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Ya empiezan a escucharse las primeras opiniones y propuestas en relación con la nueva Política Agraria Común (PAC) que debe estar vigente en el año 1920, puesto que en 2019 finaliza el actual sistema de ayudas. Ha habido algún debate por ejemplo en el Senado, donde han quedado marcadas las diferencias entre el PSOE y el PP, temprano empiezan, estamos en una dinámica de conceptos y una vez más lo lamentable es que sea tan complicado poner de acuerdo tantos intereses como se mueven entre comunidades y sectores.

Estos días la organización agraria Asaja, también ha madrugado y ha redactado un documento de cara a la consulta pública lanzada por la Comisión Europea (CE) con la que se pretende conocer las necesidades del sector. Asaja pone énfasis en la necesidad de aplicar y ejecutar las medidas de mercado para proteger los precios, así como aquellas que apoyen el relevo generacional en los jóvenes. Destaca asimismo la importancia de seguir premiando al bosque de olivos de la provincia por su labor medioambiental al aportar CO2 a la atmósfera. Dice asimismo que no va a ceder en  el trasvase de dinero de unas provincias a otras, y lo expresa de otra manera, “de Jaén no debe salir ni un euro”, añadiendo que se debe mantener tal cual el nivel de ayudas que reciben actualmente los agricultores. Su pretensión, tal como la explica, es que la nueva PAC, en 2020, mantenga a la provincia como “la gran cuna mundial del aceite de oliva”.

En la provincia de Jaén es lógico que estemos muy pendientes de este debate que se va a librar primero en España y después en Bruselas, pero en el que ponemos en juego nuestros intereses. En la actual PAC, aunque cada cual hace una lectura diferente, no se ponen de acuerdo ni administraciones, ni partidos políticos, ni organizaciones agrarias, lo cierto es que la Consejería de Agricultura de la Junta tiene certificado que a la provincia se le han robado con la distribución que se ha hecho, nada menos que 272 millones de euros, que era dinero que le correspondía al olivar de Jaén.

Recordarán que en las últimas campañas los socialistas hicieron de estos datos su principal argumento para llamar la atención de los perjuicios que se ocasionaban a un territorio, ya de sobra lastimado. Nunca fue posible contrastar los datos en un debate sosegado entre los dos principales partidos que han alternado responsabilidades de gobierno, porque el PP, que debe conocer las cifras con exactitud, lo que hace es negar la mayor, supongo que por cuestiones políticas tácticas, acaso por vergüenza, o porque las operaciones matemáticas tendrían que llegar a la misma conclusión. De modo que se trata de una palabra contra otra y, entre medias, de una sarta de descalificaciones para esconder la verdad.

Sinceramente, al menos en esta ocasión, y sin que sirva de precedente, me fío más de la versión de los socialistas, porque en este momento tienen que menos que perder. De la misma manera cuando el PSOE tenía las responsabilidades y nos tenía que vender el Plan Activa, por ejemplo, también le daba la vuelta para tratar de hacernos ver los aspectos más positivos. Esta es la retórica de las cifras, que tantas veces sirven para querer hacernos blanco lo que en realidad es negro.

Pero es bastante grave que como provincia hayamos pasado por alto 272 millones de euros, con independencia de las razones de cada cual, y que nadie se dé por aludido, porque ese dinero corresponde a Jaén, y la política ya se encarga de restarle medios a esta tierra para que por fidelidad a las siglas se haga un ejercicio de esta naturaleza, que me parece de todo punto impresentable y sería motivo para pedir dimisiones de todos los políticos que, a sabiendas, aceptaron este engaño.

Esta provincia siempre se juega no mucho, sino muchísimo, con la reforma de la Política Agrícola Común (PAC) porque tiene, a Dios gracias, una gran riqueza olivarera. Las organizaciones agrarias alertaron en su día con preocupación, porque el modelo de reparto de las ayudas nos causaría un tremendo perjuicio, y según UPA significaba el expolio de Jaén. Ya estábamos avisados, la portavoz socialista en el Congreso, decía de pasada que la UE preparaba un duro palo a los intereses de Jaén. El entonces ministro de Agricultura cuando se daba a luz a esta PAC, Arias Cañete, que ha pasado siempre por ser hábil negociador amén de un conocedor como pocos de la situación del olivar, nos dio la espalda con nocturnidad y alevosía. Y luego está este Jaén tan inmovilista y especialmente en un sector que define mejor que ningún otro la manera de ser de nuestra tierra, y que apenas reaccionó, y soy generoso, cuando hacía falta que esto ocurriera porque de lo contrario se obligaban a callarse durante unos cuantos años, pase lo que pase.

De nada sirvieron las advertencias de una necesaria unidad para defender el pan de Jaén. Si las fuerzas políticas, las administraciones, los agentes sociales y por supuesto las organizaciones agrarias, no están unidas para luchar por el futuro del olivar, ¿para qué van a hacerlo? Era la hora de movilizarse y de exigir alto y claro a los gobiernos que en una situación en la que lamentablemente las ayudas siguen siendo necesarias, Jaén rechazaba limosnas, para exigir una reforma que haga compatible el futuro del aceite y el de la gente que vive de él, y, sobre todo, donde no se perdieran  272 millones de euros, que le pertenecen a Jaén y que se han esfumado sin que los responsables hayan actuado con firmeza para impedirlo. Lo reitero por si acaso y lamento que esta provincia siga dando la penosa situación de falta de unidad y de defensa a ultranza de sus intereses, que lo son de todos los jienenses. Pues bien, ahora se nos presenta de nuevo otra oportunidad y aunque no espero que se obren milagros, desearía que todas las partes fueran capaces de hacer un ejercicio de responsabilidad, si les dejan las hipotecas partidistas o de cualquier otra naturaleza, para remar en la dirección que más favorezca a los intereses de la agricultura y el olivar de la provincia de Jaén.

 

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