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En Jaén sólo se hablaba de los autobuses de Castillo y de la deuda del Real Jaén con autobuses Montijano, hasta que hace unos días irrumpió el autobús naranja de la organización Hazte Oír (HO) con el mensaje: “Los niños tienen pene. Las niñas tienen vulva. Que no te engañen. Si naces hombre, eres hombre. Si eres mujer, seguirás siéndolo”, autobús que inmediatamente fue inmovilizado por la policía municipal dirigida por las podemitas Carmena y Rita. En cuestión de segundos, las redes sociales hicieron miles de copias del autobús con distintos mensajes, algunos graciosísimos. En seguida, diferentes partidos políticos, sindicatos, organizaciones de gais, etc., rechazaron, en su habitual tono de desprecio, la campaña, indicando que es impresentable y que fomenta el odio y la transfobia.

La identidad sexual es un tema muy de actualidad, y sentirse hombre o mujer es una cuestión mucho más profunda de lo que pueda parecer en un principio. Incluso algunos ni se sienten homosexuales, ni bi, ni trans, ni nada. Un joven americano, Vinny Ohh, ha mostrado incluso su deseo de poder vivir sin órganos sexuales, manifestando que no necesita ni pene ni vagina, ni ser hombre ni ser mujer. Aunque no sea la intención de este artículo entrar en este debate, simplemente quería manifestar que la naturaleza genera diversidad y, no aceptarla, más que intolerancia, es ignorancia.

El autobús ha conseguido hacer evidente lo que ya sabemos, que aquellos que se autoproclaman como liberales son profundamente totalitarios e intransigentes con todo aquello que no forma parte de su doctrina ideológica. El presidente de HO ha manifestado que su campaña solo pretende sensibilizar sobre la imposición educativa que están realizando muchas  autonomías con sus leyes de igualdad y no discriminación que ellos no comparten. ¿Está amparada esta campaña en la libertad de expresión? ¿La discrepancia ideológica está permitida en España? ¿Quién lo determina: Rita, la Jefa de los municipales de Madrid? ¿La misma que fue absuelta por los tribunales, precisamente amparada en ese derecho fundamental, después de asaltar una capilla católica, con el pecho descubierto, diciendo: «Arderéis como en el 36», «El Papa no nos deja comernos las almejas», «Menos rosarios y más bolas chinas»? ¿O más bien la alcaldesa Carmena que subvenciona, con dinero público, espectáculos de Títeres donde se ahorcan jueces, se violan monjas y se matan policías, o que incluso le ríe la gracia a la Drag Queen ganadora del Carnaval de Las Palmas de Gran Canaria? 

La prohibición de circular la han fundamentado en que el contenido del mensaje incumple la ordenanza municipal que prohíbe la publicidad en cualquier tipo de vehículo o remolque en circulación o estacionado, excepto la que se realice en los vehículos destinados al transporte público. Espero que no prohíban a partir de ahora que circule por las calles de Madrid el autobús privado del Barca, cuando sea de nuevo campeón de liga, con su escudo y su mensaje archiconocido “Més que un club”.

Abierta ya la guerra de los autobuses, la podemita Rita, a instancia del PSOE, está estudiando ahora, que es lo importante, que los autobuses de la Empresa Municipal de Transportes (EMT) realicen una campaña como respuesta a la de Hazte Oír, pero esta vez con dinero público, para apoyar a este colectivo de menores transexuales. La Sexta, el Ayuntamiento de Valencia y hasta una marca cervecera catalana (otro producto catalán que dejaré de comprar) responde a la campaña de la plataforma Hazte Oír, lanzando su propio autobús a favor de la transexualidad. En Valencia han sacado a la calle un vehículo de la Empresa Municipal de Transportes en el que se puede leer el lema “Davant l’odi, denuncia” (“Ante el odio, denuncia”). El programa “El intermedio” de la Sexta, presentado por Wayoming, ha sacado a la calle su propio autobús, en el que se puede leer “La identidad de género no se elige, que no la elijan por tí”. El autobús ha sido recibido por el público al grito de “¡Ito, ito, ito, mi niña tiene pito!” ¡Qué bonito! Aunque a mí, sinceramente, el que más me ha gustado de todos es el de mis amigos de Facebook que dice: “De la mar el mero, de la tierra el cordero, y de Jaén Polla Gorda el Hornero. Que no te engañen ni pollas”.

De forma paralela al autobús, ha surgido la polémica de nuevo por los irrespetuosos y “plurales” carnavales de Las Palmas de Gran Canaria, donde la Drag Queen ganadora se disfrazó de Virgen y de Jesucristo crucificado.

El Juez de Instrucción número 42 de Madrid, a pesar del atasco y de acumulación de procedimientos en la mesa por los que se caracteriza el funcionamiento de nuestros tribunales, parece ser que estaba muy libre, puesto que, con carácter inmediato, ha prohibido circular al autobús de HazteOír, por considerar que los mensajes que exhibe menosprecian a los menores transexuales. ¿Abrirán algún tipo de diligencia penal sobre el asunto del Drag Queen del carnaval? ¿Puede tipificarse como un delito de ofensa a la religión? ¿Encajará el espectáculo en alguna figura penal o se tratará, por el contrario, de una representación amparada en la libertad de expresión? Ya saben la respuesta. Para estos personajes hay libertad de expresión absoluta para mofarse, insultar, despreciar a las víctimas de ETA y a los creyentes, y si son católicos, mucho más. Les sale barato, puesto que siempre son absueltos por la justicia. La libertad de expresión solo es un derecho fundamental dependiendo de quién y cómo se ejerza.

Leía el otro día en un medio digital que para estos valientes y transgresores religiosos de pacotilla, los católicos no valemos, y los del PP tampoco. Nos educaron en otros valores, entre ellos en el de poner la otra mejilla. Fíjense que este sector tan solo ataca a la religión católica y a sus fieles. Me pregunto por qué no insultarán nunca a la religión musulmana ni a sus miles de seguidores.

El archiconocido artículo 20 de la Constitución Española reconoce y protege,  entre otros, los derechos (i) “A expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones mediante la palabra, el escrito o cualquier otro medio de reproducción” y a que (ii)  “El ejercicio de estos derechos no puede restringirse mediante ningún tipo de censura previa”.

Pero, bajo mi punto de vista, igual de relevante es ostentar estos derechos que respetar el límite de los mismos, configurados estos en el respeto a los demás derechos reconocidos en las leyes, y especialmente, en el derecho al honor, a la intimidad, a la propia imagen y a la protección de la juventud y de la infancia.

En suma, sabemos que, para exigir respeto, hay que respetar previamente, pero en España se respeta muy poco, y parece ser que siempre en una sola dirección.

 

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