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El alcalde de la ciudad, Javier Márquez, decidió salir a la palestra para calmar los ánimos. En los últimos días, sobre todo después de que tanto él como el concejal de Hacienda del Ayuntamiento, hicieran un amago de desesperación, se temía lo peor. Yo no me tiré al vacío y sin paracaídas al señalar que el regidor se planteaba la retirada, digo que es rigurosamente cierto, pero es de suponer que los encuentros que ha debido celebrar con los responsables políticos, empezando por su amigo José Enrique Fernández de Moya, del que heredó el cargo, han debido inyectarle alguna tranquilidad. No hay que olvidar que el anterior alcalde es el presidente provincial del partido, diputado en el Congreso y con buenas perspectivas en el caso de que el PP revalide en el gobierno de la nación, y ha debido mediar una suerte de compromisos de no dejarlo solo en esta delicada travesía, de hecho ya me ha sorprendido que Márquez en su comparecencia ha endurecido algo su discurso, sobre todo en relación con la Junta. Nada hay casual, y menos en política.

Por el momento y a duras penas el Consistorio tiene liquidez aunque solamente para el pago de las nóminas de septiembre, que no cunda el optimismo, y al pleno de esta semana se lleva la correspondiente operación financiera para alejar problemas por lo menos de aquí a final de año, y después Dios dirá, aunque existe la esperanza de que el panorama político español sea diferente y el Ayuntamiento de Jaén puede pedir y obtener auxilio. La esperanza es lo último que se pierde, dicen.

Me alegro de que Márquez siga por el momento al frente del Ayuntamiento capitalino. Me consta que lo ha pasado mal durante varios meses, pero el vaso rebosó en el pleno de agosto cuando esperaba que los grupos le proporcionaran oxígeno en la propuesta de operación financiera para el pago de sentencias, que le tumbó la oposición en bloque. Su cara en esa sesión era bien expresiva de lo que sentía, en ese mismo momento se hubiera ido de no mediar el sentido de la responsabilidad. Javier Márquez ha dicho que sigue, no sé cuál va a ser su capacidad de aguante, pero es difícil verlo llegar hasta el final del trayecto. Desde luego fácil no lo tiene, un Ayuntamiento entrampado hasta el límite, una oposición en bloque que le proporciona muy pocas posibilidades de maniobra, y una serie de problemas, algunos recurrentes, que llegar a aburrir al más pintado.

A pesar del complicado panorama con el que ha de lidiar, ha debido valorar los pros y contras. Aunque es cierta la adversidad, ser alcalde de la ciudad de donde se es natural, no cabe duda de que es un privilegio al que pocas personas pueden acceder. Márquez ha debido encomendarse además de a la suerte y a la ayuda de quienes pueden hacerlo, a su gente más cercana, que han debido darle las bendiciones para continuar soportando una pesada carga, que tiene su cara agradable, claro es, y a lo mejor eso compensa tantas preocupaciones y noches sin dormir. Así que pasando página y hasta el próximo berrinche, si Dios quiere.

 

Foto:

Javier Márquez, el alcalde de Jaén, en su comparecencia de hoy.

 

 

 

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