Antes que nada una cosa, por favor no seamos tan resignados, que esta es la causa principal de nuestros males. Es fácil entender la decepción que existe estos días en el sector turístico de la provincia como consecuencia del pésimo balance que ha proporcionado el pasado puente festivo, donde se había preparado para las mejores expectativas, y apenas se ha llegado a una ocupación media del 50%, cuando el pasado año por las mismas fechas se rozó el lleno. Me parece que lejos de entrar en depresión por esta causa, porque hay que seguir trabajando y no es posible bajar la guardia, lo que estos datos objetivos obligan es a hacer una reflexión profunda y seria de las circunstancias, sobre todo por las causas por las que a pesar de la inversión y el esfuerzo que se vienen realizando, los resultados no son por ahora los óptimos, aunque de vez en cuando nos proporcionen alguna alegría.
A mi modo de ver hay dos cuestiones que se deben tener en cuenta. Una de ellas, que no podemos soslayar objetivamente, el tirón de nuestra vecindad, Granada y Córdoba, y no digamos ahora Málaga, que suman muchos atractivos. Otra causa que tal vez podría ser la primera, son nuestras pésimas comunicaciones, impropias del siglo XXI y de la competencia feroz que hay para el turismo y para otro tipo de actividades. Carreteras en las que se invierte poco y un ferrocarril tercermundista, con todo lo cual los gobiernos nos engañan continuamente, aprovechando que los políticos no hacen la batalla que debieran, menos aún los del gobierno, sea del color que sea, con el seguidismo tan perjudicial, y la sociedad civil, muy crítica, eso sí, no se le puede negar, pero que no se ha organizado para cantar las cuarenta y exigir ya un trato de justicia en las comunicaciones para Jaén.
Los planes, que existen, son ignorados por los departamentos correspondientes y como esta provincia es así, todo lo asume y no es capaz de levantarse con seriedad pero con energía a defender aquello a lo que tiene derecho. En general casi nunca nos hemos merecido a los políticos que tuvimos y tenemos, van en listas cerradas, se deben a los partidos, ellos les pagan, y muy bien por cierto, aunque el dinero sea nuestro, y aquí termina la historia. Hasta que no se rompa este esquema Jaén mucho me temo que va a tener que esperar, para el turismo y para todo.
Soy un enamorado de mi tierra, confío plenamente en sus posibilidades, en la oferta de gran categoría que la diferencia, y, por supuesto, en la política promocional exigente, con mucho dinero y esfuerzo que realiza la Diputación, ahora con la ayuda de la Junta. Nadie como el organismo provincial realiza una labor de promoción y difusión de la riqueza y los recursos para el turismo y el buen nombre de Jaén como el que realiza actualmente la Corporación provincial, y que es una acción impulsada por sus últimos presidentes.
Desde este punto de vista la Diputación es un aliado de excepcional importancia para los intereses de la provincia.
Sin tratar de ser excesivamente minuciosos, porque la labor es aún más amplia, sí se puede afirmar con rotundidad que las corporaciones presididas sobre todo por Felipe López y Francisco Reyes han hecho una labor considerable en favor de la “marca Jaén”. Recordemos hace años la creación del lema para la proyección turística de la provincia, el “Jaén, paraíso interior”, que se ha convertido en el slogan de referencia y que nos ha abierto muchas puertas.
Pero con los años y con la suficiente visión para ir haciendo aportaciones en las distintas ferias en las que representa a Jaén, ha ido sumando iniciativas a los recursos existentes. Ruta de los Castillos y Batallas; Oleoturismo y Jaén Selección, entre otras iniciativas novedosas para colocar en el lugar que corresponde a su excelencia a nuestro aceite de oliva virgen extra: el Viaje al Tiempo de los Iberos, en torno a nuestra riqueza arqueológica; Renacimiento del Sur y Vandelvira, para enfatizar la grandiosidad monumental; Degusta Jaén, como apoyo a los productos agroalimentarios de nuestro territorio; y junto a lo anterior, las actuaciones para engrandecer el hoy Centro Cultural Baños Árabes, que fue reconocido en su día por Europa Nostra; o el Premio Jaén de Piano, y su cada vez mayor prestigio internacional, sin olvidar la recuperación de legados como el de Miguel Hernández, por su vinculación a la provincia, o la programación de Jaén en julio, que pretende dinamizar la provincia en un mes en el que la competencia la tenemos en las playas. No es una relación pormenorizada, es simplemente una referencia, pero suficiente para hacerse una idea de una implicación muy sólida con el territorio y todas sus grandes fortalezas.
Este trabajo de la Diputación tiene su reflejo en ayuntamientos, como los de Úbeda y Baeza, Patrimonio de la Humanidad, que son dos grandes focos de atracción. La ciudad de Jaén se ha sumado con entusiasmo a la tarea y su concejal de Turismo, Rosario Morales de Coca, trata de asentar una imagen que sintetice la gran oferta que atesora la capital, que ahora se va a ver ampliada con el Museo Íbero. En fin, tenemos motivos en Jaén y en toda la provincia, lo que no podemos perder es la capacidad de entusiasmo, de creer nosotros en nuestros recursos, pero, eso sí, con esta legitimidad exigir a quien corresponda para que los esfuerzos que se hacen, que no son pocos, no parezcan vacíos ante la indiferencia de las administraciones que son imprescindibles para crear las condiciones que permitan que estemos simplemente en el lugar que nos corresponde.
Siento el desánimo del sector turístico, que tanto está trabajando en los últimos años, y que se ha enfrentado a grandes esfuerzos. A él también le corresponde laborar y pedir la palabra en los órganos colectivos, para que estos profesionales sean tenidos en cuenta como lo que son, el motor de una actividad que puede y debe seguir generando riqueza y progreso para Jaén.
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La Autovía del Olivar, única conquista de comunicaciones en el interior de la provincia, que por cierto se ha hecho esperar, lo cual no le quita importancia y valor estratégico.
