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Por ANTONIO GARRIDO / Llevo semanas tratando de informarme de la situación que se vive en el municipio de Cazorla por la controvertida decisión política de abandonar el edificio del que ha sido su centro de salud, en el casco urbano, como es natural, y que presta servicio a la comarca, derivado ahora por orden de los cabezas pensantes de la Consejería de Salud a las dependencias del Hospital de Alta Resolución, a tres kilómetros del pueblo, por un camino intransitable y con alguna que otra dificultad orográfica. Pues bien, el origen del conflicto estriba en que ha sido cerrado el centro de salud que ha venido funcionando desde hace muchos años en el corazón de Cazorla, por encontrarse en mal estado, aunque hay quienes exigen conocer un informe exhaustivo en el que se especifiquen pormenorizadamente los daños estructurales, pues genera dudas no sé si razonables, no lo he visto. Lo que sí percibo es que el pueblo entero, incluidos muchos votantes del Partido Popular que gobierna en Andalucía, se ha levantado contra esta arbitrariedad, como yo mismo pude presenciar en la tarde noche del miércoles en una asamblea protagonizada por la Plataforma en defensa de la sanidad y la educación pública de calidad, con centenares de personas en la plaza de la Corredera, donde se percibía claramente que era una reacción sin implicaciones políticas, todo lo contrario, un ejemplo de ciudadanía que lucha porque se les trate dignamente, por sus intereses y por la cercanía y eficacia de los servicios públicos de calidad a los que tiene derecho.

Entre los asistentes se encontraba el alcalde socialista, José Luis Olivares, un responsable público al que todo el mundo reconoce un talante de moderación, manifestado también ante la propia consejera de Salud, Rocío Hernández, aunque el problema se ha enquistado por la intransigencia de los responsables de la Junta, la Consejería se compromete ahora a construir un nuevo centro de salud, ante las airadas protestas del vecindario, pero las actuaciones de los responsables no solo no ha resuelto la incómoda situación creada sino que han movido a la indignación de los cazorleños, que se plantean todo tipo de acciones de protesta hasta que la atención primaria se preste en el mismo pueblo, sin necesidad de desplazamientos, es decir, facilitando a los vecinos la asistencia sin tener que coger un vehículo particular o transporte público.

En cambio para la Consejería no hay opción B, a toda costa el centro de salud con la provisionalidad que suele acompañar a proyectos que tienden a eternizarse, obligadamente tiene que estar en el minihospital y no en algunas de las opciones que ha ofrecido el Ayuntamiento. Me pregunto si los políticos que son capaces de enviar a paisanos y familiares a un centro de salud que se encuentra en la periferia accederían en el caso de que tuvieran familiares próximos que se vieran en esa tesitura. Pienso en las personas mayores, las más habituales en las consultas por razones obvias, y me niego a aceptar el decreto de la incompetencia.

Llama la atención el comunicado que esta mañana ha hecho público la Consejería de Salud en el que curiosamente recoge la frase que se ha hecho viral entre los cazorleños, y es que no debería llevarse este asunto al terreno político o ideológico, hay asuntos como la salud o la educación sobre los que no tendría que existir ningún debate sino la prestación eficiente de los servicios. Cazorla sabe bien del menosprecio de la administración andaluza, el delegado de Desarrollo Educativo debería darse una vuelta por el colegio San Isicio, donde hay unas obras pendientes y urgentes desde hace varios años, en una zona peligrosa donde juegan los escolares, y el centro lo ha comunicado reiteradamente a la autoridad competente, sin éxito. Dios quiera que no ocurra nada de lo que tengan que arrepentirse.

He visto, y no es fácil, a un pueblo de Cazorla unido, escuchando a los miembros de la recién creada plataforma, exponiendo todos y cada uno de ellos la opinión que le merece este contratiempo y el desengaño que ante la urgencia y la preocupación produce escuchar a los interlocutores de la Junta que abordan el panorama que ahora se está viviendo en clave administrativa, sin tener en cuenta, como pienso que debería ser una prioridad en las administraciones más cercanas, conceptos como la humanidad y la prestación de servicios de cercanía. Lo de enviar a los pacientes de atención primaria  al edificio fantasma del Hospital de Alta Resolución, o lo que sea, por cierto una infraestructura a la que no se le ha sabido ni probablemente querido dotarlo de medios y ponerlo en funcionamiento con todas sus consecuencias, antes y ahora, es ante todo una actuación torpe en la que parece que los gestores, políticos y no políticos, tratan de hacer imposible lo posible.

Hace bien el pueblo de Cazorla, su alcalde, su Ayuntamiento, su plataforma y los numerosos colectivos y vecinos adheridos, en seguir peleando con todas sus fuerzas y que sean ellos, con la legitimidad que tienen porque son ellos y ellas los que padecen las consecuencias, quienes se enfrenten con el peso de la razón que les asiste al empecinamiento imposible de entender en los tiempos que estamos, que para una visita al médico de familia haya que viajar en autobús urbano aunque sea en un pequeño trayecto. Podría ser un mal menor si se tratara de la única salida, pero no lo es, por eso choca más que la Junta no acceda a soluciones más justas y con las que atender el clamor de un pueblo y su comarca. A propósito me pregunto qué papel están jugando los políticos dependientes de la Junta que pertenecen a la zona y que, por lo que se ve, han dejado solos a la gente de a pie, porque lo primero es siempre lo primero.

Por mi propia conciencia social y por mi disposición personal y profesional a estar siempre del lado de la gente, sin importarme nada más que el motivo por el que luchan, he agradecido estar en Cazorla y empaparme de un ejemplo de movilización tan justificada. Probablemente no solo no será entendido por los políticos, porque su reino es de otra naturaleza, pero me alegrará mucho que perseveren en su cruzada porque si siguen como van no estarán solos. Que vengan a Jaén o que se desplacen a Sevilla, que muevan Roma con Santiago y que se dejen ver, que inquieten, con la verdad y con la lógica aplastante del sentido común se va al fin del mundo, por mucho que la política tenga razones que la razón no entienda. En pleno siglo XXI no se pueden ni se deben permitir los atropellos y los ciudadanos tenemos que ser cada vez más consciente de que entre nuestros deberes, también es un derecho responsable, está la defensa de los intereses que nos afectan y gobernar a los políticos que tantas veces se olvidan de que están en los cargos para servir, para aportar serenidad y soluciones, en lugar de imponer por la fuerza lo que es, sin más, una cacicada.

Y este es además el partido que quiere ganar las elecciones municipales de 2027 en la provincia, y antes la autonómicas. Se han equivocado de camino, han cogido el de la soberbia. Lo dicho, un aplauso para los vecinos, la buena gente de Cazorla por su clamor, con el ruego de que sean valientes y no abdiquen de una causa justa. Y un suspenso como una catedral de grande para los gestores de la Consejería de Salud y Consumo de la Junta, empezando por su consejera, Rocío Hernández, que no ha sabido estar a la altura de las circunstancias y curiosamente es ella misma la que invita a no confrontar, cuando la que está confrontando es ella y no con los partidos políticos sino con la ciudadanía cazorleña que es la auténtica víctima. Decididamente los problemas de la salud, junto con su hermana, la dependencia, son los grandes pilares que se les están cayendo a pedazos al gobierno de Juanma Moreno.

Foto: Un momento de la asamblea pública, en la principal plaza de Cazorla, con la Plataforma en defensa de la sanidad y la educación de calidad.

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