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Jaén, 10/septiembre/2019

Lo que queda del día…Sin lugar a dudas la noticia de este martes es el anuncio que ha hecho el alcalde de Jaén, Julio Millán, en los habituales “Desayunos” de Diario Jaén, en el sentido de que se da inicio al proceso para declarar la nulidad de la concesión del transporte urbano de la capital a la empresa Castillo. Va a ser una apuesta tan valiente como polémica y si no al tiempo. El alcalde ha señalado la comunicación formal a la compañía de que al próximo pleno ordinario, a finales de mes, se llevará el expediente de revisión de oficio de nulidad del decreto de la Alcaldía del año 2005, en aquel momento en manos del PP, por el que se le otorgaba el servicio por un periodo de 25 años, hasta 2032, en cuyo caso se metería en un periodo total de 73 años, porque a día de hoy la empresa de autobuses ya lleva a cargo del servicio la friolera de 58 años. Julio Millán cree que hay motivos de sobra para adoptar esta actitud, que se basa en un informe jurídico de los servicios técnicos municipales, que se apoya en que la medida adoptada hace 14 años “vulnera los procedimientos de licitación, publicidad y concurrencia para otorgar a Castillo la concesión por decreto del alcalde y sin pasar por pleno, órgano competente en todo caso”. También se ha aprovechado para recordar que Castillo se hizo cargo en 1961 del transporte urbano a través de un sistema de concierto, “una figura obsoleta en la actualidad en la legislación contractual” y se agrega que durante todo este tiempo ha ido renovando la prestación sin procedimiento de publicidad y licitación de por medio. Lo que tal vez extrañe es que en la etapa del anterior gobierno socialista no se analizaran los detalles que ahora alertan.

Con Castillo hemos topado. Es verdad que la empresa no se ha trabajado el aprecio de los jienenses, todo lo contrario creo que ha de haber muy pocos ciudadanos que valoren positivamente los servicios que presta. No ha cuidado la imagen y ciertamente resultó extraño que hace 14 años se le renovara por un cuarto de siglo más, de una manera un tanto irregular y atípica. Cualquier encuesta ciudadana, y de hecho las ha habido, suspende a Castillo, pero además estrepitosamente. Esta empresa de amplia trayectoria, creada por el difunto José Castillo Castillo, ha sido un referente en Jaén. Ha hecho y deshecho a su antojo en muchas ocasiones, y no siempre por capricho, sino con la avenencia de los respectivos concejales responsables del área, con los que el empresario tenía costumbre de mantener buenas relaciones profesionales y personales, y me refiero a todos los partidos que han gobernado y por supuesto antes de la llegada de la democracia, porque el año 1961 estaba aún muy lejos esa posibilidad.

En el último mandato municipal ha sido cuando más críticas han llegado a los plenos sobre el comportamiento de Autobuses Castillo, en su mayoría planteadas por el grupo de Jaén en Común (JeC), con Manuel Montejo como portavoz, que como hoy hace el grupo Adelante Jaén, abogaba por la municipalización del servicio, aunque también hubo iniciativas por parte del PSOE, a través de la concejal Matilde Cruz. Ambos se erigieron en severos vigías de este servicio y lograron además que el Ayuntamiento gobernado por el PP interviniera, tal vez obligado por la presión plenaria y de la calle, para impedir casos de mala praxis de la concesionaria. Tampoco se puede olvidar el aspecto político, insisto en que Castillo trataba de mantener las mejores relaciones con las concejalías responsables del transporte público, pero en algunos casos se encontró con negativas a tratar más allá de los asuntos del servicio, es el caso de la propia Cruz. En cambio el empresario sí se hacía ver, sin la más mínima prudencia, en noches electorales especiales, por la sede del PP, sobre todo celebrando la victoria, y hay fotos en las hemerotecas con imágenes de euforia, de los candidatos de este partido.

Este paso que hoy ha anunciado el alcalde de Jaén va a tener consecuencias, no será un camino de rosas para la instancia municipal. Todo el que conozca a Castillo, y es todo Jaén, sabe que el hoy concesionario del transporte urbano es muy capaz de recurrir ante los tribunales la iniciativa municipal y de iniciar una guerra sin cuartel contra el Ayuntamiento para defender sus intereses. Ya lo hizo en 2011, cuando consiguió paralizar las pruebas que se estaban realizando con el tranvía, él solo con sus abogados, pudieron frente a la potente maquinaria de la administración, creyó que el sistema tranviario le iba a hacer sombra y se salió con la suya de devolverlo a cocheras, y allí sigue ocho años después, los mismos que él ha estado disfrutando de su exclusividad.

El tiempo dirá si el rescate que se persigue en Autobuses Castillo prospera o si se convierte en un revés y al tiempo otro asunto más para la polémica. Al margen de lo dicho de que Castillo actuará, que no quepa la menor duda, el equipo de gobierno y su alcalde al frente, no pueden obviar una cuestión importante, la de los empleados. Millán les tranquiliza en el sentido de que “el proceso se acometerá con la subrogación de los mismos por sucesión de empresas”, pero esto hay que tenerlo muy seguro, no vaya a meterse el Consistorio en otro berenjenal del tipo de Onda Jaén, y solo faltaría que en vez de crear empleo la consecuencia de los cambios provocados por el equipo municipal de gobierno, sea aumentar el paro, que es lo que nos faltaba en esta ciudad, la puntilla. Según parece la plantilla de trabajadores no ha cobrado el último mes y bien pudiera tratarse de una medida de fuerza, que no es la primera vez que sucede, para hacer responsable de este incumplimiento de pago a la medida anunciada por el Ayuntamiento.

Objetivamente participo de que hay razones para censurar a la empresa de autobuses, Jaén se merece, en efecto, como lo tienen otras ciudades, un servicio acorde con los tiempos actuales, y no el rutinario de tantos años viciado por los malos hábitos perpetuados por el tiempo transcurrido, deficiente y mal visto por los usuarios. Pero para  propiciar el rescate del servicio, si se va en esa dirección, hay que mantener la máxima prudencia y contar con todas las garantías legales. Y no hacer nada sin la seguridad plena de que no peligra ni un solo puesto de trabajo. Pero, reitero, en esta película hay que contar con que Castillo no ha dicho aún la última palabra. Y no sé cómo ni de qué manera, pero la dirá.   

 

 

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