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Cuando uno se asoma a la planicie donde se ubicó la ciudad de Cástulo, tras superar el pequeño promontorio que hay en el lugar de las murallas, no puede evitar cierta decepción: ante sus ojos aparecen casi setenta hectáreas de suaves colinas y llanos, cubiertas de comunidades herbáceas sin arbolado, unas pocas ruinas de recientes usos agrícolas y una estructura moderna bajo la cual se encuentra el mosaico de los Amores, uno de los tesoros arqueológicos castulonenses. A ras de tierra se encuentran grupos de unas pocas construcciones de piedra y los hoyos de numerosas excavaciones diseminadas por el paraje. Y al fondo, destacando sobre una loma, las ruinas de un pequeño castillo medieval. Sorprende que la tercera ciudad más mencionada en las fuentes de la Hispania romana se despache tan rápido con la mirada.

Y sin embargo, Cástulo fascina porque encierra una historia ininterrumpida desde finales del III milenio antes de Cristo hasta el siglo XV. Durante siglos y siglos fue relevante, y se constituyó en una de las ciudades más importantes de la Bética romana, y antes fue capital de la antigua Oretania ibera y punto donde se acumulaba el preciado mineral extraído en la cercana Sierra Morena hacia el resto del mundo conocido, desde el Neolítico. Esta importancia sostenida hizo que tuviese una gran población, edificios grandiosos, puerto, murallas y todo lo que una urbe pudiese necesitar. Sin embargo, Cástulo se devoraba a sí mismo; continuamente se destruía y se recomponía. Y finalmente, en su declive, fue desmontado sistemáticamente para abastecer de sillares y piedra al desarrollo de las cercanas Baeza y Úbeda.

Hay lugares históricos donde los restos de su pasado aparecen de manera clara: conjuntos de capiteles y epigramas esparcidos entre columnas y arcos, restos de templos, de murallas, de escenarios públicos, restos de necrópolis y mausoleos, de termas y de calzadas. La presencia del pasado es evidente. Sin embargo, aunque pueda parecer una paradoja, el tránsito por estos enclaves arqueológicos más explícitos puede resultar superficial: la curiosidad queda satisfecha más pronto, porque el que se acerca a contemplar estos lugares se sacia más rápidamente por la abundante información visual que recibe. Mérida, Itálica o Baelo Claudia son ejemplo de este tipo de enclaves arqueológicos, donde un paseo entre sus ruinas impacta visualmente en el viajero.

Por el contrario, en lugares como Cástulo, donde no hay unos restos tan evidentes al profano, es necesario recurrir al relato para poder apreciar la importancia de cada detalle. Y aquí aparece la fascinación por la historia de esta antigua ciudad: Cástulo se convierte en una inmensa fuente de narraciones, de descripciones y de interpretaciones. La arqueología es forzosamente interpretación, no solamente de las pruebas físicas que aparecen en la excavación, sino fundamentalmente del contexto social y cultural en el que se encuentran. Es toda una hermenéutica donde encontramos los patrones del círculo hermenéutico definido por Heidegger, Weber y Gadamer. Dilthey afirmaba que las ciencias humanas necesitan una comprensión, frente a las ciencias naturales, que requieren una explicación.

En lugares donde la monumentalidad es explícita, la interpretación, la hermenéutica la hace el propio observador, con todas sus limitaciones de profano, y la conclusión queda resumida muchas veces en la expresión de un sentimiento (“¡Qué bello es este lugar!”). Sin embargo, en los enclaves donde esta monumentalidad no es tan explícita, la interpretación hay que buscarla de la mano del arqueólogo, que proporciona una explicación, la cual puede ceñirse exclusivamente a señalar las evidencias arqueológicas de una manera estrictamente descriptiva, o bien puede añadir a esa descripción física y lógica, un relato que interprete el contexto cultural, económico, social, religioso e incluso ecológico, en el que se sitúa el hecho arqueológico descrito, o sea, un relato que se transforma en la narración de una historia. Lo fascinante es llegar a este punto, del relato de una historia. Y esto es lo que ocurre en Cástulo, tanto porque las características del enclave arqueológico obligan a esto, como por la calidad del equipo de arqueólogos como relatores de la(s) historia(s) de Cástulo.

Siempre es interesante conocer las conclusiones lógicas de un hallazgo (“Se deduce que”), pero si además se produce una interpretación e intento de comprensión del hallazgo en un ejercicio hermenéutico, se crea un relato que abre las puertas de la imaginación para poder comprender mediante la analogía. Conocer una descripción es intelectualmente gratificante, pero intentar comprender lo descrito es fascinante.

He tenido posibilidad de coordinar muchas visitas guiadas y grupos de voluntarios como parte del trabajo de voluntariado cultural que desempeña la organización en que colaboro, y he tenido la oportunidad de escuchar muchas veces a Marcelo Castro, arqueólogo y director de este conjunto arqueológico, que dada la magnitud del enclave (casi setenta hectáreas de una ciudad varias veces milenaria, casi todo sin excavar), con las intervenciones arqueológicas de los últimos años se ha pretendido abrir ventanas en diferentes momentos de la historia de Cástulo, para poder comprender mejor su historia. Este objetivo, de por sí ambicioso, se hace más relevante y singular cuando se complementa con otra aspiración: involucrar a la sociedad en general, y en particular a la de Linares (ciudad cercana al enclave), en el descubrimiento de los valores ocultos que encierra Cástulo, de tal manera la ciudadanía perciba y sienta como algo suyo el propio yacimiento y todo lo que está relacionado con él.

La implicación de la sociedad en las investigaciones de los últimos años ha sido todo un éxito, y algo totalmente inédito en la historia moderna de la arqueología española. Para ello se han desarrollado dos tipos de iniciativas: la admisión de grupos de voluntarios/as para ayudar a los investigadores en el trabajo de campo y en el Museo Arqueológico de Linares (donde se recibe todo el material hallado en las excavaciones), y la atención continuada del numeroso público que ha ido a visitar las excavaciones. El resultado es que cada vez es más numerosa la cantidad de personas de Linares y otras poblaciones vecinas, sensibilizadas con la importancia de Cástulo. Lo más llamativo es la transversalidad de este interés, puesto que llega a personas de muy diferente nivel de estudios, ámbito profesional o edad.

Un instrumento fundamental para conseguir estos resultados en la implicación de la sociedad con Cástulo, ha sido el excelente trabajo llevado a cabo por Marcelo Castro y su equipo, en la construcción de relatos, en la narración de historias, en un intento por comprender el pasado y hacer partícipe al público en ese intento de comprensión. El visitante que se acerca a Cástulo, tiene que recurrir forzosamente al relato, y se encuentra con la posibilidad de entrar con la imaginación por las ventanas que se están abriendo a la historia de Cástulo.

Este trabajo narrativo se intensifica con los numerosos voluntarios/as que han (hemos) trabajado en Cástulo desde el principio. Aparte de los estudiantes de la Universidad de Jaén, ha habido campos de trabajo juveniles e internacionales organizados por la Junta de Andalucía, y el apoyo permanente de tres asociaciones que aportaron voluntarios: la asociación 28F de Linares, la asociación de vecinos de la cercana localidad de Ibros, y la asociación Nueva Acrópolis, con voluntarios/as procedentes de varias localidades españolas. Para poder estimular la sensibilidad y la generosidad de todos estos cientos de personas ha sido imprescindible también el uso del relato. Lo que ha impulsado a tantas personas a dedicar su tiempo a esta forma de voluntariado cultural no han sido los argumentos sobre la importancia científica del proyecto, o sobre la relevancia de Cástulo como motor potencial para una economía local muy castigada por la crisis económica, sino la intensidad del relato narrado.

Esta capacidad narrativa se ha trasladado también a las nuevas tecnologías, con un resultado espectacular. Por ejemplo, se ha realizado una reconstrucción virtual de cómo sería la ciudad de Cástulo y sus alrededores, en una animación en 3D que puede visualizarse en el enlace https://www.youtube.com/watch?v=r_vcei0vD8c. Utilizando tecnología de realidad virtual, se ha diseñado un dispositivo que permite pasear entre una recreación virtual de Cástulo. Incluso a nivel estrictamente científico, un novedoso sistema de clasificación de los materiales encontrados en cada perfil excavado, permite recrear las estructuras encontradas y asociar los hallazgos.

Los propios investigadores afirman constantemente que los relatos están sujetos a la corrección y enmienda, porque continuamente aparecen hallazgos que pueden ratificarlos o no. Nos encontramos ante una narración viva, que evoluciona, lo que la hace más interesante si cabe. En el momento de escribir estas líneas, en 2018, hay numerosos relatos o interpretaciones históricas narradas, asociadas a los principales hallazgos. A continuación cito los más relevantes, no por orden de importancia, sino por el orden en el que estos lugares aparecen ante un visitante que llega a Cástulo.

1.       Relato de las necrópolis. Las diferentes necrópolis se hallaban extramuros de la ciudad. En la entrada del recinto, junto a dos tumbas, una ibérica y otra paleocristiana, con casi mil años de diferencia.

2.       Relato general de Cástulo, de su historia y sus características geográficas. Sobre el lugar donde estarían las murallas y una de las puertas de entrada. Narración de la importancia de la ubicación geográfica de la ciudad, que le otorga su valor estratégico: cerca de las minas de metales de Sierra Morena, en una encrucijada de caminos que conectan el Sur y el Levante y junto a un importante afluente del río Guadalquivir, que proporciona conexión con los puertos marítimos. De esta manera se explica la continuidad desde el Neolítico final (Cultura de los Silos) a finales del III milenio, pasando por el Bronce Medio y Final, etapa ibérica, etapa romana y etapa medieval hasta el siglo XV.

3.       Relato de escenas de la ciudad. Bajando por una de las calles principales, hay edificios singulares: las termas, letrinas públicas, la planta de un gran edificio de uso desconocido, el lugar donde se ha encontrado la evidencia de presencia judía más antigua de España.

4.       Relato del Mosaico de los Amores. Este es uno de los descubrimientos más importantes, y sin duda el más espectacular, de Cástulo. Puede estudiarse con detalle y en fotografía de gran resolución en el enlace http://gigapan.com/gigapans/128754 De por sí el mosaico es todo un relato simbólico posiblemente vinculado al poder.

El mosaico de los Amores se hallaba dentro de una gran construcción, que contiene otros mosaicos de inferior calidad, y que se cree que pudo ser un edificio al culto imperial de Domiciano, y posiblemente demolido a causa de la damnatio memoriae que dictó contra él el Senado. Gran historia.

5.       Relato de la comunidad paleo cristiana. Cástulo albergó una importante comunidad cristiana desde el inicio. Lo atestiguan numerosos indicios, los más relevantes son el hallazgo de una importante construcción con diferentes partes que proporcionan el relato de cómo era la vida de las primeras comunidades cristianas, y el descubrimiento de una rarísima y excelente patena de cristal, con una de las primeras imágenes de Cristo, representado a lo greco-romano, sin barba.

6.       Relato de la torre cartaginesa. Junto a la torre cartaginesa más grande de España, defendiendo la acrópolis de los cartagineses en Cástulo, hay una intensa narración de la Segunda Guerra Púnica, situados frente al lugar donde acamparon las legiones de Escipión, antes de conquistar definitivamente la ciudad a los cartagineses, de quienes era aliada la ciudad. Y en ese mismo lugar, la historia se cruza con una zona sagrada: lo que seguramente fue un templo.

7.       Relato de la ciudad ibérica. En otra colina opuesta a la acrópolis cartaginesa, se ha abierto una ventana a la ciudad ibérica.

8.       Relato del león. En 2013 se halló una formidable escultura de un león, de 1,2 por 0,9 m, en una puerta de la muralla norte. Hay incógnitas acerca del uso de esta puerta, y quien llevó a cabo esta escultura. Parece ser republicana, posterior a la conquista romana de la ciudad, y tal vez vinculada a un uso ceremonial.

9.       Relato del castillo de Santa Eufemia. En el otro extremo de la ciudad, en un promontorio sobre el río Guadalimar, se encuentran los restos de este castillo, que invita a narrar qué ocurrió con Cástulo durante la Edad Media: la presencia musulmana, para los que Cástulo ya no es tan importante, ya busca otros lugares más al norte, para su agricultura irrigada, y la posterior conquista cristiana.

10.   Relato del puerto. En una elevación que domina el río Guadalimar, se hace patente la importancia de este curso fluvial como medio de comunicación con los puertos atlánticos a través del río Guadalquivir, en un momento en que habría mayor caudal de agua por un clima más húmedo, como atestigua la presencia determinadas especies de caracoles terrestres, indicadoras de mayor humedad, en el estrato correspondiente al Bajo Imperio.

En definitiva, en Cástulo pone de manifiesto la importancia que tiene construir una narración completa del contexto histórico, social, económico y físico para comprender el hallazgo arqueológico. Esta narración va más allá de la descripción de las evidencias físicas que permiten una deducción lógica del hallazgo, y se transforma en todo un esfuerzo de comprensión, en un trabajo hermenéutico, que trabaja también con la imaginación y la analogía.

 

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