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Esta es una carta abierta a todo Jaén, a sus autoridades, a las fuerzas vivas y al conjunto de la ciudadanía. Se trata de un alegato en favor de esta ciudad y lo hago con la autoridad de sentirme jienense hasta la médula a pesar de no haber nacido aquí ni por supuesto de renunciar, faltaría más, a mi privilegiado lugar de origen. Aprovecho la oportunidad que a todos nos brinda la manifestación convocada para el día 17, a las 7, por la plataforma “Jaén merece más”, para dirigirme, muy especialmente también, a los que mandaron y a los que hoy mandan en Jaén. A los primeros, para que procuren hacer examen de conciencia y, en el caso de que sientan algún remordimiento o se consideren concernidos, se sumen a la manifestación en la calle, para que les veamos y les podamos reconocer entre el grupo de personas que a lo mejor no se sintieron apoyados o les faltaron las fuerzas para levantar esta capital en el tiempo en que asumieron responsabilidades. A los que están actualmente al frente de cualquier poder, estatal, autonómico, provincial o local, ya sabemos que la convocatoria del sábado no les provoca especial simpatía, pero a partir de este momento tendrán que acostumbrarse a escuchar la voz de un pueblo harto de la sumisión, de la espera y de la renuncia, y no les va a quedar más que una de estas dos alternativas: actuar en favor de Jaén o, si no pueden o no les dejan, tener la suficiente dignidad para abandonar los sillones. Creo que es coherente pedirles que se decanten por alguna de las dos salidas. 

QUIERO A JAÉN, ME DUELE JAÉN…

Lo primero que quede claro es que quiero a Jaén, me duele la ciudad y durante más de cuarenta años tengo la sensación de haber estado predicando en desierto, porque tanta denuncia no llegó a calar, no hubo terreno fértil que recogiera tanto mis propias impresiones como las que tuve que trasladar y salieron de la boca de los más diversos personajes. Al mismo tiempo no pretendo que este alegato se convierta en una censura y causa general a todos los políticos y a todos los responsables públicos con que ha contado Jaén. En efecto, como en todo, ha habido grandes excepciones que confirman la regla, y pese a que la situación general de la capital no es la que nos gustaría, no sería justo dejar de reconocer muchos esfuerzos, luchas, reivindicaciones, personas que cumplieron con su deber o se excedieron, a pesar de que los resultados, en algunos casos no les acompañaran.

Al poco tiempo de llegar a Jaén me enganchó para siempre esta ciudad. No entré llorando, lo hice muy feliz y con el tiempo Jaén me lo dio todo. Tampoco espero salir llorando, entre otras cosas porque opté por quedarme hasta que Dios quiera. A pesar de las adversidades de las que he sido testigo durante tantos años, tuve mucha fe en las posibilidades de recuperación de la capital, siempre y cuando se dieran las debidas condiciones para ello, que son las que se siguen resistiendo, y a lo que es bastante probable que haya contribuido la propia manera de ser de los jienenses, el victimismo y la apatía que son herencia de siglos, una resignación mal entendida que cuesta mucho desterrar.

Pues sí, enamorado de Jaén, así me siento, de una ciudad que a pesar de su mala suerte con muchos de los que han sido sus dirigentes, en tantas ocasiones ha dado ejemplos con sus enormes fortalezas, empezando por su gente, los jienenses de todas las épocas, también la de hoy, que son el principal patrimonio. Orgulloso de su riquísimo patrimonio, de la Catedral más bonita de España, del Centro Cultural de los Baños Árabes, el Castillo de Santa Catalina, de la capitalidad mundial del aceite de oliva, de la ambición manifestada reiteradamente en la organización de su Expoliva, en la ventana abierta a las oportunidades que es su Centro de Congresos y Exposiciones, por supuesto la Universidad que tiene que ser y ya se empieza a percibir, el motor del cambio; de la dinamización de la cultura que es bien visible con una agenda cada vez más cargada en cantidad y calidad; un movimiento vecinal cada vez más dinámico y comprometido…en fin, sería interminable la relación de escenarios y situaciones que invitan a seguir confiando en una ciudad que es como un diamante en bruto, porque lo tiene todo, aunque, al mismo tiempo, tantas cosas le falten. Siempre suelo decir, dirigiéndome sobre todo a los responsables públicos, que deben tener clara una idea, un sentimiento, una sensación, y es la de que las personas pasan pero la ciudad permanece, es por la ciudad en consecuencia por la que merece la pena hacer todos los esfuerzos y mover todos los recursos, por ella y por su progreso, porque nuestros hijos y nietos tengan en ella el mejor futuro posible.

Ya he dicho que voy a estar el día 17, a las siete de la tarde, en la manifestación de la plataforma “Jaén merece más”, para apoyar y arrimar mi hombro, modesto pero muy convencido, la reivindicación que ha despertado tanta ilusión colectiva, de que ha llegado la hora de Jaén, que ya no hay lugar a la resignación, al miedo o la indiferencia. Jaén es nuestro, es de todos, los políticos son nuestros servidores, y hay que exigirles con buenos modos, pero al tiempo con toda rotundidad y sin rodeos, que han de decidir: con Jaén o contra Jaén. Ir contra Jaén ha sido tantas veces a lo largo de la historia plegarse a intereses mezquinos, entre ellos los de los partidos políticos a los que en gran medida les debemos el lugar que venimos ocupando desde hace años en todas las estadísticas, y tantas veces nos responden con triunfalismos, brindis al sol, cajas destempladas o simples palabrerías…los datos no admiten duda, somos lo que somos. Cada vez estoy más convencido de mi presencia el sábado en la calle, sobre todo cuando desde la organización se ha pedido expresamente que no haya banderas, ni símbolos, ni siglas…Algunos seguro que se pudieran pretenderían sacar tajada de un empeño que tiene la pinta de ser una victoria que en absoluto les corresponde, porque es de los ciudadanos, de la sociedad civil organizada, de la militancia jienense. Por supuesto que no voy contra los partidos políticos, que son organizaciones perfectamente regladas y con una misión entendible en democracia, no es la política lo que no me agradaría de la manifestación, sino el partidismo, que son cosas diferentes.

PERDEMOS POBLACIÓN. SE VAN LOS MEJORES

Les voy a enumerar algunos de los motivos que me van a hacer estar en la calle el sábado, a las 7 de la tarde, sin que pretenda agotar una relación que sería interminable, pero lo hago dirigiéndome sobre todo a cuantos tengan debilitada su memoria.

-Empezamos por los más de 10.000 parados permanentes en la ciudad que exigen soluciones.

-Somos una ciudad que lleva años perdiendo población, y esto es sintomático de que algo pasa, que las respuestas de futuro no han llegado.

-Nos tiene que preocupar el grave problema del desempleo juvenil y la fuga de talentos, cada vez más evidente, motivo por el que hay que apoyar con entusiasmo a instrumentos como la Universidad, la única que puede propiciar con el tiempo el cambio mental y material de Jaén. También desde las administraciones y la sociedad, empresas incluidas, hay que apoyar más a la Universidad, pero no de boquilla, con hechos, y reivindicando que no le falten recursos para desarrollar su importantísima labor. Por cierto que todo hace indicar que nos han dejado sin Grado de Medicina, o el sueño en el que algunos políticos irresponsables nos hicieron confiar hace siete años, y Jaén, como siempre, se ha callado tras esta nueva afrenta. Los políticos dejaron bastante que desear en muchas oportunidades, no estuvieron a la altura de las circunstancias.

-Esta ciudad es un páramo industrial, no podemos fiarlo casi todo al olivar, hay que echarle imaginación para encarar el futuro. Necesitamos empresas, un tejido empresarial que sea motor de desarrollo.

-Padecemos unas pésimas comunicaciones, más propias del siglo pasado. Llevamos muchos años de espaldas al tren, con el dato ya conocido de que en 25 años se han perdido el 90% de los servicios que había, y seguimos cruzados de brazos. Lo mismo se puede decir de las comunicaciones por carretera, donde entrar en territorio jienense parece un punto y aparte. No hablemos del aeropuerto, que está cercano, cierto, pero que continuamente nos hacen ver imágenes que no siempre se corresponden con la realidad.

-Tanto la Administración Central como la Junta de Andalucía tienen con Jaén una enorme deuda histórica y pese a ello los datos indican que mientras los políticos sacan pecho y nos engañan a placer con unas cifras presupuestarias rácanas a más no poder, 2016 ha presentado el récord de menor inversión en Jaén en los últimos años, por supuesto la última provincia andaluza, sin que nadie se avergüence por ello. Lo diré de manera clara, una vez más, para que se entienda, nada de “apuestas”, nada de compromisos, nada de vertebración, nada de cohesión, nada de cariño y sensibilidad. No hay motivos para hacerle la ola a Rajoy ni a Susana Díaz, ni por supuesto a ninguno de sus antecesores.

-No nos olvidamos de que la Política Agraria Común (PAC) nos ha robado a los intereses de Jaén nada menos que 272 millones de euros, con la complicidad de quienes no se han puesto al lado de su provincia.

-La Junta de Andalucía, a la que antes mencionaba, nos debe, entre otras cosas de una lista enorme, una Ciudad Sanitaria, una Ciudad de la Justicia, centros educativos…y un Palacio de Deportes, que ahora parece que se ve más próximo, pero gracias a que la Diputación le ha salido al rescate.

-La Junta de Andalucía, que es por cierto la administración que tiene asumidas la mayor parte de las competencias en todos los órdenes, parece no haberse enterado, por su inacción, por su silencio, sobre los restos arqueológicos de Marroquíes Bajos, donde está enterrado el origen de la ciudad y para nuestra vergüenza nos lo han tenido que recordar desde fuera. Una administración coherente tendría que poner esta riqueza en el escaparate y hacerla visible para que nos sintamos orgullosos de lo que somos en la historia. 

EL HAZMERREÍR DEL TRANVÍA

-Hay muchas más cosas. Por ejemplo una Cámara de Comercio e Industria que se han cargado, para la que había soluciones, sin duda, y las administraciones no han sido capaces de buscarlas y encontrarlas, y es un recurso que se le ha negado a la ciudad y que podría estar dando réditos en beneficio de los empresarios más dinámicos.

-Por supuesto qué decir de la situación del Ayuntamiento de Jaén, que a estas alturas pienso que todo el mundo conoce. Una crisis galopante, una deuda de 700 millones o tal vez más, quién sabe, pero transcurridos dos años desde el inicio del último mandato municipal, Fernández de Moya, ese que quería ser alcalde a toda costa, dio la estampida y dejó la herencia envenenada al bueno de Javier Márquez, que bastante tiene con pagar nóminas y, como ha reconocido, hacer que con la que está cayendo, el Ayuntamiento esté abierto y prestando todos los servicios, lo más parecido a un milagro. Pero el panorama municipal está enquistado y lo peor es que ni hay solución ni se le espera.

-Está, cómo no, el polémico tranvía a ninguna parte. Tras seis años de la terminación de las obras del polémico sistema tranviario, no se ha avanzado lo más mínimo, ahora se acaba de sacar la enésima licitación del estudio de necesidades. Sigue siendo el hazmerreír y no ya solo para los que vivimos en Jaén sino para los que llegan de fuera o les ha llegado la noticia por los medios de comunicación. Aquí se puede añadir el parque acuático dejado a medio hacer por la anterior corporación, el aparcamiento fantasma de La Alameda, o la planta a medio construir de Dhull, otro fracaso de aquellos días de vino y rosas…

-También uno de los motivos para ir a la manifestación es que nos abran de una vez por todas el Museo Íbero, que dicen está terminado, y se dejen de la confrontación política Junta-Ayuntamiento, que en realidad lo que trata es de esconder irresponsabilidades manifiestas. Ciertamente este es un mal ejemplo, el espectáculo bochornoso de instituciones que no se entienden ni hacen el esfuerzo de intentarlo, para resolver los problemas de la ciudadanía.

-Es hora de manifestarse asimismo porque ni mesas, ni plataformas, ni nuevos grupos reivindicativos dinámicos, han sido capaces de hacer reaccionar a los que mandan y conseguir que Jaén se levante.

PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD

-En fin, para ir resumiendo, voy a ir para que se muevan actuaciones en favor de la Catedral y que podamos conseguir el clamor de tantos jienenses para que sea declarada Patrimonio de la Humanidad. Voy a acudir en favor de nuestro aceite de oliva, porque ocupe el lugar de calidad que le corresponde. Por el futuro de Las Protegidas, por ese lugar tan precioso como es Jabalcuz, que nunca fue una prioridad para nadie. Por el futuro del casco antiguo de la ciudad, del que a todos se les llena la boca pero que sigue abandonado y esperando que alguien abandere su proyección y un fuerte plan de inversiones para la zona. Iré a reclamar que abran al fin al público, para disfrute de todos, monumentos de la ciudad que siguen cerrados a cal y canto, algo sin sentido y que ha sido permitido por políticos tan indiferentes como la hasta hace poco consejera de Cultura, Rosa Aguilar. También es momento para exigir inversiones en la ciudad, que nos den el DUSI o lo que sea, para no certificar que no se gasta un euro en tener viva la población. Igualmente hay que salir para demostrar nervio, vigor, no para ser igual que los granadinos ni para mantener el debate cateto del agravio, sino para exigir nosotros, por ejemplo, dignidad para El Neveral, por el que colectivos y sindicatos vienen luchando. Por supuesto hay que exigir que llegue la hora de los barrios, que están completamente abandonados, no hay dinero para nada y tampoco para ellos. Por una estación intermodal adecuada, como la tienen las ciudades que han dado el paso a la modernidad. Para exigir que no haya Andalucía de dos velocidades y que no seamos más los últimos de la cola.

Es hora asimismo de reivindicar un Plan Estratégico para la ciudad, de manera que no se actúe a salto de mata sino con una hoja de ruta bien definida. Es momento de pensar en el comercio local, en sus expectativas de futuro, en convivencia con los centros comerciales, a la espera de que llegue el Jaén Plaza, del que por cierto ya se han paralizado sus obras. Está también pendiente la santa paciencia de los puentes, tantos años a la espera, una cuestión que define muy bien la manera de hacer política, con incapacidad para tomar decisiones, por drásticas que parezcan, y por el contrario, marear la perdiz hasta provocar hartazgo. Y, cómo no, es preocupante la situación social, no hay más que preguntar en Cáritas, Cruz Roja, Banco de Alimentos, comedores sociales, etc., porque las versiones de los políticos y de los verdaderos interlocutores sociales nos harán percibir la auténtica realidad de un gravísimo problema…

UN RETRATO AL VIVO

Dicho todo lo anterior, tengo siempre a mano, a propósito de la resignación, para que no caigamos en  errores de siglos, el elocuente texto de la carta que hace casi un siglo escribiera el entonces prohombre de esta tierra don José del Prado y Palacio al eminente periodista y director de Don Lope de Sosa, don Alfredo Cazabán Laguna.

Le decía así el político al periodista: “Jaén, por ahora, no puede aspirar a ser entre sus hermanas andaluzas una ciudad de primer orden en los aspectos de la vida material; sería una locura soñar con algo que pudiera ser emulación de vida comercial e industrial de Sevilla, de Málaga, de Granada y de Córdoba: pero lo que yo firmemente creo y me propongo, es aspirar a ser la ciudad más culta, más progresiva de Andalucía, y si logramos serlo, Jaén, con su atrayente modestia, con sus calles empinadas, tortuosas y estrechas; Jaén asomado a las vegas del Guadalbullón y del Guadalquivir desde las pendientes rocosas de su viejo Castillo, entre murallones medio destruidos y huertos medio abandonados; Jaén el histórico, Jaén el del Santo Reino, Jaén el de las bellas leyendas, Jaén el de las Navas y Bailén, no tendrá los bríos de las aureolas de otras ciudades andaluzas, ni el encanto de sus luces deslumbradoras, ni será rosa de púrpura sevillana, ni blancura de azahar malagueño, ni frondosidad de granadino arrayán, pero podrá ser y será, albor de amanecer del alma andaluza a una nueva y más fecunda vida, perfume de violetas del sentimiento andaluz fundido en un nuevo y más progresivo espíritu”. Termina la cita. Muy bella y sentimental. Y un retrato al vivo.

Es un testimonio de cientos que hay a lo largo de la historia sobre las renuncias de Jaén. Así ha sido y es nuestra tierra de resignada y parece llegada la hora de emprender una batalla pero, ahora sí, con el propósito colectivo de ganarla y esperar que otras generaciones futuras nos traten a nosotros y a nuestro atávico talante con una cierta misericordia e indulgencia.

Por tanto digo yo que hay motivos suficientes para salir el día 17 a las 7, a las calles. Nos lo está demandando Jaén, esta maravillosa ciudad a la que ya no podemos defraudarla más. Y como he escrito en muchas ocasiones y ahora lo vuelvo a repetir porque es mi convicción de siempre, somos los jienenses los que tenemos que ganar las batallas, no necesitamos ni debemos permitir el ‘gratis datum’ o el ‘gratis et amore’, queremos, necesitamos por nuestra propia satisfacción y autoestima, que el pueblo jienense tome la iniciativa y logre, paso a paso, todo lo que se proponga, con un sentido de la responsabilidad y de la medida, pero sin olvidar en ningún momento que el nuevo tiempo que se demanda para Jaén tiene que ser imparable. Nos vemos en la zona de Renfe. Por Jaén. Para Jaén.

 

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