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El panorama que tenemos en la provincia con la COVID-19 adquiere tintes de máxima preocupación. Esta segunda oleada se está dejando notar con unos registros que cada día nos angustian porque hay ya muchas poblaciones, la capital entre ellas, que dan unos datos que no nos conducen, es inevitable, más que a medidas restrictivas y además contundentes, si queremos parar en seco este duro contratiempo, el común de la gente espera que en breve se pronuncien la autoridades, de hecho parece que el viernes puede haber noticias de la Junta de Andalucía. Basta con analizar la situación con frialdad, ayer tuvimos en la provincia nada menos que 15 fallecimientos, de ellos 11 en la capital, hoy también ha habido cuatro decesos, en los últimos días se ha sumado una treintena, pero además hoy tenemos 158 pacientes hospitalizados, 19 de ellos en la UCI, y hay ya más de 5.000 personas aisladas y en cuarentena en el territorio provincial, con algunos pueblos en los que el coronavirus hace estragos. ¿Qué hacemos, seguimos viviendo como si no pasara nada? Y miremos también a nuestro alrededor. El problema radica en que los gobiernos, ni el de Madrid ni las autonomías, saben cómo actuar y de hecho estamos viendo que han establecido restricciones a la carta, en determinados casos se nota bien a las claras que tiembla el pulso, y la perjudicada es nuestra propia imagen.

Mención aparte es el caso de las residencias de mayores. En la primera oleada la provincia también se hizo notar en este ámbito, pero en la que estamos viviendo ahora mismo hay síntomas de verdadero dramatismo. Pongo como ejemplo la situación más impactante por dolorosa, que es lo que está sucediendo en la Residencia de Mayores Caridad y Consolación, ligada a la Cofradía de la Santa Cena y ubicada en la zona del Bulevar. Tenemos las mejores referencias del funcionamiento de este centro, ha sido modélico, lo conoce todo Jaén, pero algo ha debido ir mal porque el balance a día de hoy es demoledor y muy sintomático de la gravedad de la angustia que tenemos entre mano. Según la información facilitada hoy por la Consejería de Salud y Familias de la Junta, nada menos que 17 residentes fallecidos, nada menos que 161 positivos confirmados, de ellos 112 residentes, que es la inmensa mayoría, y 49 trabajadores, que tiene que ser una parte muy importante de la plantilla. Creo que merece una investigación y junto a ella una información exhaustiva para tranquilizar, si es que ello es posible, a las familias de los residentes, tanto los que quedan como los que lamentablemente han fallecido.

La Consejería y los responsables de la Residencia, han de rendir cuentas de la forma en que se ha actuado, los protocolos que se han seguido, el proceso en definitiva en todos estos meses y la penosa deriva en la que la COVID-19 ha tenido esos efectos tan trágicos que han causado consternación en la ciudad, más que nada porque se supo en su momento que había un brote, pero se pensaba que sería uno más, hubo incluso un llamamiento a la calma, y conocer ahora la verdadera magnitud produce mucho dolor y también impotencia de ver, aunque sea desde fuera, que no ha habido forma de frenar este foco que hasta ahora se presenta como el más grave y triste de los que hemos conocido en la provincia.  

Cuando algún día se escriba la historia de esta pandemia se dirá que la política no fue solución, por el contrario fue problema. Están todos, porque son todos, en lo suyo, en el debate de la moción de censura de Vox, que más parece un órdago contra el PP que un sonoro correctivo para el gobierno de PSOE y Unidas Podemos. En tanto que en Andalucía han estado enfrascados con el debate del estado de la comunidad, en el que cada uno ha aireado su discurso. Es cierto que la vida sigue, pero en la situación en la que nos encontramos hay prioridades que no tienen espera. En Jaén capital se ha decidido por la Junta realizar 1.100 pruebas de test rápidos de antígenos, un amplio cribado ante el aumento considerable de positivos, a lo que en los últimos días ha colaborado el buen tiempo de la no feria, el caso es que el bicho anda suelto. Este puede ser el primer paso, ha dicho el consejero Aguirre que si hay que adoptar medidas más severas, se hará. Por cierto me señalan que en las últimas fechas ha funcionado la picaresca. Negocios de Granada se han venido a Jaén a trabajar para burlar los controles en la vecina capital. No ha sido ni uno ni dos. Por otro lado las decisiones de la Junta parece que no se han transmitido bien a los alcaldes y alcaldesas, que en algunos casos han protestado porque se les plantean exigencias en su ámbito competencial y a cambio la información y coordinación que tienen es mínima.

En este momento de la vida de Jaén el protagonismo es para el mundo del olivar y el aceite de oliva. Ya se han empezado a degustar los primeros aceites de la cosecha temprana, ese manjar que tanta aceptación tiene, los más madrugadores ya lo han colocado en el mercado, la mayoría lo hará en fechas próximas, en torno a la fiesta del aceite que cada año organiza la Diputación y que de nuevo hará parada en Baeza. Y acto seguido se iniciarán los trabajos de la recogida de la aceituna de la nueva campaña 2020/2021, para la que la consejera de Agricultura de la Junta, Carmen Crespo, según los aforos oficiales realizados por su departamento, pronostican para la provincia de Jaén una cosecha de 670.000 toneladas de aceite de oliva, que sería un 69% más que la anterior y un 34,2% que la media de las últimas cinco campañas. La consejera vino a Jaén con un notición, otra cosecha histórica. Los aforos no suelen equivocarse mucho, pero las organizaciones agrarias y los agricultores que se conocen el campo jienense como la palma de su mano, opinan que ni por asomo se llegará a ese aforo tan optimista, es verdad que se esperaba una buena cosecha, pero la falta de lluvia ha frenado las expectativas.

De cualquier manera ahora lo importante es que se desarrolle la campaña con normalidad, que haya gente dispuesta a recoger la cosecha, que funcionen las medidas sanitarias y que los temporeros que lleguen tengan buena acogida. Ya hemos visto que Cruz Roja y Cáritas, como siempre, están en primera línea de combate para cuanto sea menester. Lo inmediato no puede impedir que el Jaén olivarero y las organizaciones políticas y sectoriales sigan preocupadas por la próxima Política Agraria Común (PAC), porque han sonado las alarmas y no sabemos bien qué nos va a deparar, aunque me da la impresión que debemos hacernos a la idea de que nos van a seguir quitando dinero. Ahora es tiempo de los políticos, pero no tengo excesiva confianza en Luis Planas, el ministro de Agricultura, no porque el hombre no quiera, sino porque no puede o no le hacen mucho caso, cómo será que hasta en la última encuesta del CIS de Tezanos el señor Planas pasa desapercibido.

Y el próximo sábado se inaugura oficialmente el Festival de Otoño, con una buena programación y con inicio nada menos que en el marco de la Catedral, en un excelente concierto. Hace unos días, el Ayuntamiento reunió a patrocinadores y colectivos implicados, como la Asociación de Amigos del Festival de Otoño, para presentar en sociedad el evento. Bien por la organización. Ya que estamos en materia cultural, el equipo de gobierno busca medios para actuar en lugares emblemáticos de Jaén que figuran en la lista roja del patrimonio, como el viejo cementerio o las murallas de Jaén. Hay que actuar para que no nos saquen los colores.

Sigamos con cultura, y aquí sí hay que felicitar al gobierno de España, que se ha comprometido con las obras de la Catedral y al fin se ha conseguido que haya presupuesto para no parar los trabajos hasta concluir, que será en 2022, la remodelación integral de las cubiertas del templo, y después habrá que acometer, según la hoja de ruta marcada por el arquitecto conservador, Pedro Salmerón, la restauración de la fachada, todo ello para poner el edificio en perfecto estado de revista de cara al nuevo expediente para declaración del primer monumento jienense como Patrimonio de la Humanidad. Ahora, todo hay que decirlo, se está haciendo bien o han cambiado las circunstancias, el caso es que cuando la seo esté terminada, cuando el entorno se haya mejorado, y se haga un expediente concienzudo, el fracaso de hace unos años nos va a parecer normal. Siempre he dicho que la declaración no es un regalo, hay que ganársela a pulso y las anteriores experiencias fueron ilusionantes, no me cabe duda, pero pobres de solemnidad. He de hacer una salvedad, todos los gobiernos, de todos los colores, se han retratado en mayor o menor medida con la Catedral, solo que ahora se ha cumplido el compromiso que hizo en Jaén el que luego sería cesado ministro de Cultura, José Guirao, de que se haría un esfuerzo para terminar toda la techumbre, y esto es un notable avance. Tenemos que felicitarnos porque las promesas raramente se cumplen, pero en esta ocasión ha sido que sí.

Foto: Residencia Caridad y Consolación de Jaén.

 

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