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Por JULIO PULIDO MOULET /

Cada vez que publica un libro sus jefes editoriales le hacen la promoción en la cadena de la que son dueños. Y lo hace naturalmente en el prime time, en la hora de más audiencia y en el programa más visto en las tv según las encuestas diarias que miden los porcentajes de televidentes. Además Perez Reverte siempre da juego por su larga trayectoria como reportero de guerras y conflictos y naturalmente como prolífico escritor. A eso se une que Motos lo lleva al terreno del análisis político y ahí aparece un Reverte que con sólidos argumentos no deja títere con cabeza y se sitúa en la equidistancia a la hora de emitir sus juicios. Equidistancia que no se debe confundir con indiferencia ni con pasotismo porque el hecho de estar alejado de los dos partidos tradicionales no quiere decir que no se tenga opinión ni que no se puedan formular juicios acerca de lo que ocurre a nuestro alrededor y por lo tanto de los personajes que protagonizan lo público diariamente.

Y es exactamente en ese punto en el que me identifico con el académico Reverte y suscribo en alto porcentaje su ponderado criterio. Anoche en Antena 3 además aludió atinadamente a otro periodista de mis devociones: el olvidado adrede Manuel Chaves Nogales, que en el prólogo de su libro A sangre y fuego que con el subtitulo Héroes, bestias y mártires de España hizo un análisis de casos ocurridos en la guerra civil que le sugirieron abandonar España cuando la guerra ya era una irremediable tragedia entre hermanos. Meses atrás creo que en este mismo foro que nos cede Antonio Garrido publiqué una alusión al prólogo del libro de Chaves para concluir como él que en el caso de un nuevo conflicto armado ambos seríamos perfectamente fusilables por, como escribió Unamuno , los hunos (sic) y los otros.

Porque la conclusión a la que llega Reverte y los que como él andamos por las lindes del descreimiento es que en España no existe en este momento un partido que represente con eficacia la socialdemocracia y el liberalismo que no son entre sí contradictorios. El propio dirigente socialista Indalecio Prieto afirmaba que era socialista a fuer de liberal y es que tanto una ideología como la otra enarbolan la bandera de la libertad en su más amplia concepción. Anoche Reverte aludió a personas concretas que ahora ocupan puestos de poder, que antes los ocuparon y a otros que aspiran a ocuparlos. Habló de malos y tontos, de golfos y truhanes, de opositores que poco se oponen, de ególatras fascinantes y de un tipo que siendo comunista a muchos nos cayó bien por su honrada trayectoria: Julio Anguita.

La verdad es que me dejó un poco de inquietud y una poquita luz de esperanza. Vaticinar que Europa se hunde, que estamos a merced de locos como Trump, de aviesos como Putin, de terroristas como Hamás y de asesinos como Netanyahu no invita precisamente al optimismo. Los que como Reverte hemos entrado en los últimos compases del baile macabro de la vida contemplamos con tristeza el porvenir de unos jóvenes que faltos de ideales claros se arriman a una ultraderecha que crece no por convicción de que sus propuestas sean mejores sino por la inacción e incompetencia de unos gobernantes escasamente formados o simples servidores y lacayos de los que ostentan el poder en las cúpulas de partidos e instituciones.

Y mil veces repitió el mal mayor que nos aqueja: la incultura, el no leer, el no formarse un juicio crítico después de oír lo que dicen los de acá y los de allá. El guiarse por impulsos del corazón o por tradiciones familiares en lugar de hacer trabajar a la razón y la cabeza nos condena sin remedio a formar parte de una grey de «brutos» como atinadamente se definió y nos definió uno que lleva varias decenas de años intentando dejar de serlo. En su pura salsa Arturo Pérez Reverte.

Foto: Arturo Pérez Reverte en diálogo con Pablo Motos.

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