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Por MARTÍN LORENZO PAREDES APARICIO / Queridos amigos de la ciudad de Jaén, casi todo el mundo me conoce como la parte vieja de la ciudad. Sin embargo, con el adjetivo viejo no me siento identificado, me gusta más que me llaméis histórico, pues, creo que así tendría más importancia de la que, últimamente, se me está otorgando. 

No sólo he sido siempre maltratado por las diferentes administraciones, sino, también, y esto es lo que realmente me da mucha tristeza, por mis propios vecinos, por aquellos que viven en mí. En honor a la verdad, debo decir que no son muchos, pero sí los suficientes para convertir mis calles y mis plazas en lugares en los que, a veces, da mucha pena pasar. Suciedad, malas conductas, actividades ilícitas configuran un paisaje que, poco a poco, están destruyendo mi corazón. 

Vivir en mí, también, supone vivir por mí. Y este deseo, la mayoría de los habitantes de la ciudad, hay que decirlo, no lo están cumpliendo. 

Mi alma se está apagando, a pesar de que algunos actores, fundamentalmente asociaciones de vecinos y culturales, sí luchan para que siga siendo un lugar histórico y no viejo. Sin embargo, sus armas para llevar a cabo tal misión no son tan poderosas como las de otros actores que, si tuvieran la valentía necesaria, y dejaran al margen sus conflictos, uniéndose, seguramente, sería una de las zonas históricas más hermosas de Andalucía. A pesar de todo lo que se ha tirado de mi esqueleto, aún queda dentro de mí belleza: conventos, iglesias, palacios, palacetes, casas señoriales, campillejos, callejuelas…

Respecto a los actores principales, a los que aludía antes, si tuvieran la valentía de pedir y entrar en conflicto con sus superiores, pidiendo cosas en mi nombre, la vida me iría mejor. Esto es uno de mis talones de Aquiles y del resto de la ciudad. 

Ayer noche, se celebró, otra vez más, “La Noche en Blanco” en la que la Universidad de Jaén pone en valor, a través de diferentes actividades culturales, los monumentos que habitan en mí. Alabo y admiro lo que hace la Universidad, pero es necesario una vuelta de tuerca más. 

Me apena profundamente que en el desarrollo de todas estas actividades se vea a nuestros mandamases, móvil en mano, desfilando por mis calles sacando fotos, para después colgarlas en sus redes sociales. Sé que estáis en mi alma, esta noche, pero necesito que vuestra sensibilidad esté en alerta, respecto a lo que a mí concierne, todos los días del año. Con vuestra actitud y abandono me estáis condenando. 

Si acercáis vuestro corazón a algunas de mis piedras, podréis oír mi lamento, mi súplica, igual que lo hace el poeta, el pintor o el músico que vive dentro de mí. Sé que me queréis, pero no tenéis el valor de demostrarlo. 

Espero que vuestra actitud cambie. Y así, de una vez, la conciencia se os limpie y se vuelva tan blanca como alguna de mis calles. 

Anoche, disfruté de manera especial, con los versos del grupo literario Oliversando. Sus poetas declamaron por la salvación de cada uno de mis monumentos, de mis calles y plazas. La mezcla entre la poesía y la música, que tuvo lugar en los Baños del Naranjo, me trajo recuerdos antiguos en los que las tres culturas vivían en armonía y convivencia. 

Para finalizar esta pequeña epístola, quiero felicitar, nuevamente, a la UJA, pero exigiéndole la implantación de una facultad en mis entrañas. Su presencia es fundamental, y así cumplir con su función social y pública. De sus bondades no sólo se puede beneficiar la zona norte de Jaén. 

¡Qué hermoso sería ver en mis plazas estudiantes, y no vándalos! La juventud que vive en mí vería otra alternativa en su barrio a lo que. tristemente, ven a diario. 

Sin más, os deseo lo mejor, queridos ciudadanos. 

Martín Lorenzo Paredes Aparicio. 

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