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Por ANTONIO GARRIDO / La Universidad de Jaén se encuentra en un tiempo de espera a ver en qué queda el nuevo modelo de financiación en el que parece que se está trabajando, que en un principio el consejero Gómez Villamandos anunció que se contaba con todo el año 2023 para elaborarlo y posteriormente acortó el plazo hacia el mes de mayo próximo. La situación económica para terminar este año no se ha podido corregir, porque la Junta ha presentado las cuentas del gran capitán, ha hecho ver que hay suficiencia financiera para la UJA, a pesar de que somos la última en financiación entre las universidades públicas andaluzas, pero los órganos de gobierno y el rector lo han aceptado y a pesar de que la confianza está bajo mínimos, no hay más remedio que poner toda la carne en el asador en el nuevo modelo.

Eso sí, menos mal que en su día la Plataforma Ciudadana en defensa de la UJA puso el grito en el cielo con la denuncia de un trato discriminatorio, injusto, que tendía a frenar su desarrollo, con el modelo del anterior consejero Rogelio Velasco, que gracias a Dios desapareció de la responsabilidad de gestión, porque el buen hombre pretendía condenar a nuestra institución a cero incremento pero no solo para este año sino para el próximo quinquenio. Ya in extremis, para justificar la nueva atención dispensada gracias a la presión social, cuando todavía el PP en el gobierno negaba la mayor, tanto en Sevilla como en Jaén, que tampoco se nos ha olvidado, el rector ha reconocido los hechos tal como sucedieron, también hay que recordar que él mismo, Juan Gómez, presentó la renuncia como presidente de los rectores andaluces y fue el que dio la voz de alarma sobre el peligro que se cernía. Después la política, que todo lo puede, trató de disuadirle de que no viera riesgo alguno. Y ahí estamos, en ese impasse que debe terminar precisamente cuando nuestro rector deje su cargo en las elecciones previstas para la próxima primavera. No es difícil pronosticar que llegar al consenso sobre un nuevo modelo de financiación no va a resultar tarea fácil, las universidades que han vivido a cuerpo de rey no aceptarán que se les recorte, ni siquiera por el principio de solidaridad, en consecuencia debe haber tensiones.

Esta vez la sociedad civil de Jaén, con su Plataforma al frente, van a estar muy alerta para que nada ni nadie obstaculicen por acción u omisión, el normal desenvolvimiento de la UJA y su crecimiento, de acuerdo con su propia realidad, ya que se suceden continuamente agradables noticias sobre su solvencia, el resultado de su investigación, incluso como ahora que hemos conocido que para este curso se ha visto aumentado el número de alumnos.

A propósito de las tensiones financieras de la UJA, que las ha habido en todos estos años de su existencia, aunque no siempre han sido noticia porque los rectores, de una u otra forma, han visto satisfechas sus necesidades, a falta de ese modelo de financiación que es esencial, he buscado en mi archivo un episodio que ocurrió hace 25 años, en 1997, cuando el entonces rector, Luis Parras Guijosa, se vio obligado a reclamar a Sevilla un reparto más equitativo de los fondos, porque, qué tendrá Jaén, siempre nos llegaban las migajas. En aquella delicada situación yo era el secretario del Consejo de Administración con el inolvidable Antonio Trujillo como presidente, y nos negamos a aprobar el presupuesto de la institución. El entonces presidente de la Junta, Manuel Chaves, le jugó una mala pasada a Jaén y su entonces consejero, Manuel Pezzi, declaró: “O hay más subvención o no se puede salir adelante, por lo que tendrán que ajustar su presupuesto y esperar al del próximo año”. ¿Y saben cuál era el problema? Que en un solo curso la población universitaria había pasado de 8.000 a 16.000. Por lo visto pretendían que muriera de éxito.

Luis Parras, aunque debía obediencia a la Junta, se mostró reivindicativo y exigente, porque intuía que podía derivar en situación crítica. En aquella oportunidad ya publiqué en Ideal, en mis diarias Acotaciones, un artículo titulado “Universidad: palabras…”, lamentando el engaño, la extrañeza de que quienes políticamente la crearon se volvieran tan cicateros y no vieran esta perversión. De hecho se conocieron prórrogas presupuestarias que dejaron secuelas irremediables, menos mal que los buenos gestores pudieron ir enmendando la dura adversidad. Hubo reacciones de la sociedad, pero en aquellos momentos, 25 años atrás, el clamor popular aún estaba virgen, seguíamos viendo pasar la vida con nuestra natural indolencia, complejo de inferioridad y la santa resignación cristiana.

Claro que, casualmente, hace muy pocos días una persona que merece todo el crédito, me confesó que en el momento en que se iba a aprobar la ley de las nuevas universidades, Chaves estuvo a punto de frenar la de Jaén. La versión es de alguien que asistía a una conversación telefónica entre el presidente Chaves y su entonces consejero, Antonio Pascual, encontrándose este en Jaén. El titular de la Junta le trasladó a su interlocutor que había dificultades, ignoro de qué tipo, para crear la Universidad de Jaén, vamos que se caía del cartel, a lo que Antonio Pascual respondió contundente que de ninguna manera aceptaría ese supuesto.

Me imagino el resto del diálogo, aunque algo me han contado, el caso es que hoy le tengo más admiración y afecto a Antonio Pascual, porque entre bastidores tuvo que pelear que la Universidad llegara a Jaén. Por esta razón siempre esta provincia estará en deuda con este político, que no solo fue un gran consejero, que se volcó para todo con su tierra, sino que fue providencial su actitud y su apuesta (esta vez sí tiene sentido la palabra), no solo política sino personal por el logro de la institución académica. Así se escribe la historia.

Por todas estas razones y muchas más, hay que cuidar y mimar a la UJA, que es en realidad la principal empresa tractora de la provincia, ahora que está tan de moda esa denominación, y ya no se va a permitir que las veleidades de la política, los intereses de los grandes, el mercadeo, etc., la pongan en peligro, porque la UJA es igual a futuro. Y ningún consejero ni ningún presidente de la Junta vamos a permitir que la humillen y para premiar a otras la releguen como se ha hecho de aquí para atrás, verbigracia lo que pretendía hacer el nefasto Velasco, que por cierto era y es un modelo con el que simpatizaba Villamandos, aunque después haya reconocido que planteaba “algunos problemas”, pero a él le fue muy bien en sus tiempos de rector cordobés.  

44 AÑOS DESPUÉS. Ahora que nuestra Universidad está a punto de cumplir 30 años, repasando en mis archivos, donde guardo infinidad de temas relacionados con nuestro Jaén, he encontrado noticias de la “Campaña pro Universidad” que entonces desarrollaba el Seminario de Estudios Universitarios, creado en el seno del Instituto de Estudios Jienenses, en el año 1969. Fue la Diputación Provincial, que desde el principio ha estado cerca de la realidad universitaria, y así es hasta hoy, la que en el año 1970 habilitó los fondos necesarios para la creación del Colegio Universitario “Santo Reino”, solicitado por el Seminario antes citado del IEJ y concedido finalmente por el Ministerio de Educación y Ciencia en octubre de 1971, si bien hasta 1975 no fue adscrito a la Universidad de Granada, de la que dependía Jaén a efectos universitarios.

En 1978, el entonces rector de la Universidad de Granada, Antonio Gallego Morell, que fue toda una personalidad en su tiempo y por cierto contribuyó a la creación de la Universidad de Verano de Baeza en el año 1979, fue invitado a dar una conferencia y en vez de animar a los jienenses, vino a echar un jarro de agua fría. “Luchar por el establecimiento de una universidad de Jaén es pura utopía”, dijo de manera tajante a principios de mayo de 1978, precisamente cuando ya se estaban movilizando algunos sectores para conseguir mejoras universitarias e incluso, con el tiempo, la recuperación para Jaén de la Universidad. No hay que olvidar que la Universidad de Jaén remonta sus antecedentes a la Edad Moderna con la Universidad de Baeza, pero la ciudad de Jaén también la tuvo en un breve periodo de tiempo, a lo largo del siglo XVII, en que el Estudio General de Santa Catalina se transformó en Universidad Pontificia, pero esta es otra historia.

En la conferencia del profesor Gallego Morell en Jaén, según tengo recogido en una crónica firmada en el diario “El País”, del que era corresponsal, algunas personas abandonaron el aula donde intervenía, por la severidad con la que daba respuesta a las aspiraciones legítimas de organismos oficiales y padres de alumnos. El rector vino a decir que la universidad no se improvisa en cuatro días y que no estaba de acuerdo en que las universidades se hicieran con fines políticos del partido que manda. Es más, por si no era bastante con lo ya dicho, subrayó que los colegios universitarios fueron creados “con extraordinaria precipitación y una política irresponsable lanzada desde Madrid”. El rector granadino hablaba de “La Universidad de hoy” y con esta visión que mantuvo lo que hizo fue aumentar la inquietud, por entender que Jaén quería y merecía una Universidad y que esta demanda no encontraría apoyo en la Universidad de Granada.

En resumen, lo que quiero decir es que antes de la creación de la Universidad de Jaén en el año 1993, tras el acuerdo del Parlamento de Andalucía y la decisión política previa de la Junta y del consejero Antonio Pascual, hubo durante más de dos décadas un movimiento que continuamente desarrolló campañas. Y luego hubo quienes a título individual pusieron un empeño especial, como fue el caso del empresario y profesor Blas Quesada Martínez, quien en su trayectoria política, en la que el único hilo conductor era su amor por Jaén, la creación de la Universidad fue su principal compromiso. Personas como él merecen estar en el recuerdo por el empeño y la pasión que pusieron en favor de la capital y la provincia.

Hoy miramos con la perspectiva de los años todo este proceso hasta llegar a la gran conquista, y nos damos cuenta de que finalmente fue posible por una decisión valiente y a pesar de todos los obstáculos que siempre han existido, porque a ciertos sectores, plenamente identificados, jamás le ha interesado la extensión de la Universidad, para que así pudieran acceder a ella pudientes y poderosos. Por fortuna para Jaén no se cumplió el negro pronóstico del profesor Gallego Morell, y hoy 44 años después, tenemos el orgullo de proclamarlo a los cuatro vientos. Por cierto, en el nuevo horizonte político que estamos construyendo ¿encajaría ahora la creación de la Universidad de Jaén y las que le acompañaron en el año 1993?   

Foto: En 2018, la Universidad de Jaén concedió al jienense Antonio Pascual Acosta el título de Doctor Honoris Causa de la UJA, un acto de estricta justicia.

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