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El pasado 19 de noviembre se ha celebrado el Día Internacional de la Mujer Empresaria impulsado por la Organización Women’s Entrepreneurship Day, con una implantación  en 140 países. En definitiva los objetivos de esta efeméride no son otros que  empoderar, apoyar y animar a las mujeres emprendedoras en el mundo y, así mismo, inspirarlas  a convertirse en participantes activas de la economía e impulsar su desarrollo en cualquier sector y en cualquier lugar del mundo.

Uno de los nuevos retos que ha generado esta crisis es la necesidad de replantear  el escenario actual, de tal forma que el emprendimiento y la iniciativa empresarial contribuyan a mejorar el nivel de vida general y conseguir la adaptación de la actividad económica a los retos de esta nueva etapa en la que la adecuación a las nuevas  tecnologías cobra una trascendental importancia y, en este contexto, todas las aportaciones resultan totalmente necesarias.

El reciente estudio elaborado por el Observatorio del Emprendimiento de España, destaca que un 17% de las españolas en edad de trabajar, entre 18 y 64 años, se encuentran inmersas en algunas de las etapas del proceso de emprendimiento, porcentaje que aumenta hasta el 22% en el ámbito rural, datos que permiten deducir  la progresiva intención de la mujer de desarrollar un proyecto profesional.

La figura de la mujer emprendedora en España responde a un perfil de persona mayor de 35 años, si bien este estudio no excluye a las menores de esta edad, ya que muestran una disposición muy amplia para abordar un proyecto en el futuro. La actividad emprendedora de las mujeres se centra en un tanto por ciento muy elevado,  (80%), en el sector servicios y, por lo general, responde a pequeños comercios o pymes que están dirigidas al consumidor final y que, por otra parte, emplean menos de dos empleados, siendo predominante incluso los que sólo son asistidos por la propia propietaria. 

El análisis realizado incluye una general disposición a ampliar conocimientos y habilidades específicas de diversa índole, relacionadas con las diferentes facetas que  deben acometer para llevar a buen término el proceso inicial, resaltando aspectos  relacionados con una mayor formación financiera, tecnológica y comercial.

El miedo al fracaso, la menor percepción de oportunidades y la falta de medios son otros temas que resaltan como frenos para expandir la iniciativa emprendedora. Muchos de los aspectos reseñados mantienen una coincidencia muy parecida a los  relativos a los emprendedores, especialmente en lo que respecta a la falta de capacidad financiera. En este sentido el informe señala que la cantidad media necesaria para iniciar un proyecto se puede concretar en 67.000 euros, aunque es evidente que esta cifra, en mi opinión, es sólo una aproximación un tanto indicativa que está supeditada  a todo tipo de  estimaciones, según las circunstancias personales y las particularidades de cada negocio.

Por último, según José Sayón, presidente de Enisa, “sigue existiendo una importante  brecha entre las posibilidades de emprender entre hombres y mujeres, principalmente cuando se trata de proyectos de un grado tecnológico medio o elevado, por lo que, en su opinión, hay que aplicar políticas públicas que impulsen tanto el liderazgo femenino como el emprendimiento innovador”.

Foto: Emprendedores.es

 

 

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