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Por Martín Lorenzo Paredes Aparicio /

Crepúsculo 

El crepúsculo daba luz a sus senos. 
El viento recorría su piel. 
Era justo el momento de devolverle 
todo lo que me había dado. 
Comencé a pasarme por su cuerpo. 
Y su respiración anunció  
la llegada de la aurora. 
Y, entonces, sucumbí. 

Resaca 

Aplanado, después de una noche de copas, 
en nuestro sofá, testigo de nuestras caricias. 
Cuando el Barceló no ha dejado de bucear 
entre mis neuronas dormidas a pesar  
de lucir el sol. 

Me acuerdo de anoche, cuando la luna 
descubría nuestros cuerpos desnudos,  
en la penumbra. 

Cuando ya no estés 

Cuando ya no estés, 
soñaré que te recitaré el poema más hermoso, 
aquel de sencillos versos. 
Y entre desvelos inventaré las metáforas más atrevidas. 

Cuando ya no estés, recordaré tus ojos azules 
Iluminando el ocaso. 

Cuando ya no estés, evocaré la fantasía 
de tu cuerpo. 

Y entre lágrimas despertaré,  
cuando ya no estés. 


Despertar 
(Desde la ventana) 

Despertaste esta mañana 
con un largo silencio,  
cuando la lluvia te llamó 
con su voz. 

Las ciudades del horizonte  
se desvanecían, y acariciaban 
tus senos de miel. 

Y desde la ventana, entre murmullos, 
la plaza comenzaba a desperezarse. 


Natalia 

Siempre te vas 
de la misma forma, entre 
aromas a café y velas encendidas. 
El apartamento se queda huérfano 
de tus fragancias. 

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