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El casco antiguo de Jaén es la principal víctima, sin duda, de los gobiernos de todos los colores que han pasado por el Ayuntamiento. El diagnóstico de la situación de la que debiera ser la joya de la corona, porque es la primera expresión de nuestros orígenes, tiene una enfermedad crónica que se define con dos palabras: dejadez y abandono. Cierto que siempre ha sido un tema recurrente, cuando no ha habido otro argumento del que hablar, han tratado de congraciarse, se les llena la boca a todos, pero nadie ha sido capaz de invertir para darle la dignidad que se merece. Ya está bien de demagogia. ¿Qué hacer con este pasado? Lo primero de todo, tenerlo muy presente.

Pues eso, estos días se resucita una vez más, y van…, el socorrido casco antiguo, donde el temporal ha hecho estragos, donde la despoblación y la dejadez son una evidencia, el penúltimo episodio acabamos de tenerlo en la calle Vicario. La polémica salta esta vez con la actuación que el Ayuntamiento pretende hacer en algunas calles, un plan de asfaltado con el tan de moda hormigón impreso, al estilo Jaén, al que parece haberse abonado el Consistorio, quizá porque sea más barato, pero la experiencia es muy pobre, se rompe la estética de estos barrios que merecen un tratamiento especial, pero no es esto lo más importante, sino el trato discriminatorio al vecindario y a su dignidad, tenemos que oponernos rotundamente a que haya jienenses de primera, de segunda y de tercera, según el lugar en que vivan; y se quiere actuar a impulsos de experimentos chapuceros que han hecho reaccionar a numerosos colectivos ciudadanos que le han pedido una reunión al alcalde, al que piensan trasladar un clamor, y es que ante el histórico maltrato al casco histórico, por lo menos ya que no se hace nada por evitarlo, hagan lo posible por no empeorar su actual imagen, no le hagan más daño. ¿Es mucho pedir que eviten a toda costa que el casco antiguo se nos caiga a pedazos? Ya hemos visto lo que acaba de suceder en Linares. Que el casco antiguo de Jaén, aparte de hechos aislados, se haya salvado hasta ahora de un drama, no hay que considerarlo más que un golpe de suerte, un milagro…

Me produce alegría y esperanza que la sociedad civil esté presente en situaciones de calado para la ciudad. De lo más interesante en años que se ha hecho en relación con el casco antiguo, recuerdo la iniciativa de la asociación sociocultural Círculo Ánimas, que no hace mucho presentó un documental titulado “Historia de un olvido”, un trabajo concienzudo dando voz a un conjunto de personas y personajes, entre ellos vecinos afectados, que daban una visión que resume el sentir de toda una ciudadanía, que no puede entender que la política siempre haya pasado de puntillas con un referente indiscutible de la identidad local. Lo demás, las mociones en los plenos y los brindis al sol, sirven de poco, anestesia conciencias, permite algún titular, y la hemeroteca es un buen lugar para poder sentir asombro y vergüenza, pero pasado este mal trago, a otra cosa mariposa.

Esta “Historia de un olvido” conviene tenerla muy presente, debería llegar a todos los jienenses y de manera especial a los propios vecinos del casco histórico, a los que les concierne, en primer lugar para sentir bochorno, por nosotros y por quienes nos han estado gobernando en los últimos cuarenta años y algunos siglos atrás. Además, como una imagen vale más que mil palabras, proyectar con frecuencia este documental, nos tendría que servir para transmitir, sobre todo a las nuevas generaciones, desde la legitimidad que tiene la tarea de estos colectivos sociales y culturales que por fortuna han ido emergiendo, todos ellos profundamente enamorados de su ciudad, las razones para sentirse orgullosos de ella y de que ante la inacción hay que seguir levantando la voz, nunca conformarse y mostrar debilidad e impotencia.

A la vista de los hechos debemos tomar nota, una vez más, y bien que nos duele, de que somos un pueblo poco exigente, al menos así ha sido hasta ahora, pero, eso sí, cargado de paciencia, más que el santo Job tenemos en Jaén y especialmente en el casco antiguo, y menos mal que la sociedad civil toma el protagonismo ante el flagrante desprecio, puesto que la oficialidad habla mucho y hace poco. Qué razón tenía Saramago, cuando se pierde la perspectiva de la memoria, se empieza por el olvido y se termina con la indiferencia. 

(Comentario emitido hoy, lunes, en el espacio La Colmena, en Radio Jaén)

 

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