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El Premio Nobel de Economía 2019 ha sido otorgado a los profesores Banerjee, Duflo and Kremer, por la realización de un trabajo conjunto relativo a un nuevo enfoque experimental para aliviar los niveles de pobreza global. Hasta ahora esta cuestión era tratada como un conjunto de factores que inciden sobre la misma, lo que, de alguna forma, restaba efectividad, no solo a su análisis, sino también al tratamiento implementado hasta ahora para su reducción.

El  trabajo premiado se ha centrado en abordar y analizar por separado cada uno de los aspectos concretos que inciden en el problema genérico de la pobreza, para hacer más factible y medible la efectividad de las medidas aplicadas. Así se ha logrado, como primeros experimentos, mejorar los niveles educativos o las tasas de vacunación en los lugares donde han desarrollado sus trabajos, en este caso Kenia y la India. “El nuevo enfoque aplicado por los profesores galardonados domina ahora por completo la economía del desarrollo”, según destaca  la Real Academia de Ciencias de Suecia.

La investigación realizada no está centrada en la desigualdad o la redistribución de la riqueza hacia los países menos desarrollados, como sucede generalmente en el campo de la “economía del desarrollo”, sino en las causas primordiales de la pobreza y las acciones  concretas individualizadas sin ideologías que pueden mitigar sus efectos. Efectivamente, hasta ahora, la ciencia económica ha tratado de resolver la pobreza desde las grandes iniciativas macroeconómicas cuyo efecto concreto no es fácil de medir y, por otra parte, están impregnadas por sesgos políticos o ideológicos.

Además de los factores antes mencionados, sus análisis se han extendido a los problemas de la baja productividad, en disonancia con los países desarrollados que están alcanzando niveles  bastante óptimos. En agricultura, por ejemplo, los países desarrollados tienen un alto  nivel de mecanización y disponen de otros componentes, como abonos, fertilizantes, etc, y otras ayudas de los que carecen casi completamente los países pobres, lo que resta productividad y merma sus positivas consecuencias.

En definitiva el trabajo galardonado ha demostrado que la solución de la pobreza no está tanto en abordar el problema de forma genérica, porque la efectividad de su tratamiento queda diluida, sino en descomponerlo en los factores concretos que lo integran para facilitar un examen más pormenorizado de cada componente, con el fin de aplicar medidas  concretas a cada factor de tal forma que permita mejorar los resultados y puedan tener un impacto más favorable en las comunidades más pobres.

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