Por ANTONIO GARRIDO / Pues sí, ayer hablaba con una persona que es referente en Jaén y ambos nos sentimos identificados en nuestro cariño por la ciudad y llegábamos a la conclusión de que es un buen momento el del ascenso del Real Jaén para hacer valer el ‘Espíritu de La Victoria’, es decir, provocar de alguna manera que toda la ilusión desbordante que se puso la tarde del domingo en el estadio sirva, por supuesto para apoyar a nuestros colores, si bien en el caso del Real Jaén, por ser más que centenario y constituir un referente del tiempo y la historia, se ha convertido en una institución representativa de la ciudad, más que un club podemos afirmar con toda legitimidad.
Cuando me refiero al ‘Espíritu de La Victoria`, lo que quiero decir es lo importante que sería que esa energía en positivo, el entusiasmo, se dedique no solo a formar parte de la legión de seguidores del club representativo de la capital, que por supuesto que sí y ahora lo va a necesitar más que nunca, sino que se transmita a otras fortalezas y al apoyo a todo lo que nos pueda hacer sentirnos tan orgullosos como hoy estamos por el ascenso del Real Jaén, que ha subido un escalón, y eso que todavía vamos transitando por categorías por debajo de nuestras expectativas y sin embargo pudiera parecer, por la reacción de las 12.500 almas en el campo y toda una ciudad vibrando, que habíamos tocado el cielo. No quiero ni pensar el día, ojalá que llegue, que pudiéramos aspirar a meternos como en los primeros y recordados años, en el pasado siglo, nada menos que en la máxima categoría del fútbol español.
En este momento pienso en toda la sociedad jienense en general, pero sobre todo en quienes gritaron hasta la extenuación en apoyo a su Real Jaén y que son capaces de repetir este tipo de gestas. Lo que demuestra que no todo está perdido en Jaén. Las mismas personas, especialmente los jóvenes, porque son los llamados al relevo generacional y a mantener la lucha permanente porque a esta ciudad nadie le robe su futuro. No hacía falta más que mirarles para observar que eran todo sentimiento y en algunos casos trasladaban su inmensa alegría a cientos de niños, que tempranamente van recibiendo lecciones de jaenerismo, que al fin y el cabo de eso se trata. Frente a los que nos quieren acusar de victimismo cuando ponemos en el escaparate las debilidades de nuestro pueblo, otra clave histórica para tratar de esconder sus propios fracasos, en especial de la política, tenemos que responderle desde la acción, la crítica razonable y razonada, el compromiso y el amor a Jaén, eso siempre por delante a la complacencia y a dejarnos seducir por cantos de sirenas.
Mi confianza plena en nuestros jóvenes porque los hay muy preparados y la Universidad en gran medida les ha dotado de formación pero también de capacidad al tiempo que ha cultivado el pensamiento. Son nuestro futuro y en tal sentido es un valor incalculable que hay que cuidar, porque ellas y ellos serán mañana los que dirijan el Real Jaén y todos los grandes estamentos deportivos, pero también quienes desde la política gobiernen las instituciones, y desde la sociedad lideren los colegios profesionales, los colectivos de todo tipo, las cofradías, las fiestas, las costumbres y tradiciones, las empresas…Tenemos una fuerza motriz que es también nuestro propio legado, el de quienes nos hemos dejado la piel en el empeño, no demasiados pero sí muchos, y me cuento entre los que confían plenamente en estas generaciones para que aprovechen los estímulos, como el de ahora mismo con el RJ para hacer más grande a Jaén.
Además, y no es cuestión menor, contamos con un hecho singular, que es que entre esa juventud vibrante hay al menos la mitad de mujeres, más esperanzados todavía porque en cualquier sociedad que quiera progresar, como es nuestro caso, el papel de la mujer no es solo relevante en orden a la igualdad, que también, lo es fundamentalmente en base a lo que ellas son capaces de aportar en cualquier entorno, como nos demuestran a diario en tantas actividades y profesiones. Coincidimos, lo he comentado en algunas ocasiones en los últimos tiempos, algo se empieza a mover en la ciudad y también en parte de la provincia. Siempre he creído que con el tiempo, y ahora se van a cumplir 32 años de su creación, la Universidad contribuiría decidiamente a propiciar el cambio mental y material de esta tierra nuestra. Cierto, no pretendo pasar de mi escepticismo militante a un exceso de optimismo, pero algo empieza a notarse en el ambiente, una esperanza nace en forma de impulsos y de signos, y hay que ponerle alfombra roja por parte de quienes puedan o podamos hacerlo para que nuestros jóvenes encuentren la vía expedita para iniciar su camino, y que en vez de ponerle obstáculos seamos capaces y generosos de abrirles todas las puertas para que vayan aprendiendo y al tiempo oxigenando nuestra vida ciudadana.
Porque este es el Jaén que queremos, el de gente que ame a su tierra y esté dispuesta a darlo todo por ella. Por fortuna tampoco tengo que salir a la calle para comprobarlo, lo veo en casa, talento UJA que quiere sumar en el empeño, que han decidido apostar por su tierra en lugar de buscar otros horizontes, y que tienen que prepararse porque son el mañana más inmediato. La imagen nos la ha acercado a los ojos el Real Jaén.
Foto: Real Jaén.


