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El día 31 de octubre tuvo lugar la presentación del número 161 de la revista de flamenco CANDIL, editada por la Diputación Provincial en colaboración con la Peña Flamenca de Jaén, contando con la presencia del presidente de la Diputación Provincial de Jaén, Francisco Reyes Martínez; de Alfonso Ibáñez Sánchez, director y presidente de la Peña Flamenca de Jaén, y de Juan Antonio Ibáñez, periodista y flamencólogo.
En su intervención, Juan Antonio Ibáñez, habló de los contenidos de la Revista CANDIL:

 

Se dice que Manuel Ángeles Ortiz, nuestro paisano, nuestro pintor de Jaén,  construía sus lienzos, su  pintura, con ritmos de soleá y en consonancia poética con Lorca.

Y si me lo permiten, añadiría: cierta y hermosa es la palabra, cuando con los pinceles de la luz y en duelo de colores y silencios se describe la belleza de una obra. Hermosa pues, también, la palabra escrita.

Tengo en mis manos la Revista nº 161 de Candil, en su nueva época, gracias al convenio de colaboración, suscrito por la Peña Flamenca de Jaén y la Diputación Provincial jienense.

Y en su editorial se escribe: “De acuerdo al relato que todo acontecer requiere, tenemos la obligación de trasladar, a través de estas páginas, hechos y sueños que, creemos, forman parte así mismo de los lectores y seguidores de Candil“.

Más adelante les sigo leyendo: “El número 161 de Candil, aparece con toda una selección de trabajos; con los colaboradores habituales y otros nuevos, en un paso adelante de visión, investigación y análisis de la realidad flamenca. Si olvidar su historia. La que fue, es y será”.

Hecho el correspondiente prólogo y con su permiso, abramos y conozcamos el contenido del Nº 161, ya en su nueva época. La portada –homenaje a Paco de Lucía– es original de José Olivares, artista de raíz jaenera que ha visitado, para llenar sus lienzos, todos los paisajes de la geografía del  Santo Reino.

Y aparte de situarnos en ellos, -en esos paisajes-, nos ha regalado, con su Arte, toda una galería de figuras del mundo flamenco que engalanan nuestro universo, a modo de invisible soneto de una selección de cantes por cabales.

Y junto a esta portada y el editorial ya referenciado, nuestros colaboradores traen a estas páginas –en variedad de temas– unos muy interesantes trabajos a tener en cuenta. Se conforma así un conjunto de opiniones, estudios y crítica. Versatilidad, conocimiento y capacidad de comunicación convergen en cada escrito o trabajo que, por mi parte trataremos de sintetizar.

El 27, con recuerdo pues para la Generación del mismo nombre, es objeto de búsqueda informativa por un significado colaborador, Antonio Hernández, poeta y novelista, premio nacional de poesía y medalla de oro de Andalucía, que nos hace una singular e interesante narrativa para situar históricamente a las mujeres de la generación antes mencionada. Mujeres del cante, el toque y el baile. Nombres como Lola Flores, Carmen Amaya, Fernanda y Bernarda de Utrera, Pastora Pavón “Niña de los Peines”, Pastora Imperio, La Argentinita, La Andonda. Vengo a decir esta relación de mujeres -ARTE de flamencas de bien para  enumerar y clarificar, sus formas, maneras y entrega cantaora o bailaora-.

Manuel Martín Martín, prestigiado y veterano colaborador de nuestra revista, entre sus múltiples facetas, y señalado el crítico de flamenco más experto de este tiempo, aborda y publica en este número, la vida de Vicente Soto, el cantaor culto del flamenco  contemporáneo.

El crítico, escritor y también miembro de la Cátedra de Flamencología de Cádiz nos hace un recorrido histórico, donde queda reflejado el acontecer de toda una dinastía,  tanto humana como profesional, aportando los datos necesarios y precisos como para comprender el título del artículo, motivo de nuestra atención y que aquí tratamos.

Al ser, el que les habla, el autor del siguiente estudio o trabajo,  que hemos convenido en llamar “Del Renacimiento Flamenco y sus cantaores” me van a permitir exponer solo dos breves párrafos que pudieran reflejar cuanto hemos querido desarrollar en un paralelismo, entre el Renacimiento como movimiento aparecido en el siglo XV y el flamenco, nuestro arte flamenco, en su revitalización a mediados del siglo pasado

Así se diría que El Renacimiento, movimiento no solo cultural, retoma los valores de la antigüedad, en un proceso renovador pero basándose en el orden clásico. En el flamenco, encontramos signos coincidentes. Por ejemplo: en el cante, en la mitad del siglo XX,  se intenta que vuelva a sus raíces, a su esencia primera, a su pureza.  

Por otra parte, el RENACIMIENTO se define como movimiento vital. Movimiento de vida.Y EL  FLAMENCO, se dice, es un modo de ser 

Luis Soler Guevara, de quien tanto hemos aprendido, nos llega, en esta ocasión, con un ciclo especial otorgado al gran Paco de Lucía, del que según su criterio “los monjes sagrados de la guitarra flamenca, como Sabicas, Niño Ricardo, Melchor de Marchena y Sanlucar, solo se limitaron a decir de Paco, al igual  que de Silverio dijeron ¡Qué bárbaro, qué bárbaro!

Y ya en su decir, enfatiza Luis: “Nunca un guitarrista flamenco consiguió abrir tantos caminos con otras culturas musicales como el de Lucía”.

El recorrido del discurso de Luis, amplía conceptos y opiniones que dan la clave de la grandeza del guitarrista algecireño y de su ciclo, tal y como señala Soler Guevara que escribe: “La guitarra más que el cante ha sido la causante fundamental de las más importantes modificaciones y avances del cante flamenco”.

No quisiéramos excedernos en tiempo y en la exposición de contenidos de la publicación que hoy se presenta. Luego,  sigamos recorriendo y comentando lo que CANDIL nos dice en su número 161.

Y es Ramón Porras González, que fuera su primer director, quien escribe unas reflexiones sobre la evolución del Cante Flamenco.

Su lectura, ya de por sí, atrae vivamente.  Sabemos y hemos constatado el conocimiento de Porras González que ya en los años finales de los sesenta, principios de los 70, junto a un grupo de aficionados, creadores de la Peña Flamenca de Jaén; y apadrinados, por escritores de la talla de Fernando Quiñones, Caballero Bonald, Félix Grande, Ricardo Molina y cantaores como Antonio Mairena, Fosforito, Lebrijano, Tía Anica la Piriñaca, Rafael Romero, El Gallina, reiniciaron el debate que ya existía y prosigue todavía, sobre la evolución del cante; y me pregunto, ¿habrá que incluir la palabra revolución, habida cuenta de todo el deambular artístico que ofrece el actual panorama de la música en general?.

Queden las reflexiones siguientes a debate, a ser posible desde las páginas de CANDIL.

Tras el recuerdo a los amigos de la Peña Flamenca de Jaén que ya no están, y que tanto lucharon por la dignificación del flamenco en palabras impresas por Pedro Sánchez Ortega, nuestro compañero y amigo, vuelve a la revista flamenca, con interés centrado en las letras con las que la política se ha referido  a diversos acontecimientos históricos.

El testimonio de letras políticas más antiguo que se conoce data de 1907. Y cantaores conocidos que hicieron algunas grabaciones al respecto fueron El Mochuelo, el Chato de las ventas, Guerrita y Corruco de Algeciras.

Nos recuerda el autor y colaborador, Isidoro Pérez, que la historia del Flamenco se ha venido recogiendo a lo largo del tiempo, a través de numerosas obras y autores y que la historia de la guitarra, de igual manera, ha sido objeto de multitud de trabajos de investigación, por lo que, gracias a ellos, sabemos que la guitarra que conocemos hoy, es fruto de una evolución de otros instrumentos de distinto origen.

Y la oferta musical que trae hoy CANDIL, hace referencia a  tres obras maestras de la guitarra flamenca.

De clara y elegante afirmación musical, Rafael Riqueni, nos presenta De la Vera, una obra maestra de calidad interpretativa y calidez espiritual.

Qué decir de Paco de Lucía, de nuestro Paco de Lucía:

“No me duele la muerte, Paco. Me dueles tú. Tus ojos de pálida guitarra dormida. Me duelen esos dedos o pinceles que Falla admiraría y con los que ya no podrás pintar, nunca más, ese ilustre compás. Maestro y creador de formas y expresiones de un Arte tan universal y tan nuestro”.

Y Oración, de uno de los más grandes guitarristas que ha dado la historia del flamenco tanto desde un punto de vista interpretativo como en composición: Manolo Sanlúcar.

En el año 1935 y fechado en Madrid, concretamente en el Pasaje de la Alhambra, aparece un libro, ARTE Y ARTISTAS FLAMENCOS, cuyo autor es Fernando de Triana, cantaor que fuera, artista y profundo conocedor del Flamenco; ya en sus páginas 271 y siguientes, se puede anotar la presencia de la Cantaora África Vázquez, la primera cantaora profesional del cante granadino del siglo XIX.

Ahora en CANDIL  gracias al trabajo del profesor, académico e investigador, Antonio Conde, sabemos que África Vázquez  nació en 1864-65.Y es cantaora a la que se atribuye un estilo de fandango  sobre la que pesa la influencia fundamental para que D. Antonio Chacón creara su granaina.

Otro apunte: la vida artística de África Vázquez transcurre actuando en teatros y cafés cantantes, iniciándose con 10 años en el café la Mariana. Seguiría por Cartagena, Barcelona, Madrid y Sevilla. A propósito de la ciudad de la Giralda, aún se recuerda a una cantaora que cantaba esta letra:  Soy de la Peza pezeña/ de los montes, montesina/y para servir a Uds./soy de Graná, granaína.

En la sección de crítica de libros, nos atrapa  Alfonso Fernández Malo. Poeta, escritor, jurista, político y aventurero de la vida, que cada día nos sorprende con una innegociada personalidad que él mismo analiza y expone con sus aportaciones surgidas de la verdad. Héroe en contra de la sinrazón. A favor del equilibrio entre el llanto y la alegría, del grito que nace y la muerte que determina.

También para CANDIL, Alfonso Fernández Malo nos regala su “Libro de las preguntas”.

En fin todo un compendio de análisis, para cerrar este número 161 con un recuerdo a Rafael Valera, que fuera Director de la revista, Presidente de la Peña Flamenca de Jaén

¡Y tantas cosas que nos unieron en la amistad!

Por ello hoy, de nuevo, necesariamente, se nos exige estar aquí, para proclamar que RAFAEL VALERA ESPINOSA, fue y lo será siempre, un grande en la dinastía de los sabios que el Arte Flamenco nos dio, nos otorgó, y que yo certifico desde la Geografía Universal y única de nuestra Andalucía.

No hace falta, pero quizás se impone reconocer el amplio bagaje de estudios e investigación que nuestro cabal y flamenco amigo Rafael, ha dejado entre nosotros, como estela de brillo y luz de lo que el cante, el toque y el baile, es y representa.

Rafael compartió cátedra y actividad con los profesionales más cualificados de la comunicación, flamencólogos, escritores y poetas. Sin olvidar su relación con las figuras más representativas del flamenco. En definitiva, el saber y la palabra de Rafael Valera Espinosa, estuvieron presentes en todo  el proceso histórico y actual del Arte Flamenco.

Y fuimos amigos y compañeros. Cómplices en idearios y en definir el verso flamenco.

Rafael me dijo y escribió una vez: “No se puede expresar con más rotundidad el amor por el flamenco que con estas estrofas”:

Y vengo a traer

el verso que clama,

desde la imagen perfecta de la duda.

Vengo a depositar el aroma

de un compás que repite,

cíclicamente

el sonido de un parto que fue terrible,

hasta hacer que naciera el grito.

Es decir, el flamenco del pellizco, del duende, del quejío, de la esencia jonda”. Ese flamenco que él amaba y bien conocía.

Adiós Rafael. Desde la paz merecida, permaneces  entre nosotros.

 

*(Juan Antonio Ibáñez Jiménez es periodista y crítico de flamenco.)

 

 

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