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Jaén es la provincia que genera el 20% de la producción mundial de una riqueza única y valorada cada vez más en el mundo: el aceite de oliva.

Pero Jaén se empobrece, pierde población, renta per cápita. 

La desesperanza es tal que ya ni las parejas procrean. 

¿Una maldición medieval?  

En principio eso pude creer, pero no.

Jaén padece las consecuencias de 40 años de clientelismo, nepotismo y pérdida de pertenencia a un Estado de Derecho.

Jaén es una anomalía entre una capital con un Ayuntamiento que subsiste por las inyecciones del gobierno de la nación, y una provincia que se empobrece con la dependencia de la Junta de Andalucía.

Siete anillos como los fosos de su destruida ciudadela sellan Jaén.

Yendo de fuera hacia adentro:

El primer anillo -y de más amplitud- es una población semiinstruida. 

El segundo, la dependencia irracional ante un olivar extensivo e insostenible.

La tercera;  las instituciones locales colmatadas de parientes y clientes. 

El cuarto anillo son las instituciones de la Junta que actúan como receptores de un mando a distancia, lejos de las necesidades y expectativas que miran en dirección Sevilla como chucho que espera chuchería de premio.

El quinto anillo es la Universidad que no alcanza transferir conocimiento a la sociedad, y por tanto no la transforma para el bien o el progreso de generaciones futuras.

El sexto anillo es la policía y la Justicia, en una provincia extensa y poco poblada, donde todas las instituciones se llenan de  parientes, y amantes, es más que probable que en los asuntos tengan conocidos, y deudos. Por lo que la Justicia, se lleva de aquella manera en la lucha contra la corrupción. 

Y el séptimo anillo es el gran sello de silencio: el que los medios hacen a los asuntos que rozan el poder, cuando temen padecer las consecuencias por divulgar lo que el poder considera que no se debe de saber.

La omertá impuesta por unos medios de comunicación  más pendientes de agradar  al que más manda, y puede, que a dar un servicio de información: transparente, completo y sin líneas rojas.

 

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