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Cualquiera diría que estamos en pleno verano. Recuerdo años de calma chicha en los que llegado San Juan, medio Jaén se marchaba a los Puentes para tratar de escaparse del calor de la ciudad y casi nunca pasaba nada, la vida transcurría como en un encefalograma plano, sin grandes convulsiones, con este Jaén nuestro sesteando como ha ocurrido durante tanto tiempo, lo digo desde el cariño, pero ese es el precio que ahora estamos pagando, hay que acelerar el pulso porque de pronto nos hemos dado cuenta, gracias en grandísima medida a la reacción enérgica de una parte al menos de la sociedad civil, de que nos habíamos quedado tan atrás que ahora no queda otra que aligerar el paso para ver si cogemos a los que se pusieron delante de nosotros porque hicieron méritos al tomar carrerilla. A veces queremos salvar nuestra propia responsabilidad y la descargamos sobre todos los políticos que nos han acompañado en una larga travesía, porque el ocaso de Jaén viene muy de atrás, es una rémora histórica, por eso cuesta tanto sacudirse el estigma.

Ya lo creo que tienen culpa los políticos, pero han sido un reflejo de la propia sociedad y tal vez les ha sorprendido que a estas alturas ya no existe el nivel de acatamiento resignado y dócil, de hecho tengo necesidad de volver a la eterna polémica sobre el aislamiento ferroviario que padecemos en Jaén, que aunque no sean capaces de reconocerlo en público, ha sido para los viejos partidos que se han alternado en el gobierno del país, y el monocolor que lo ha hecho hasta hace poco en la Junta, una lección de humildad y mira que les cuesta reconocer errores. Unos y otros tratan de buscar argumentos para convencernos de la bondad de sus actos y de lo mucho que se han esforzado en favor del tren, pero no se puede justificar lo injustificable, ni se puede dar por buena “La verdadera historia del tren de Jaén” que hizo el PSOE y que ya ni él mismo se la cree.

También entiendo que de cara a sus militantes y simpatizantes los partidos tengan la necesidad de dar explicaciones y no pasar por el pecado de la inacción y de la pasividad, pero es muy fácil de rebatir los argumentos que unos y otros utilizan. Se trata de la simple observación de lo que es a día de hoy el servicio ferroviario de la provincia, y la pregunta es que si tanto han hecho, ¿cuál es la razón de que estemos donde estamos? Y en cuanto a los informes, no podemos quejarnos de falta de diagnósticos, ahí está el Plan Estratégico que lleva años marcando la hoja de ruta, pero lo que Jaén demanda es tratamiento. Y sí, el informe del CES es bueno, pero ya tiene ¡¡¡tres años!!! y lo que no se entiende es que se haya utilizado tan a la defensiva y al final quede en agua de borrajas.

Dicho lo cual hay que referirse a la inusual capacidad de iniciativa que surgió el pasado año con propuestas parlamentarias en el Congreso y en el Parlamento de Andalucía, con una batería de medidas que se exigían para hacer visibles gestos sobre la mejora efectiva de los servicios, especialmente con Madrid y con el resto de Andalucía, manifiestamente mejorables. Las presentaron el PSOE, el PP y Ciudadanos. Como hace unos días recordé, el mayor impacto popular fue la caravana que convocó el alcalde el día 14 de julio del año pasado, en días cumple un año, desde la Plaza de Renfe hasta la población de Navas de Tolosa, pasando por Bailén, toda la N-IV. Julio Millán supo escoger un momento de oportunidad política, Pedro Sánchez no se iba a sentir ofendido, porque el gobierno estaba en ese momento en el limbo, en funciones, con una investidura en el aire, con un futuro incierto y de hecho se volvieron a convocar elecciones. Como un revulsivo se presentó dicha protesta decidida y al mismo tiempo controlada. Cualquier gesto en un momento complicado menos el pecado de omisión. El resultado, visto lo visto, decepcionante, galería y más galería.

Pero en lo que quiero hoy detenerme es para lo poco que sirven las iniciativas parlamentarias, lo más probable es que quienes las presentan tengan la mejor voluntad del mundo, pero los resultados, da igual la tribuna desde la que se defiendan, Congreso, Senado, Parlamento andaluz, Diputación, ayuntamientos, etc., suelen quedarse en la mayoría de las ocasiones en simples brindis al sol. Pues bien, hace ahora doce meses, con motivo de una proposición no de ley presentada en la Cámara andaluza por el PP, y defendida por su diputada Ángela Hidalgo, para instar al restablecimiento del talgo Madrid-Granada por la provincia, Jaén hizo una piña en Sevilla, hasta la capital hispalense se desplazaron las plataformas en defensa del ferrocarril, junto a Jaén Merece Más, Todos a una por Linares, y hasta la asociación de empresarios y profesionales PROA, nacida para apoyar el desarrollo integral de Jaén, que pretendía ser testigo de una buena nueva.

En el pleno donde se propiciaba el debate se retrataron además del PP proponente, Ciudadanos, Adelante Andalucía y VOX, en tanto que el PSOE se sumaba con una enmienda solicitando que se agilizara la mejora general de las infraestructuras del ferrocarril por la provincia conforme a las propuestas del Consejo Económico y Social (CES) que entonces era la inevitable hoja de ruta de la que los socialistas jienenses no se movían ni un milímetro.

Ni que decir tiene, faltaría más, que la proposición quedó aprobada por unanimidad de todos los grupos del Parlamento, y en las crónicas que publicamos acto seguido pensábamos que ya se había dado otro paso de gigante para revertir la situación del histórico desmantelamiento ferroviario de Jaén. La expedición jienense aprovechó para reunirse con los consejeros de la Junta, Marifrán Carazo, de Fomento, y de Hacienda, Juan Bravo. Vinieron contentos, qué ilusos, y eso que conocen bien el paño. ¿Alguien de ustedes sabe el recorrido de la proposición que cumple un año? Se lo voy a decir: ninguno. Mucho ruido y un nuevo fracaso.  

 

FOTO: Esta imagen es de hace un año en el Parlamento andaluz,  con motivo de la presentación de una iniciativa parlamentaria sobre el ferrocarril en Jaén, presentada por el PP y aprobada por unanimidad. Varios colectivos hicieron una piña y se fueron a mostrar apoyo. Pasado un año de aquella historia, que se veía como otra oportunidad para revertir la situación del histórico desmantelamiento ferroviario de Jaén, el resultado se puede resumir en lo siguiente: de lo dicho, nada.

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