas y numerosos residenciales, al tiempo que se ponía coto a los desmanes del plan anterior, lo que permitió a Manuel Rodríguez dejar constancia de que desde 1971 a 1986 desaparecieron edificios (algunos están en la mente de todos, como el Teatro Cervantes) y se eliminaron calles. Ya en el 1996, el Plan contenía la segunda fase del Bulevar y más crecimiento, al que considera que fue un buen instrumento, a pesar de contener fallos, y que se complementó con el Plan Especial del Casco Histórico. Así llegó al último documento, el de 2014, Plan Seguí (siempre le he llamado Plan Márquez), que podría estar hoy vigente si no se produce su anulación por la Justicia. En su opinión se trataba de un buen plan, en términos generales, pero con un defecto, contenía un excesivo crecimiento de la ciudad. Uno de los reproches del técnico municipal es que la ciudad le diera la espalda a nuestra razón de ser, el monte de Santa Catalina, haciendo hincapié en que ese cerro debe ser recuperado. De modo que a partir de este momento vamos a estar muy pendientes del modelo de ciudad que nos propone García de los Reyes, este Jaén del siglo XXI que tiene la difícil asignatura de tratar de recuperar el tiempo y el Jaén perdido.
Tal vea sea la ocasión, ahora o nunca, de rescatar el Plan Estratégico elaborado por un equipo capitaneado por el profesor de la UJA, Julio Terrados, que encargó en su día la alcaldesa Carmen Peñalver, que la Corporación siguiente no hizo suyo y al cabo de los años apareció en cajones de dependencias municipales, así se escribe nuestra historia. Aquel documento estratégico seguramente ya se ha quedado antiguo, porque desde 1996 la ciudad ha cambiado radicalmente y las exigencias también, y lo mismo ocurre desde 2010, fecha de la estrategia elaborada, hasta el día de hoy. El reto es elaborar un Plan de Ordenación Urbana que pueda regir a un plazo medio, de entre 25 a 30 años, con plena garantía y que contengan muchas buenas nuevas, tantas como necesitamos, en primer lugar, razones para la esperanza y para creer en nosotros mismos y en la ciudad en la que vivimos.