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Por ANTONIO GARRIDO / Las alocadas prisas del mundo en que vivimos impiden muchas veces detenerse de vez en cuando a rendir tributo a las cosas buenas que tenemos alrededor. Nos pasamos el tiempo, sobre todo, tratando de vencer los problemas y dificultades del día a día y restamos mérito a lo verdaderamente importante, y, si nos damos cuenta, que puede ser, vamos dilatando ese objetivo de dedicar tiempo a las grandes conquistas que nos han hecho un pueblo grande y con motivos para sentir orgullo.  

Pues el próximo martes se celebra el Día de la Universidad de Jaén, porque fue un día 1 de julio de 1993, hace 32 años, ya se nos va haciendo mayor, cuando se publicó en el Boletín Oficial de la Junta de Andalucía el decreto de su creación, luego de un debate constructivo en el Parlamento donde los diputados que representaban a la provincia protagonizaron, todavía lo recuerdo, una defensa apasionada del logro histórico.

Viéndolo ahora con el paso del tiempo me reitero en mi impresión de siempre, la Universidad ha sido lo mejor que le ha pasado a Jaén, yo suelo exagerar tal vez a la hora de acotar fechas y vengo a decir que esto es así al menos desde los Reyes Católicos hasta hoy. No hay empresa más grande, sobre todo mirando al futuro y aunque sus beneficios ya son percibidos por la sociedad jienense, es cierto que aún valoraremos más su presencia a medida que pasen los años, pero su existencia y su pujanza entre nosotros imprime carácter.

La ley de creación de la Universidad de Jaén fue pensada como instrumento de transformación social para desarrollar y orientar el potencial económico, cultural y científico de la provincia de Jaén. Para ser, en definitiva, el motor de su progreso, ni más ni menos, la que propicie el cambio mental y material.

Al hablar de la Universidad hay que recordar los pasos previos, el Colegio Universitario dependiente de la Universidad de Granada, los lazos históricos de Jaén con la institución granadina que era nuestro referente, por no remitirnos a siglos atrás cuando tuvimos la afamada, vieja e influyente Universidad de Baeza, y durante un tiempo en la propia capital creada por los Agustinos, pero las dos tuvieron punto y final. En Baeza quedan los rescoldos de la tradición universitaria, y el dicho que nos la recuerda: Lo que no da la naturaleza, ni Salamanca ni Baeza.

Y en el caso de la Universidad de Jaén, desde el principio sabíamos que era un instrumento que iba a cambiar la vida de mucha gente, como se ha demostrado desde el año 1993 con la salida de tantas generaciones UJA que son el orgullo colectivo de esta tierra.

Foto: Antonio Pascual recibió en 2018 el merecido título de Doctor Honoris Causa por la Universidad de Jaén y dijo entonces que la UJA ha ayudado a abrir en Jaén una ventana al mundo.

Quiero resaltar por ser de justicia la apuesta de un político que ya no lo es, jiennense además, con el que su tierra estará en deuda permanente, Antonio Pascual Acosta, el consejero de Educación en el momento crucial y que salvó todos los obstáculos, que los hubo, para sacar adelante la ley, imponiendo el criterio frente a los sectores, que sigue habiendo hoy y tratan de hacer ruido, de que sólo haya unas cuantas universidades y florecientes, frente a los que defienden la virtualidad de instituciones académicas como la de Jaén, cercana a la gente, expresión de la igualdad de oportunidades y potente palanca para el desarrollo socioeconómico del territorio. El actual rector, que lleva dos años al frente de este liderazgo, Nicolás Ruiz Reyes, se impuso como reto y está actuando en esa direccion, un vicerrectorado con la denominación de Desarrollo Territorial, y es un gesto que se entiende como un compromiso, porque el motor existe, pero hay que ponerlo en movimiento, hay que articular a toda la provincia en torno a su institución universitaria. Mucho trabajo aún por hacer.

La apuesta ha merecido la pena. De todas maneras permitan que les diga, que al más puro estilo Jaén, entiendo que no es que no se valore la importancia de poseer una Universidad propia, que sí a nuestro estilo, forma y manera, pero está lejos de recibir lo que merece y necesita, el reconocimiento de todos, la predisposición de algunos sectores, que deben estar para algo más que las fotos, porque de ellos depende en gran medida su fortaleza. Cuando únicamente la Universidad puede poner a Jaén en el lugar que le corresponde y constituye la última y definitiva esperanza de este Jaén nuestro a veces aplanado y todavía con poca fe en sus recursos.

Foto: Los cuatro rectores hasta hoy, Luis Parras, Manuel Parras, Juan Gómez, y el actual, Nicolás Ruiz.

Aprendamos de quienes nos enseñaron, como Miguel Hernández: “Jaén, levántate brava…”. Mi enhorabuena a la Universidad, con sus ya cuatro rectores a la cabeza, Luis Parras, Manuel Parras, Juan Gómez y Nicolás Ruiz, cuatro personas distintas pero unidas por un proyecto que tiene que ser la tabla de salvación de Jaén. Luis Parras desempeñó el cargo de presidente de la Comisión Gestora de la UJA desde 1993 a 1997. Concurrió a las primeras elecciones de la Universidad de Jaén en 1997, ganándolas, y continuó siendo rector hasta 2006, en un segundo mandato. Asimismo, Manuel Parras Rosa ganó sus primeras elecciones en 2006 y también se mantuvo en el cargo hasta 2015 tras agotar una segunda etapa. Desde 2015 hasta el pasado año 2023 fue Juan Gómez Ortega quien desempeñó su labor como rector de la UJA, exactamente desde el 7 de abril de 2015 al 14 de junio de 2023, ya que al día siguiente apareció en el BOJA el nombramiento de Nicolás Ruiz Reyes.

Cuando paso por la UJA y veo sus modernos edificios, ese Campus que da envidia y sobre todo esos miles de alumnos y profesores que le dan vida, siento alegría y orgullo como hijo de esta tierra, también porque mis hijos se han formado en ella y espero que lo hagan mis nietos.

La hemos visto crecer vigorosa en sus principales tareas de transmisión del conocimiento y de investigación, pero también de implicación con la realidad social, económica y cultural de la provincia, y frente a los riesgos, que existen, de quienes pretenden negar las evidencias, pongo en valor la vitalidad de la UJA, escalando peldaños en la consideración de los rankings nacionales e internacionales, que nos llenan de legítimo orgullo y debieran ser un persuasivo aval ante quienes desde el poder andaluz parecen no haber entendido aún el papel fundamental que juega la institución, que como universidad pública se ha convertido en el referente de máxima confianza, para producir talento y también, entre otras muchas funciones, ser el baluarte al que se puedan acoger proyectos significativos como es en este mismo momento el Cetedex, del que se espera, en tiempos convulsos en el panorama geopolítico, con la defensa como protagonista, que no haya razones que dificulten una ambiciosa hoja de ruta para la UJA y para el progreso de esta tierra, que ya toca.

Por estos motivos es absolutamente indispensable, y no se puede permitir otro escenario, que cualquier acción de los responsables políticos solo vaya encaminada a hacerla crecer y ser más útil a la provincia, y no a cortarle las alas o lastrar su desarrollo, riesgo evidente por parte de la Junta que con la intervención directa del presidente, Juanma Moreno, estableció y fue firmada la nueva senda para la financiación, que hasta el momento, como es costumbre, se incumple en relación con el calendario establecido y sigue poniendo a prueba su fortaleza, razón por la que habrá que estar vigilantes desde la UJA y desde toda la sociedad para alzar la voz con toda contundencia para que esta pesadilla que se viene prolongando ya más de tres años, desde la aplicación tan lesiva para nuestra institución del llamado ‘modelo Velasco’, no acabe por dañar irreperablemente, más que ya lo ha hecho, los cimientos que sigue precisando la Universidad de Jaén para hacerse fuerte, digna de la provincia y como respuesta al nombre y al prestigio que ha sabido ganarse en todos los ámbitos.

No quisiéramos reconocer, porque sería muy decepcionante, que la reacción de la Junta con ocasión del clamor y la rebelión de los rectores en la víspera del Día de Andalucía, consistiera en tratar de sofocar aquella inédita unión con nuevos compromisos para volver a ser incumplidos y continuar con la hoja de ruta de los últimos tiempos, prometer lo que a la hora de la verdad se ignora sistemáticamente, aunque haya sido firmado por todos los protagonistas y aparecido en las páginas del BOJA. Mayor negación no cabe y no podemos dormirnos en los laureles porque peligra lo mejor que tenemos. Aviso a navegantes, porque además es posible que sufra retraso algún nuevo grado previsto para comenzar en el próximo curso, por razones hasta ahora no explicadas.

Poer fortuna, en este preciso momento, lo mismo que los demás rectores tuvieron que lidiar las situaciones que les tocaron en los mandatos en los que fueron elegidos, el actual Rector Magnífico, Nicolás Ruiz, nos merece total confianza, porque no se ha movido ni un milímetro de sus convicciones y su discurso es el mismo en la campaña para llegar al Rectorado y después en el desempeño de su gestión, una voz firme, comprometida, valiente, providencial para este tiempo histórico en el que hay que sobreponerse a la adversidad. Su voz ha sonado firme en Jaén, en Sevilla y en cuantos escenarios ha tenido la oportunidad de expresarse. Su única prioridad es que la UJA gane esta batalla por simple coherencia con la finalidad de su creación y que la Universidad y Jaén sean una misma cosa, por tanto que nadie se atreva desde los despachos a violentarla y a permitir que deba estar centrada en las amenazas que se ciernen sobre ella antes que en todas sus fortalezas que son las que la siguen impulsando como una Universidad modélica como es reconocido casi a diario, a modo de ejemplo la revista Forbes situándola como una de las 20 mejores universidades españolas. No soy muy de centrar el discurso solo en estos registros, pero como señala el refranero algo tendrá el agua cuando la bendicen.

Este mensaje no pretende ser catastrofista, lamentablemente este es el panorama, y debe calar hondo en la sociedad de Jaén, porque la Universidad es lo mejor que tenemos y nuestro deber es su defensa, con la decisión de los versos de Benedetti, contra todas las posibles asechanzas, y contribuir a hacerla todavía más grande de lo que es. Y es, sobre todo, futuro para Jaén. Hoy, 32 años después de aquella conquista, además de celebrarlo como un motivo de inmensa alegría, toca luchar por la UJA con uñas y dientes para que las veleidades de la política no nos jueguen una mala pasada como por desgracia ocurre con tantas rémoras que suma esta extraordinaria provincia que necesita de menos palabrería, menos cariño impostado y más demostración palpable de que alguien está por salvarnos en lugar de hundirnos. La UJA no se toca. Palabra de jienense.

Foto: Una imagen de la Universidad de Jaén, el orgullo de todos los jienenses, 32 años después de su creación.

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