BUENOS DÍAS. Por ANTONIO GARRIDO / “Las palabras que no van seguidas de hechos, no valen nada” (Esopo). La frase corresponde al famoso fabulista de la antigua Grecia. Estamos de acuerdo en la importancia que tienen las palabras, con ellas se puede acariciar o se puede herir, es posible articular expresiones muy bellas o caer en lo más bajo de la condición humana. El humanista José Luis Vives reconoce que no hay mejor espejo que la palabra para reflejar la imagen de cualquier persona. Pero como nos recuerda Esopo, ciertamente las palabras inspiran, motivan…aunque si queremos cambiar algo de lo que somos o queremos ser, tras las palabras, que no son un fin sino un medio, tenemos la ineludible obligación de actuar, esto es, pasar a la acción. Las palabras a veces se olvidan, por hermosas que sean, en cambio los hechos se quedan, en cualquier sitio, incluso muchas veces en el corazón…Y un 5 de septiembre como hoy, en 1997, nos dejaba la madre Teresa de Calcuta, Nobel de la Paz, que hace seis años fue canonizada. He aquí una cita sublime de quien dedicó su vida al servicio de los más pobres: “Espero que tengas suficiente felicidad para hacerte dulce. Suficientes pruebas para hacerte fuerte. Suficiente dolor para mantenerte humano. Suficiente fuerza para ser feliz”…Viene bien recordar que precisamente hoy se celebra el Día Internacional de la Beneficencia. Hacer beneficencia es dirigirse a alguien con bondad y generosidad. Beneficencia viene de la palabra en latín benefactum, que significa “buena acción”. Puede parecer extraño que las Naciones Unidas decidieran crear un día para la beneficencia, cuando por ejemplo en España, al menos oficialmente, quedó abolida esa palabra para traducirla en derechos. Pero por desgracia existen las necesidades de las personas. Escribió la autora gallega Concepción Arenal: “Hacer bien a los que nos inspiran simpatía es un goce: la virtud consiste en favorecer a los que no la inspiran”. El escritor italiano Cesare Cantú, por su parte, lo ve de esta manera: “El dinero consagrado a la beneficencia no tiene mérito si no representa un sacrificio, una privación”. La madre Teresa, antes aludida, lo expresa así: “No siempre podemos hacer grandes cosas, pero sí podemos hacer cosas pequeñas, con amor”. La escritora Mary Shelley lo concreta aún más: “Es justicia, no caridad, lo que necesita el mundo”…Una frase escogida de El Principito, de Antoine De Saint Exupéry, aleccionadora como todas las que contiene: “Es mucho más difícil juzgarse a sí mismo que a los demás. Si logras juzgarte bien a ti mismo eres un verdadero sabio”…Una expresión del escritor británico George Orwell: “En tiempos de engaño universal, decir la verdad se convierte en un acto revolucionario”…Y otra del filósofo José Ortega y Gasset: “He reducido el mundo a mi jardín y ahora veo la intensidad de todo lo que existe”…La última cita es del admirado escritor José Saramago: “El hombre más sabio que he conocido en toda mi vida no sabía leer ni escribir”.
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