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Navarra ha sido la primera comunidad autónoma en regular los colectivos de consumidores de cannabis. La ley ha sido aprobada, cómo no, con los votos a favor de Socialistas, Bildu, Aralar-Nabai e I-E, estableciendo una serie de normas para la constitución, organización y funcionamiento de estos clubes de fumadores de porros.

La ley dicta que estos colectivos sean asociaciones sin ánimo de lucro, menos mal, y que entre los requisitos, a la hora de constituirse como tal, se exija que los socios fundadores consumieran marihuana de forma habitual antes de iniciar la actividad del club, es decir, que fueran drogadictos. Pero lo más surrealista de la norma, es que el Gobierno de Navarra exige a los colectivos que ofrezcan formación para controlar el consumo y prevenir riesgos, así como trabajar para que se reduzca el mercado ilícito de venta de cannabis. Menuda chapuza

La Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD) ha publicado los datos de una   encuesta que afirma que el 70 % de los españoles entre 15 a 65 años cree que hay que luchar por una sociedad sin drogas. Seis de cada diez opinan que las drogas son sustancias muy peligrosas que no deben ni probarse, ya que su consumo no aporta ningún beneficio. Sin embargo, esta opinión cambia sustancialmente si se pregunta por el cannabis. Las investigaciones realizadas, resaltan una mayoría de partidarios (52%) de permitir la venta del cannabis a adultos, frente al 44% que sostienen que debe mantenerse la prohibición. Es decir, crece la opinión contra las drogas, y lamentablemente aumenta la permisividad hacia el cannabis.

España es la primera productora nacional de ‘maría’, y la razón es simple y contundente: la mercancía es aquí más barata dado la gran oferta existente. La ‘infiltración’ de la marihuana en nuestra sociedad está alcanzando tintes casi epidémicos. La juventud está banalizando su consumo, ya que la vende todo el mundo. Cualquiera es agricultor autónomo e incluso empresario. Las fábricas “Maria S.L.’ siguen funcionando a pleno rendimiento pese a los constantes golpes policiales, teniendo incluso que crear unidades específicas para la lucha contra el cultivo y tráfico de esta droga.

Esta droga tiene fama de blanda y amable. Monumental error. La ‘maría’ no es ni mucho menos inocua. Los consumidores de dosis altas de marihuana pueden, experimentar, entre otros, una psicosis aguda, que incluye alucinaciones, delirio y una pérdida del sentido de la identidad personal. Todos los días pasan por los juzgados chavales que no están en sus cabales de tanto fumar porros.

Es difícil luchar ante el consumo de esta sustancia normalizada y aceptada a nivel social y que tiene una baja percepción de riesgo, pero su autorización, en club de fumadores de porros, es, en mi opinión, un hecho muy desafortunado.

Espero que el Gobierno Central, recurra al Tribunal Constitucional dicha Ley, porque vulnera competencias exclusivas del Estado en materia penal, en materia de seguridad y salud pública.

 

 

 

 

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