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Comienzo a escribir este artículo el 14 de febrero de 2022. Y no porque tenga intención de hablar de cuestiones románticas, dada la fecha, sino porque hoy se han cumplido veintiséis años desde que un pistolero de la banda terrorista ETA mató al inolvidable Francisco Tomás y Valiente. Catedrático de Historia del Derecho, Presidente del Tribunal Constitucional a finales de los ochenta y principios de los noventa… Un demócrata de inmensa calidad humana. Los asesinos sabían que con semejante crimen herían con hondura una parte importante del núcleo de la España de las libertades. Nuestro armazón constitucional se resintió pero encajó el golpe con dignidad y entereza, como no podía ser de otra forma; lo cual le sirvió para salir reforzado.

Decía arriba que este artículo no versa sobre asuntos del corazón, pese a escribirse en el Día de San Valentín; sin embargo, sí que quiero aprovechar recordando este episodio triste de nuestra Historia reciente para hablar de amor, de Amor con mayúsculas por la Democracia, el Estado de Derecho y la moderación entendida no como una tibieza de convicciones sino como la búsqueda serena de una política alejada de extremismos, basada en el respeto, la sensatez, la capacidad para llegar a acuerdos…

Leer a Tomás y Valiente y sobre Tomás y Valiente durante mi etapa de estudiante de Derecho fue tremendamente productivo para mí, pues su ejemplo me resultó inspirador a la hora de construir y consolidar mis valores personales. Y son esos valores los que me llevan a sentirme orgullosamente español sin caer en nacionalismos ni centrífugos ni centrípetos: para algunas personas seré un españolazo y para otras, por el contrario, un cosmopaleto. Son esos valores también los que me empujan a defender una regeneración democrática de calado que respete el esquema básico de nuestras instituciones; los que me proporcionan una visión del Estado fibrosa, con músculo y sin grasa, ni raquítico ni mastodóntico; y los que me hacen respetar los derechos de propiedad e iniciativa privadas y, al mismo tiempo, enarbolar la bandera de los servicios públicos y la igualdad de oportunidades.

Imagen: Ayer, 14 de febrero, se cumplieron veintiséis años de la muerte de Francisco Tomás y Valiente, a manos de un pistolero de la banda terrorista ETA.

 

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