Skip to main content

Poco a poco vamos a ir arrancando motores tras el paréntesis de la Semana Santa. Cuesta desperezarse y además la actualidad invita poco a ello, porque volvemos a los mismos asuntos que nos dejamos atrás hace unos días. Ha habido tiempo para todo y ofertas para todos los gustos. Desde el punto de vista económico es un tiempo que se agradece porque, sobre todo en el sector servicios, se emplea a mucha gente y esto siempre es una buena noticia en una provincia condenada por las cifras de paro.

Por lo demás ha sido una gran semana de procesiones, de movimiento de personas, de recreo de las tradiciones. Personalmente me gusta más la Semana Santa íntima, desde el interior de los templos, pero respeto a todo y a todos, incluso a los críticos que se molestan cada año por los cortes de tráfico, por el ruido de los tambores y porque los desfiles procesionales y tanto gentío les hacen la vida imposible. Sin excluir a las famosas y polémicas vallas que han sido el detonante que debió evitarse mediante el diálogo y también el sentido común. La excusa de que se hace en otros lugares evidentemente no sirve, aquí estamos en Jaén y ya copiamos demasiado para seguir aprendiendo de lo que más que abundar daña a la vista y a la imagen. En cualquier caso hay que comprender que hay gente para todo y que para que pidamos respeto a nuestra forma de ver las cosas hay que asumir también la obligación de respetar.

Pero bueno, los semanasanteros, han vivido con plenitud estos días, y de esto se trata, de conciliar todas las ofertas posibles y que sin embargo la ciudad de Jaén haya causado una muy buena impresión general a propios y visitantes, y se hayan visto muy bonitas imágenes procesionales por nuestras calles y en general una apuesta de muchísima gente por mantener esta tradición y esta cultura religiosa ampliamente compartida.

En pocas palabras, haría una alta valoración en conjunto, pero me decepciona como jienense que se vayan asentando de manera muy sólida en algunos de nuestros desfiles las modas que llegan de otras ciudades, por ejemplo Sevilla, que no es que sean peores ni mejores, simplemente es que teniendo como tenemos un estilo propio nos dejemos llevar tantas veces por la inercia, y las procesiones, e incluso el propio lenguaje, se esté desvirtuando.

Creo que es una reflexión que seguramente cabe hacerse en el seno de las diferentes cofradías y en la propia Agrupación, si es que aún estamos a tiempo de poner a salvo nuestro estilo, forma y manera de vivir la Semana Santa, antes de que se nos vaya de las manos. Mención especial hay que hacer este año, una vez más, a la Cofradía de Jesús Nazareno, que sin duda alguna por una mala organización del desfile, ha sumado enormes retrasos a su paso fijado por los distintos lugares del itinerario, impropio de una procesión de estas características que es un imán para tanta gente que viene de fuera expresamente a verla. Este es un tema que no hay que sacarlo de quicio, pero tampoco tratarlo con indiferencia y mirando para otro lado.

Las redes sociales han echado humo con las críticas a esta anormalidad y se han sentido concernidos los promitentes, aunque es la directiva de la Cofradía la que se lo debe hacer mirar para organizar debidamente la salida de los pasos y que todos cuenten con los turnos suficientes para asegurar un cortejo normalizado, y mucho más este que es el gran emblema de nuestra Semana Santa y ha quedado en entredicho lo que es la parte doméstica, por supuesto nada que decir de las imágenes titulares de la popular Hermandad, y sobre todo la pasión popular con la imagen del Señor de Jaén, bendiciendo un año más a toda su ciudad, entregada por entero a N.P. Jesús “El Abuelo”. Por lo ocurrido en esta Hermandad, por la polémica de las vallas y por otros asuntos sobre los que no vamos a extendernos, la Semana Santa de este año merece al menos una pensada, sobre todo para discernir sobre lo que hay que apoyar y sobre lo que se debe desistir. Si además vieran con el Ayuntamiento cómo se puede quitar la cera que es tan molesta y tan peligrosa –de hecho ha habido varios accidentes por ello—tras las procesiones, sería un acierto.

Apuntaré por último una consideración muy personal sin ánimo de polemizar como ya he visto en algunos ámbitos, sobre todo redes sociales. Soy un enamorado de toda la ceremoniosidad castrense, me encantan los desfiles y también la Legión, y en consecuencia me siento patriota como el primero, pero no soy para nada partidario de que los pasos procesionales se vean acompañados del espectáculo y el exhibicionismo, o al menos así lo entiendo. Me pareció que el brillante cuerpo de nuestro Ejército resaltaba en el desfile sobre el conjunto escultórico de una de las salidas más brillantes y entusiastas de nuestra Semana Santa, en la tarde del Miércoles. El mismo criterio tengo respecto de la parafernalia de la Cofradía del Perdón a las puertas del cuartel de la Guardia Civil. Respeto y admiro a la Benemérita, porque lo tengo escrito centenares de veces, pero creo que he dejado bien claro que soy partidario de las estaciones de penitencia sobrias, que no quiere decir aburridas, con sus buenas bandas de música y todo lo que las ha acompañado toda la vida, por respeto a la tradición, pero siempre que la tradición no chirríe con un concepto, el de darle todo el protagonismo al misterio que estamos conmemorando. Así lo pienso y así lo digo.

Mi ideal es una Semana Santa con acento e identidad propia, una catequesis plástica por nuestras calles, donde vayamos a lo fundamental y renunciemos en gran medida a lo accesorio. Sé que habrá quienes no estén de acuerdo, y lo respeto profundamente, faltaría más, porque no creo tener el patrimonio de la razón, pero por la misma causa, espero sepan respetar mi criterio, que está basado en mi compromiso cristiano, alejado de elementos que se han ido incorporando, en su mayoría impostados, y que me van alejando con el tiempo de estas celebraciones en las calles, a pesar de que disfruto como el primero, como no podía ser de otra forma, con la Pasión según Jaén que, a pesar de lo dicho, me siento entre los privilegiados por poder disfrutar sobre todo de la esencia de esta celebración.

Por cierto y para finalizar, ahora sí, hay cientos de jienenses que verían con  agrado que N.P. Jesús pudiera salir en la popular madrugada del templo catedralicio. Está bien que tenga su Camarín y que en él reciba culto todo el año, pero una multitud de jienenses y de visitantes guardan en su retina la extraordinaria visión de la salida de la Catedral y era indescriptible, nada que ver con el espacio reducido y la estrechez que ahora se padece en la Carrera de Jesús. Creo que no estaría mal considerarlo y estoy convencido de que todo Jaén lo iba a aplaudir.

 

Foto TITO RUIZ: La imagen del Señor de Jaén, en el marco singular de la Plaza de Santa María, frente a la Catedral, desde donde muchos jienenses querrían que volviera a salir en la Madrugada del Viernes Santo.

 

Dejar un comentario