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Aprovechando que finaliza el año y que entramos en la recogida oficial de la aceituna, los principales partidos políticos se han puesto a discutir, una vez más, sobre la Política Agraria Común  (PAC), una vez que la Consejería de Agricultura de la Junta ha hecho las cuentas y certifica que nuestra provincia se va a ver perjudicada durante su vigencia en una cantidad de 272 millones de euros. Recordarán que en las últimas campañas los socialistas hicieron de estos datos su principal argumento para llamar la atención de los perjuicios que se ocasionaban a un territorio, ya de sobra lastimado. Nunca fue posible contrastar los datos en un debate sosegado entre los dos principales partidos que han alternado responsabilidades de gobierno, porque el PP, que debe conocer las cifras con  exactitud, lo que hace es negar la mayor, supongo que por cuestiones políticas tácticas, acaso por vergüenza, o porque las operaciones matemáticas tendrían que llegar a la misma conclusión. De modo que se trata de una palabra contra otra y, entre medias, de una sarta de descalificaciones para esconder la verdad. 

Sinceramente, al menos en esta ocasión, y sin que sirva de precedente, me fío más de la versión de los socialistas, porque en este momento tienen que menos que perder. De la misma manera cuando el PSOE tenía las responsabilidades y nos tenía que vender el Plan Activa, por ejemplo, también le daba la vuelta para tratar de hacernos ver los aspectos más positivos. Esta es la retórica de las cifras, que tantas veces sirven para querer hacernos blanco lo que en realidad es negro.

Pero es bastante grave que pasemos por alto 272 millones de euros, con independencia de las razones de cada cual, y que nadie se dé por aludido, porque ese dinero corresponde a la provincia, y la política ya se encarga de restarle medios a Jaén para que por fidelidad a las siglas se haga un ejercicio de esta naturaleza, que me parece de todo punto impresentable y sería motivo para pedir dimisiones de todos los políticos que, a sabiendas, acepten este engaño.

Esta provincia siempre se juega no mucho, sino muchísimo, con la reforma de la Política Agrícola Común (PAC) porque tiene, a Dios gracias, una gran riqueza olivarera. Las organizaciones agrarias alertaron en su día con preocupación, porque el modelo de reparto de las ayudas nos causaría un tremendo perjuicio, y según UPA significaba el expolio de Jaén. Ya estábamos avisados, la portavoz socialista en el Congreso, decía de pasada que la UE preparaba un duro palo a los intereses de Jaén. El entonces ministro de Agricultura cuando se daba a luz a esta PAC, Arias Cañete, que ha pasado siempre por ser hábil negociador amén de un conocedor como pocos de la situación del olivar, nos dio la espalda con nocturnidad y alevosía. Y luego está este Jaén tan inmovilita y especialmente en un sector que defibe mejor que ningún otro la manera de ser de nuestra tierra, y que apenas ha reaccionado, y soy generoso, cuando hacía falta que esto ocurriera porque de lo contrario se obligaban a callarse durante unos cuantos años, pase lo que pase.

De nada han servido las advertencias de una necesaria unidad para defender el pan de Jaén. Si las fuerzas políticas, las administraciones, los agentes sociales y por supuesto las organizaciones agrarias, no están unidas para luchar por el futuro del olivar, ¿para qué van a hacerlo? Era la hora de movilizarse y de exigir alto y claro a los gobiernos que en una situación en la que lamentablemente las ayudas siguen siendo necesarias, Jaén rechazaba limosnas, para exigir una reforma que haga compatible el futuro del aceite y el de la gente que vive de él, y, sobre todo, donde no se perdieran  272 millones de euros, que le pertenecen a Jaén y que se han esfumado sin que los responsables hayan actuado con firmeza para impedirlo. Lo reitero por si acaso y lamento que esta provincia siga dando la penosa situación de falta de unidad y de defensa a ultranza de sus intereses, que lo son de todos los jienenses.

 

Al hilo de este comentario que da una imagen indeseable de nuestro Jaén, releo las noticias que indican que alcaldes de zonas afectadas por la A-32 o por la presa de Siles, que ya empezaba a fraguarse cuando yo hacía la primera comunión, y ha pasado algún tiempo, parece que se han plantado y han formado plataformas donde, esta vez sí, hay regidores de todos los partidos políticos. Hasta ahora las direcciones mandaban e imponían sus criterios, ahora se está dando el caso de que los alcaldes, que son los que finalmente tienen que dar la cara en sus pueblos, se han dado cuenta de que los carnés de los partidos están muy bien para los actos internos, pero que en la defensa del interés general hay que ir a pecho descubierto y hay que estar con la gente en lugar de con los líderes, que por otra parte tantas veces han dejado tirados a los suyos. Me parece magnífico, no cruzarle la cara a los políticos que pretendían ser reinos de taifas, pero sí unirse en un programa de mínimos para hablar todos y todas el mismo lenguaje y alzar su voz alta y clara, sin intérpretes y sin intermediarios.

 

 

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