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Por IGNACIO VILLAR MOLINA / La captación del ahorro de los hogares y empresas ha sido tradicionalmente el caballo de batalla de las entidades financieras ya que, en definitiva, constituía una de las fuentes de recursos más importantes para atender la demanda de financiación de los clientes y compañías, creando un grado de dependencia que fue casi absoluta antes de nuestra incorporación a la Unión Europea. En realidad este cometido ocupaba el núcleo central de la actividad de los empleados a la que estaba dirigida la mayor parte de la estrategia comercial.

Efectivamente, la integración de España en la Unión Económica y Monetaria (zona euro) tuvo todo tipo de consecuencias y, entre ellas, que las competencias de política monetaria fueron asumidas por el Banco Central Europeo, lo que le permitía tomar las decisiones concretas de esta naturaleza y prestar atención, no sólo al control de la inflación, sino también a objetivos relacionados con la estabilidad financiera y el crecimiento económico. Así, desde 2011 hasta 2020, como consecuencia de distintas coyunturas económicas, especialmente baja inflación o depresión económica, pandemia y guerra de Ucrania, el BCE (Banco Central Europeo) dio rienda suelta a sucesivas subastas de liquidez muy favorables para los bancos, lo que permitió a las entidades financiarse durante ese período con los fondos gratuitos del BCE, lo que redujo la dependencia clásica del ahorro para mantener su actividad crediticia.

Por otro lado, el menor consumo de las familias, que aupó el ahorro contabilizado en los bancos hasta 1.03 billones de euros, en su mayor parte, en cuentas a la vista, sumado a esas enormes olas de fondos del BCE, supuso un acopio de recursos que todavía inunda los balances bancarios, especialmente en las entidades del Sur, lo que hace innecesario, según los bancos, ofrecer mayores incentivos para captar más efectivo. Igualmente no podemos olvidar que en este tipo de contexto se produce una contracción evidente de la demanda de nueva financiación, tanto de los hogares como de las empresas, y, de otro lado, que los bancos siguen recuperando fondos por las amortizaciones de los créditos y préstamos en vigor, especialmente de las amortizaciones pactadas en los hipotecarios y por las cancelaciones totales que se están produciendo con recursos propios de los clientes, invertidos, hasta ahora, en otras productos financieros de rentabilidad superior al costo de la hipoteca.

Sin duda, los bancos se han visto favorecidos por la abrupta subida de los tipos de interés, ya que sus carteras de créditos y préstamos, añadirán un montante adicional inesperado al margen por intereses, especialmente procedente de los préstamos hipotecarios cuando progresivamente se vayan produciendo las revisiones previstas en las condiciones pactadas. Es verdad que durante la última década, cuando los tipos se mantuvieron a interés cero e incluso negativos, sus cuentas de resultados sufrieron un deterioro significativo apenas salvado por el incremento de las comisiones, por lo que, en esta coyuntura favorable para sus objetivos están fortaleciendo sus ratios de solvencia y normalizando el reparto de dividendos a sus accionistas, sin que, en su criterio, sea prioritario captar más pasivo o remunerar el ya contabilizado en las cuentas de sus clientes.

Sin embargo, en este aspecto, diversos ámbitos, tanto nacionales como internacionales, han puesto de manifiesto profundas discrepancias sobre la estrategia remunerativa que aplican los 6 principales bancos españoles, que concentran el 75% del montante total de los capitales depositados en sus cuentas. Según los últimos datos conocidos la retribución media del segmento de los hogares en España se sitúa en el 1.64%,  un 0.82% menor que la media europea. No obstante sí parece que las empresas están logrando un mejor ratio retributivo, 2.46%, ya que la diferencia con la media europea se reduce al 0.11%. Esta diferencia de trato entre ambos grupos obedecen a la mayor capacidad de negociación que tienen las empresas en base a que los montantes que mantienen son muy elevados y, por otro lado, porque durante el período de tipos negativos sí tuvieron que pagar una comisión por sus excedentes de efectivo depositados en las entidades. No obstante, en mi criterio, los bancos temen una contaminación muy rápida de buena parte de los pasivos de los hogares, lo que sí provocaría, no sólo un rápido encarecimiento del pasivo, sino también una nueva guerra por la captación de nuevos excedentes.

En su defecto las principales entidades han optado por priorizar la captación de nóminas de particulares con el objetivo de vincular a nuevos clientes, a la  vez que ofrecen atractivas remuneraciones limitadas a importes concretos y el pago complementario de una bonificación para nuevos usuarios por la domiciliación de su nómina.

En cualquier caso existe cierta inquietud sobre la actuación general mantenida por las entidades españolas, ya que según fuentes oficiales podrían estar rozando los contornos permitidos por la ley de la libre competencia. A tal efecto la vicepresidenta del gobierno, Nadia Calviño, hizo recientemente dos anuncios: por un lado encargó a la CNMC (Comisión Nacional del Mercado de la Competencia) un estudio sobre las causas que están impidiendo que los bancos no retribuyan más los ahorros de los hogares, y por otro, señaló que no descarta realizar “algún cambio legislativo” para que se incremente la remuneración del ahorro. En este aspecto la AEB (Asociación Española de Banca), como la CECA (Confederación Española de Cajas de Ahorros), argumentan que no existe problema alguno de competencia y que la falta de remuneración es debida simplemente al exceso de liquidez.

Sobre este tema ya discrepan entidades de menor tamaño, pero con una importante penetración en el contexto del ahorro, como las cajas rurales, que ya se están posicionando con ofertas próximas al 3%, lo que supone una competencia clara, en igualdad de condiciones, con el resto del sector financiero. Pero, además, el Tesoro, aunque todavía con cifras modestas en relación con el importante volumen de depósitos que figuran en los balances de los bancos, está aumentando su penetración en el ahorro privado gracias al atractivo interés que paga por sus emisiones de Letras. La última subasta del Tesoro, celebrada hace unos días, elevó el tipo medio de sus emisiones a seis y doce meses al 3.599 y 3.775%, respectivamente, acercándose los tipos marginales (tipo más elevado que pagó el Tesoro) al 4%, siguiendo la estela de lo que ha hecho el Euribor tras las sucesivas subidas llevadas a cabo por el BCE, lo que, en definitiva supone para los inversores superar a la inflación que según el último dato se situó en junio en el 1.9%.

Ante este escenario parece dibujarse una clara posibilidad para que antes de fin de año los grandes bancos españoles retomen la senda de la retribución de los depósitos de sus clientes, especialmente si tenemos en cuenta el marcado perfil conservador de un tanto por ciento muy elevado de ahorradores que huyen de otras inversiones que puedan entrañar algún riesgo, aunque sea de menor índole.

Foto: Agencia EFE.

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