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La Semana de Estudios Flamencos, que tiene lugar en la Peña Flamenca jienense, la abrió el pasado lunes con una conferencia titulada «Del Renacimiento Flamenco y sus cantaores», el periodista y flamencólogo Juan Antonio Ibáñez Jiménez. Se trata de un profesional muy reconocido en Jaén, donde fue uno de los profesionales pioneros en la antigua Radio Popular, hoy cadena COPE, en la que desempeñó las funciones de jefe de Programas y de Informativos, primero, para pasar después a la dirección de la emisora. Juan Antonio Ibáñez es un periodista de raza que dejó en Jaén un gran recuerdo tanto de su labor informativa como de su responsabilidad al frente del medio radiofónico. Y siempre ha sido un enamorado del flamenco, aparte de entendido y crítico cabal. Es un placer reproducir en este Blog, en el que colabora, la brillante conferencia de Juan Antonio Ibáñez.

 

DEL RENACIMIENTO FLAMENCO Y SUS CANTAORES

Acudimos a este foro flamenco, a esta cátedra de afición y conocimiento, a esta convocatoria que nos hace la Peña Flamenca de Jaén, cuya generosidad nos abre las puertas de la amistad, para asomarnos a ese gran mural cultural que es Andalucía. Y nuestra tierra, que es historia, leyenda y vida, se ubica en el paisaje de la tradición que nos envuelve y crea lo que pudiéramos denominar parte del hecho diferencial andaluz. Ese hecho es el flamenco.

Y nos parece oportuno decir que el trabajo que sirve de base a esta charla o conferencia y que titulamos “Del Renacimiento Flamenco”, pertenece a un estudio más amplio en el que tratamos de exponer conceptos y fundamentos de lo que bien pudieran ser unos apuntes del proceso desarrollado por un Arte con especial acento andaluz, significando su valor como voz del pueblo.

El flamenco -opinamos- avanza, pero sin dejar de mirar el pasado. Y llegados a este punto, hemos creído que sería oportuno abrir un nuevo capítulo en su caminar. Y se constata que escritores, investigadores y flamencólogos, en general, han venido en denominar a la etapa de los años 50 y posteriores, DEL RENACIMIENTO FLAMENCO.

Luego, habrá que establecer cierto paralelismo entre el Renacimiento como movimiento aparecido en el siglo XV y el Flamenco, nuestro Arte flamenco, en su revitalización a mediados del siglo pasado.

Veamos. EL RENACIMIENTO, movimiento no sólo cultural, que apareciera en el siglo XV, retoma los valores de la antigüedad, en un proceso renovador pero basándose en el orden clásico, es decir en la cultura grecolatina –retomando sus elementos- pero actualizándose. Y da importancia a los sentimientos, hace caso a la marginalidad, rompiendo cierta convencionalidad social. Todo ello, según diversos tratadistas, avalado por dos principios, la libertad y la igualdad.

Y en el FLAMENCO encontramos signos coincidentes. Por ejemplo: En la mitad del siglo XX se intenta que vuelva a sus raíces, a su esencia primera, a su pureza; reactivando su conocimiento y así llegar a una revitalización de lo jondo. Y en sus letras, el Flamenco da una decidida importancia a lo social. En el flamenco, junto a los contenidos de siempre, subyace una narrativa de la situación del pueblo andaluz en aquellos días.

Por otra parte, el RENACIMIENTO se define como movimiento vital. Movimiento de vida.

Y EL  FLAMENCO, se dice, es un modo de ser.

FESTIVALES Y UNIVERSIDAD

Y aludíamos anteriormente al hecho de abrir nuevos caminos, de revitalizar nuestro Arte Flamenco. Y aparecen diversos hechos que queremos destacar, son: los Festivales Flamencos y la irrupción de la Universidad en este recorrido de consolidación y apertura del flamenco al mundo de la cultura, la docencia, el estudio, la investigación; también los tablaos, el teatro, en nueva versión de raíz andaluza. Sin olvidar el verso con marcado acento jondo. Y las peñas o ateneos flamencos de la cultura andaluza.

Así, desde un Coliseo de actitudes es cuando aparecen los festivales como espectáculos alternativos a los tradicionales; y siempre, apoyando un carácter regeneracionista, se convierten en soporte clave para el desarrollo del hoy, ya proclamado, Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Es una nueva forma de ofrecer esta manifestación a una audiencia masiva que, además, en connivencia con la Universidad, siembran de aconteceres todo un territorio abierto  a la mirada inquieta del andaluz enamorado de su tierra. Porque, además, la Universidad pide doctorarse en Flamenco.

Y fue una eclosión de sentimientos y entusiasmo colectivo. No hubo ciudad, comarca o localidad, grande o pequeña, que no quisiera mostrar su interés por el cante, el toque y el baile. No había fiesta popular o de cualquier otro motivo a destacar que no tuviera su festival o concurso flamenco.

Córdoba, con su concurso -legado y continuación del 22 granadino-, que todavía está ahí como foco iluminador para generaciones de artistas consolidados y de los que van pidiendo paso. Enumeramos: El potaje de Utrera, la Reunión de cante de La Puebla, Pegalajar y sus homenajes a los más grandes. La Caracolá de Lebrija. Juan Talega de Dos Hermanas, El Gazpacho de Morón, La Purpuja de Trebujena, La Cata de Montilla, El Polvorón de Estepa, Frasquito Yerbabuena de Huétor Vega. Así hasta llegar a La Unión.

FESTIVALES FLAMENCOS

En mi juventud, casi adolescencia, Granada, lugar donde nací, me ofreció la oportunidad de vivir, desde la cercanía, aquellos iniciales espectáculos. Recuerdo aquel festival, celebrado en el Paseo de los Tristes, con la Alhambra de fondo. El cartel era de lujo, histórico: Juan Talega, Antonio Mairena, Fernanda y Bernarda de Utrera, La Paquera, Fosforito, Terremoto de Jerez, Jarrito, Porrina de Badajoz.

Eran pueblos y ciudades, no solo del Sur, que se engalanaban con sus mejores galas: con cielos llenos de luceros y al aire de la libertad; la sonrisa clara, la mirada siempre con destino a las estrellas de un mundo mejor. El ambiente fraterno y solidario; el compás de la sinceridad y la mano tendida al compañero. Aquel pueblo en fiesta y aquel flamenco en gozo.

UNIVERSIDAD Y FLAMENCO

Y la Universidad que asume su compromiso con esa nueva Nuba, andaluza por definición, autentica desde su raíz, explorada e investigada por jóvenes de no sé qué especialidad pero, decididos a tomar parte en ofrecer conocimiento desde el estudio para acoger a ese hijo pródigo, nunca huido, sí rechazado por la prepotencia cultural del poderoso que, al final ve como el pueblo alza su voz y reclama un sillón, sin letra, en la academia, -nunca reconocida-, de las letras y las músicas dispersas de la existencia.

Y desde aquella cultura legada, el recuerdo a Ziryab como fruto del pensamiento que añora.

Pero el cante, el toque y el baile -Mairena, Sabicas y Enrique el Cojo- siguen en la cruz del destino. O sea, su futuro. El camino, recordamos, se reinició a la mitad, años más, años menos, del siglo XX.           

FECUNDAS PRODUCCIONES TEATRALES

Y ya, cuando el siglo pasado -70 peldaños andados- había demostrado ser lo suficientemente lúcido con el flamenco, conoceremos otras formas en sus coplas, en sus voces y en sus gestos. En este caso, uno de los más fieles y representativos hechos diferenciales de nuestra tierra no pide la reunión de cabales; sí un espacio para hacer, con imaginativa metodología, grandes producciones teatrales. Otra dimensión artística pues para exponer el ay, la queja. La denuncia, la reivindicación.

Varios nombres son los que abrieron sus espléndidas actitudes literarias acudiendo al cante, el toque y el baile. Elijamos a Juan Bernabé, muerto prematuramente, que fuera director del teatro estudio Lebrijano, a Salvador Távora,  Pepe Heredia Maya y Juan de Loxa. Y quizás fuera necesario unir a la literatura, el baile. Y con él, su espaldarazo estético. Nos falta, por tanto, un arcángel moreno llamado Mario Maya. El coreógrafo cordobés, granadino y universal, fue bailaor de sobrias aptitudes no exentas de una belleza plástica que bien pudiera firmar Vicente Escudero.

Quejío, Ceremonial, Camelamos Naquerar y ¡Ay!, -entre otros- fueron testimonios a tener en cuenta.

LOS TABLAOS

Llegados estos años, -ya saben, mediado el siglo pasado- el flamenco empieza a ser conocido en medio mundo y nuevas generaciones de cantaores reivindican su sitio y siguen cantando los estilos que son historia. Hablamos de Antonio Mairena, Chocolate, Fernanda y Bernarda, Jarrito, Fosforito, Terremoto, Porrina de Badajoz, La Paquera de Jerez, Beni de Cádiz, Rafael Romero, El Gallina, Pericón, Bernardo de los Lobitos, y etc, etc.

Es el momento, el tiempo del tablao flamenco, apoyado por una afición creciente y el turismo que elige Andalucía, como nuevos escritores románticos del siglo XX.

No olvidar el Sacromonte granadino, lugar preferido de los nuevos escritores, músicos y pintores románticos llegados nuevamente al Sur. Y las zambras eran la gran fiesta andaluza.

Además, la casa discográfica HISPAVOX, edita la primera Antología del Arte Flamenco que coordinaría el guitarrista Perico del Lunar.

Unos años después el sello discográfico Ariola lanza una muy interesante colección dedicada al Cante, con nombres de gran significación cantaora.

Se crea la Cátedra de Flamencología de Jerez y aparecen con fuerza las Peñas Flamencas.

LAS PEÑAS  O ATENEOS FLAMENCOS DE LA CULTURA ANDALUZA

Quisiera señalar, brevemente, que las peñas, son uno de los principales vértices sustentadores del cante, el toque y el baile. Su actividad se puede considerar esencial para mantener el flamenco donde está. Las peñas como aulas para el estudio y la investigación o sencillamente para la afición que desea conocer para luego ser portavoces de nuestro Arte.

Necesario es hablar de sus concursos, que forman a modo de regla imprescindible, donde anida la pureza, el vértigo de la realidad que nace y permanece.

De aquí, las peñas, el flamenco, se abre para que el frondoso árbol de la creatividad, nos enseñe la verdad incontaminada. El flamenco en sus formas y contenidos. Las peñas como esa reunión de cabales, abiertos al crepúsculo de la mañana. El aficionado pendiente del ay de un lucero, el cantaor que redime a veces su insegura respuesta. El flamenco, vida y muerte que diría el hermano Fernando Quiñones. O la apasionada belleza de la queja según mi criterio. Hablamos de flamenco. Hablamos de arte. Todo desde Andalucía.

Y en Jaén, a finales de los sesenta, principios de los 70, en esta tierra de olivos, al calor de la amistad, nace un empeño por situar al flamenco en su justa dimensión.

Pepe Solís fue su primer presidente y se abrió la sed del entusiasmo. Pintores, escritores, aficionados, jaeneros, fueron creando un armazón de anhelos, hasta configurar lo que fuera LA PEÑA FLAMENCA DE JAÉN.

FERNANDO QUIÑONES, la define:

En la enésima noche

Del Condestable Iranzo vuelto

Rosario o Manolito

María, y a través

del tiempo, de la mora

ciudad a la que tumban

los cheques miserables de las Inmobiliarias,

una enésima noche, un año más, te besa

la boca oscura de la guitarra

y la noche lo es todo.

Cuando ya no haya más,

cuando ya no haya más que americanos

y Bancos, cuando todo

-hasta un tercio de Soleá-

se compre, ya a esta Peña Flamenca de Jaén

no habrá quien la derribe

puesto que ahora y aquí

la comulgamos, la tenemos,

la dejamos aquí entre todos

clavada a este papel

entre la luz locuaz y eterna

de la guitarra y las voces.

                                          

En estos años se comprueba que los poetas son incorporados como letristas de lujo -permítaseme la expresión-, a la nómina, amplia, y decididamente reivindicativa del cante, junto a otros nuevos cauces expresivos que toman cuerpo y presencia en este renacer de contenidos.

Así en el Sur, poetas, guías oficiantes o profetas como Moreno Galván, Caballero Bonald, Pepe Heredia, Juan de Loxa, Domingo Nicolás, actualizaron mensajes y porqués.

El flamenco recogía el testigo denunciado por los poetas sociales de la época. La guitarra nos daba su armonía. Se empieza a hablar del RENACIMIENTO FLAMENCO.

Qué alegría caminar

por esta camino abierto

con rumbo a la libertad.

 

Yo romperé murallas

aunque me muerdan –centinelas y perros-

que a mí me avasallan.

Son compases literarios escritos por Paco Moreno Galván, llamado el pintor de las letras flamencas que íbamos escuchando en jóvenes cantaores como José Menese, Diego Clavel. Miguel Vargas.

Señor que vas a caballo

y no das los buenos días.

Si el caballo cojeara,

otro gallo cantaría.

 

Tó viene a chocar conmigo,

tanto que ya no lo siento,

que si son grandes los golpes

más duro tengo yo el pecho.

Tan sometío me tenían

que hasta el aire me faltaba,

pero yo he nacío libre

y mis pensamientos volaban.

Qué dolor de pueblo

lo que ha soportao.

Golpes y golpes –y más golpecitos

en el mismo lao.

 

El tema de la emigración, el gran problema de los parados, fue trazado por Pepe Heredia y Benedicto Pérez Martín, entre otros:

Que tos nos estamos yendo

como pájaros en bandá,

porque allí donde no hay pan

unos detrás de otros

dejando tierras pa coto

hasta los perros se van.

 

El premiado, gloriado y reconocido escritor jerezano, José Manuel Caballero Bonald, dejó por aquellos tiempos y en estos pagos muestras de su buen hacer flamenco:

Las penas que estoy pasando

qué duras son de llevar

tanto tiempo encerraíto

por buscar la libertad.

        

El cuerpo tengo arrecío

de tanto bregar en el muelle

el cuerpo tengo arrecío,

pa cuando llegue a mi casa

con qué me quito yo el frío.

 

La falta que a mi me hace

de saber las cuatro cuentas,

las voy a ir aprendiendo

pa cantarte las cuarenta.

 

Con las claritas del día

ya estaba llena la plaza

y a la mitá de la gente

sin trabajo la dejaban.

 

El flamenco va escribiendo su historia, línea a línea, renglón a renglón. En España se abren las heridas de una guerra entre hermanos. Y el cante sufre, ¡cómo no!, los vaivenes de situaciones límite. Parece como si se detuviera a pensar. Otra vez el odio, la injusticia. Otra vez la falta de libertad. Y las consecuencias:

Entre jambre y jambre del pueblo

y altos jumos victoriosos

empezaron los cuarenta.

Entre jambre y calabozo

ajuste y pago de cuentas.

 

Pasada la contienda  en cada esquina se oye como un sentimiento de libertad dormida. En el colegio no habíamos conocido a Lorca, teniendo, además, a un profesor poeta. A Federico lo descubrimos en las noches de insomnios y luces venideras.

        

Lágrimas de nieve

tiene la fuente,

por si acaso durmiera

y no fuera muerte

la sonrisa perdida

cerca de la fuente.

 

 Andalucía, el flamenco se nos muestra con otro perfil. Pero, su voz existía. No había que renunciar a lo establecido. A lo bien establecido. Y junto a los surcos que ya estaban marcados por el paso del tiempo, la palabra se abre al aire nuevo. 

 Y El Flamenco es una tesis de libertad para aquellos pueblos oprimidos.

En el final, si me lo permiten, por qué no recordar, otra vez, la libertad y la igualdad, como derecho humano inmaculadamente presente en el flamenco.

 

Ábrase la tierra

no quiero vivir

para estar viviendo, como yo vivo,

prefiero morir.

 

No hay rebeldía mayor, grito más desesperado, aliento más vivo que el contenido en la letra de este cante. El cantaor llega al final de su universo y prefiere romper con la libertad de la existencia, ante la desolación de lo imposible.

 Sea este relato recuerdo de aquellos años que en el siglo pasado sucedieron y protagonizó el mundo flamenco. Sean sus argumentos los avales para que la historia así lo diga y lo manifieste.  Porque, ya reflejábamos al inicio que en el Flamenco subyace toda una narrativa de la situación del pueblo andaluz.

Finalizamos con la misma afirmación del inicio: EL RENACIMIENTO se define como movimiento vital, de vida.

El FLAMENCO, se dice, es un modo de ser.

 Nos queda decir, entonces, que en este descrito espacio escénico, la voz que anidó en Andalucía, compendio de otras muchas voces, pide, desde el Arte,  tiempo infinito para recrear las músicas dispersas de la existencia que permanecen; y que el pueblo muestre la belleza de la desnudez que adorna y, además, es verdadera.

 

*Juan Antonio Ibáñez es periodista y flamencólogo.

 

Foto: El conferenciante, Juan Antonio Ibáñez, durante su intervención en el inicio de la Semana de Estudios Flamencos,de la Peña Flamenca de Jaén.

                                         

 

 

 

 

 

 

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