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Se pongan como se pongan las administraciones, todas ellas, y por supuesto los políticos que han tenido alguna representatividad durante los 24 años que ha hecho hoy mismo, día de la Asunción, de las terribles tormentas que sembraron el pánico en las zonas de los Puentes, no han sido capaces de dar respuesta al problema de miles de familias, con lo que a este asunto le ha acompañado la misma suerte que otros muchos proyectos que se han quedado estancados. Únicamente se han ido produciendo apenas unos gestos, pero pequeños e insuficientes.

En el caso que nos ocupa menos mal que no se ha producido una catástrofe, porque de haber sido así lo lógico sería pedirle responsabilidades a quienes no han actuado con diligencia para resolver un problema grave para esta ciudad. Recordamos cantidad de reuniones de la comisión de seguimiento del protocolo de los Puentes con presencia de los vecinos junto con los gobierno local, regional y estatal, y cómo cada cierto tiempo nos sorprendían con nuevos planteamientos que en el fondo nos parecían pasos atrás e ir dilatando las soluciones, como han ido denunciado los propios vecinos, hartos de escuchar durante tantos años propuestas que finalmente se han ido aparcando.

Además a las administraciones les ha temblado el pulso para acudir a las soluciones drásticas, como el derribo de chalés si era necesario para evitar males mayores, pues por ejemplo en el Puente de la Sierra la adversa situación había que atajarla con firmeza y hacer ahora de la mejor manera posible lo que los políticos no tuvieron la valentía de exigir en el pasado. La cuestión es que el asunto ha dado para mucho en estos 24 años en los que se han ofrecido todo tipo de compromisos pero a la hora de la verdad esta asignatura sigue pendiente. Varios presidentes de colectivos vecinales de los Puentes, especialmente del Puente de la Sierra, lucharon en favor de las soluciones, pero terminaron quemados por la lentitud del trabajo de las administraciones y la burocracia que en el fondo escondía desgana y ausencia de una apuesta firme por dar una solución definitiva a un problema de calado. El asunto sigue en pie y durante estos años ha sido un socorrido argumento electoral del que deberíamos sentir bochorno los jienenses.

Últimamente la Junta ha exigido rigor con respecto a las zonas de inundabilidad y el nuevo PGOU era más exigente, pero los criterios contrapuestos no se han acabado y el PGOU ni siquiera existe. En definitiva ha habido mucho ruido pero estos años años no han sido suficientes para dar respuesta a un problema grave y que afecta a miles de jienenses. ¿Habrá que seguir esperando a que vuelva a producirse una catástrofe, al más puro estilo made in Jaén?

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