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Por ANTONIO GARRIDO / Algo parece que está cambiando, aunque muy lentamente en Jaén, donde poco a poco se va desterrando al menos en parte la santa resignación que de siempre nos ha caracterizado, y que ha sido la causa que ha impedido a Jaén levantar la voz en cuantas ocasiones ha sido necesario para reclamar justicia. Ha estado ausente un cierto estado de rebeldía e inconformismo, y esto ha terminado por definir durante mucho tiempo una situación de apatía que ha ido paralizando cualquier expectativa. Hay que agradecerlo a los nuevos movimientos que han surgido en la ciudadanía y también hay que destacar el papel de las redes sociales, que son un instrumento a veces peligroso, pero que en su aspecto positivo amplifican la realidad y transmiten con inmediatez las preocupaciones e inquietudes de la gente, que no tolera las tomaduras de pelo, con lo que se ha acabado el sometimiento a determinadas voluntades como siempre fue el papel de Jaén, que hoy ya se pronuncia con firmeza ante cualquier tipo de adversidad, venga de donde venga.

Ya les cuesta trabajo a los políticos venir a tratar de engañarnos o de envolver con bonitas palabras y brindis al sol sus mensajes, tantas veces interesados y electoralistas, aunque desterrarlos del todo parece que les cuesta, todavía siguen empeñados en repetir hasta la saciedad la vieja consigna de la “apuesta y el compromiso”, a pesar de que en esta tierra la mayoría somos militantes del escepticismo y del hartazgo. Esto ha ocurrido siempre en Jaén, pero de un tiempo a esta parte hemos cambiado la confianza ciega por la prevención, el análisis y la crítica. En esta línea hay que seguir despertando de un sueño muy profundo y duradero que nos ha proporcionado grandes rémoras.

Hoy, repasando algunas páginas sublimes de la colección de “Don Lope de Sosa”, me he encontrado varias veces con el personaje de don José de Prado y Palacio, alcalde que fue de esta ciudad, también de la de Madrid, y en cuya etapa está recogido que  influyó en la expansión y modernización de Jaén y fue el único alcalde que soñó con un Jabalcuz a la altura de sus méritos, pero no tuvo tiempo de llevarlo a la práctica. Después de él nadie lo ha vuelto a intentar.

He recuperado su figura para confirmar que hoy como ayer esta ciudad ha padecido sus políticos, pero también nos recuerda lo que Jaén pudo ser y no es. Ahora muchos creemos que hay un nuevo despertar, ojalá sea cierto para que las generaciones que nos sucedan nos traten a nosotros y a nuestro talante con misericordia y si algo cambia sean indulgentes con nuestra atávica indolencia.

Vengo defendiendo desde hace años, pero como voz que clama en el desierto, que pasará a la historia el alcalde o alcaldesa que afronten de verdad dos de las asignaturas pendientes que tiene la capital y que no llegan, una es volver a imaginar a un Jabalcuz a la altura de sus méritos. Hay que ver la de engaños a los que hemos asistido en las últimas décadas, cesiones a la Junta, dinero de una entidad financiera, inacción, brindis al sol, mentiras, y a la larga estamos en el mismo lugar en el que nos encontrábamos hace quince o veinte años, la Junta actual opta por devolver el patrimonio que le fue cedido en época pasada, en fin, la recuperación de lo que fue el paraíso de Jabalcuz se torna complicada, pero qué impulso se le podría dar a Jaén si se uniera la voluntad pública y privada, ahora que hay empresarios con vocación de acrecentar los valores de la ciudad. Si este logro se llevara a cabo todo Jaén se alegraría y el alcalde pasaría a la historia, pero lamento decir que ese alcalde por el momento ni está ni se le espera. Y lo mismo cabe decir del casco antiguo.

No basta con limpiar los emblemáticos Jardines de Jabalcuz y de hacer cuatro actuaciones en el casco antiguo, donde queda muchísimo por hacer, porque ha precisado inversiones y voluntad política decidida y esta no ha llegado en tanto tiempo de democracia en los ayuntamientos, nada menos que 43 años. A todos se les ha llenado la boca con ese Jaén heredado de tantas generaciones, con emblemas como La Magdalena y los barrios próximos, y la recuperada judería, gracias en gran medida al impulso de la asociación sociocultural “Iuventa”. Pero no hubo compromiso porque requería constancia, un plan permanente, y todo lo necesario para evitar fuga de vecinos hacia otras zonas, en lugar de ir sumando proyectos, y entre ellos la implicación de la propia Universidad, de lo que tanto se ha hablado y como otras iniciativas quedó en agua de borrajas. Ya es tarde en este mandato municipal, habrá que esperar si el próximo puede haber algún avance, aunque más vale no hacerse muchas ilusiones. En resumidas cuentas, hay decenas de asignaturas pendientes en Jaén, pero existen anhelos que desde el primer día deberían haber constituido prioridad absoluta.

Pero los regidores están en otras aventuras, en lo inmediato, en lo que creen que va a repercutir en rédito electoral, por ejemplo la llegada de un establecimiento tan popular como Primark, que muchos lo celebran, en tanto que para el comercio establecido lo divisan como otro riesgo, como ya han señalado poniendo el grito en el cielo. Ya he dicho repetidamente que en los tiempos en que estamos no es posible poner puertas al campo, pero a las administraciones les corresponde actuar. Supongo que será normal que en una capital de las dimensiones de Jaén puedan coexistir dos centros comerciales, habrá estudios de mercado que lo avalen, pero es curioso de qué manera cambian las percepciones de los políticos cuando gobiernan y cuando están en la oposición.

Antes el PSOE se mostraba crítico cuando el alcalde Márquez tramitaba el Jaén Plaza, ahora, ya ocurrió lo mismo con El Corte Inglés, se vuelven las tornas, el propio Julio Millán vendió a bombo y platillo el Primark, que repito que a mí me parece bien, pero que son los responsables públicos quienes tienen el deber de armonizar actuaciones para que no solo se les ponga alfombra roja a los grandes, sino para que se mime al comercio de toda la vida, que ya ha sufrido bastante, la prueba son las docenas de establecimientos cerrados, y que hay que fortalecer como sea, al tiempo que deben adoptarse medidas para que desaparezca lo antes posible esa pésima imagen de tantos locales abandonados, por nosotros mismos y los visitantes, sobre todo en las calles del centro, que sugiere con absoluta claridad que llevamos años padeciendo y soportando la lenta agonía de ese comercio de proximidad que reclama y merece que no todos los honores se les dediquen a los grandes.

Por cierto, acompaño una imagen de hoy mismo, de la cafetería de la estación de autobuses, que lleva varias semanas cerrada, al parecer la empresa que tenía la concesión ha abandonado por temas particulares, pero menuda imagen la que damos a los que llegan a Jaén o viajan hacia otros lugares, sin tener un lugar de encuentro, así se llamaba el establecimiento. Imposible por tanto tomar un café, comer o degustar la que era su rica pastelería. Otro sitio céntrico y muy conocido que se nos va. Además la Plaza de la Libertad dedicada a don José María Sillero, está muy dejada, sin contar con la asignatura pendiente del que fue emblemático hotel Rey Fernando, convertido en basurero. Pena me da.

Foto: La cafetería de la estación de autobuses lleva semanas cerrada. La imagen que da, y también la Plaza, no es la más adecuada.

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