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Por ANTONIO GARRIDO / A mí no solo no me molesta la celebración en Jaén de La Magna, “Magnum Rosarium Spei” (Rosario de Esperanza del Santo Reino) como se le conoce popularmente a la jornada que viviremos mañana, sino que celebro que exista esta oportunidad para que dentro del Jubileo proclamado en su día por el Papa Francisco bajo el lema de Peregrinos de la Esperanza, exista esta oportunidad para que los cristianos que se sienten concernidos, incluido ese potencial tan relevante que representa a la religiosidad popular, celebre un día con el protagonismo de sus imágenes llegadas a la ciudad jienense desde los diferentes puntos de la geografía provincial en número de 20, que es una dimensión apropiada, una mínima representación del patrimonio imaginero ligado a las devociones que constituyen un legado de fe que está indefectiblemente unido a una parte de la población de la tierra del Santo Reino, nada desdeñable. El Rosario Magno, por llamarlo por su nombre, se convierte mañana, sábado, en un gran escaparate de la religiosidad popular, aunque sea con la presencia en la calle de veinte imágenes marianas y cristológicas que representan la síntesis del acervo de nuestra provincia, una historia ligada a su tradición religiosa.

Lo que se va a vivir mañana en Jaén es un hito histórico. Entiendo las dificultades que se pueden causar, pero debe entenderse que organizar una jornada con tal singularidad, que contempla la llegada de los pasos desde las diferentes parroquias a la calle Virgen de la Cabeza, los actos que van  a tener lugar en ella, el posterior traslado procesional de cada uno de los titulares hasta la Plaza de Santa María, y el regreso después al culminar la celebración, plantea una ardua tarea, que unos por devoción y otros por respeto estamos obligados a seguir, porque el acontecimiento viene que ni pintado en un momento en el que tratamos de poner el acento en el valor de Jaén como Capitalidad, porque este hecho refuerza ese papel de la ciudad de Jaén, llegan las imágenes y los representantes de los diferentes municipios, lo harán desde todos los pueblos de la geografía provincial, para sumarse a un hecho que es único, porque una circunstancia similar puede repetirse dentro de mucho tiempo, y los hitos de la historia, en este caso religiosa, pero también social, hay que celebrarlos porque van a quedar grabados en la memoria colectiva y en las crónicas que van a quedar como recuerdo de un hecho tan trascendente.

Este gran día de mañana que van a vivir los jienenses de la capital y se espera la presencia de más de 40.000 personas de la provincia, y creo que los organizadores se han quedado cortos, ha precisado de un nivel organizativo en el que hay que agradecer que a la llamada de la Diócesis y del obispo, monseñor Sebastián Chico, han respondido la totalidad de las instituciones, esta vez ha sido un ejemplo de apoyo institucional, cada administración aporta de acuerdo con sus niveles competenciales, pero con la mejor disposición, unidos en el empeño de que la jornada del sábado discurra con toda normalidad y que Jaén, como sabe hacerlo, dé un ejemplo de buen hacer y en una jornada que discurra con la máxima normalidad, sin inciddentes y con el resultado final de que hemos sido capaces de escribir otra página gloriosa para nuestra historia particular, una más de las muchas que durante siglos ha protagonizado la bendita tierra de Jaén y de los jienenses.

Como ya es conocido, las veinte imágenes que forman parte del Rosario Magno, llegaron en los últimos días a la capital y se fueron repartiendo por los templos de la ciudad, que les abrieron sus puertas. Mañana, desde bien temprano, irán saliendo con dirección al lugar elegido para celebrar la Eucaristía hacia media mañana y más tarde se iniciará el Rosario Magno propiamente dicho, que no es sino una procesión con las imágenes que representan los misterios del Rosario, y con ellos el capital religioso y humano que exhibe nuestra diócesis, las advocaciones y devociones, donde merece destacarse de manera extraordinaria la implicación del mundo cofrade, un patrimonio singularísimo de la religiosidad popular de tanta arraigo, pero también comunidades religiosas y fieles en general. Las imágenes discurrirán por el centro de la capital para terminar en la popular Plaza de Santa María, donde se encuentra el primer templo de la diócesis, lugar elegido para realzar este hermosa conmemoración. El Rosario Magno, tal como fue concebido en sus orígenes tras la proclamación del Jubileo de la Esperanza 2025, no es solo una manifestación religiosa, que por supuesto también, es sobre todo un gesto comprometido, una peregrinación, una misión de servicio, de consuelo y de anuncio de la Buena Noticia en un mundo herido por la incertidumbre, la violencia y la indiferencia, lo señalan de manera expresa los organizadores, extremadamente convulso y que está muy necesitado de esperanza. De ahí que cada misterio rezado tratará de ser una ofrenda tratando de ofrecer luz para los jóvenes, las familias, los enfermos, los pobres y los que buscan a Dios.

Dentro del complejo entramado organizativo hay que felicitar a la Diócesis por el buen trabajo realizado, no solo concitar unidad en torno a la fecha del 4 de octubre, que ya es enormemente significativo, sino que uno de sus éxitos ha sido identificar nuestra simbología de Iglesia diocesana, de hecho el cartel oficial es una obra muy simbólica, destacando las siluetas de la Catedral y del Santo Rostro. Este Rosario Magno nos viene a recordar las muy antiguas peregrinaciones a la ciudad de Jaén desde la provincia, pero también desde toda España, para adorar la reliquia de la Santa Faz, de la que nos sentimos tan orgullosos.

Haremos historia, en la Iglesia diocesana y en la capital. No olvidamos que la última celebración similar, como nos cuentan las crónicas, tuvo lugar nada menos que hace 75 años, en 1950, y ocurrió el 1 de noviembre tras la proclamación por el Papa Pío XII del primer dogma de la Iglesia del siglo XX, el de la Asunción de la Virgen. Entonces Jaén también respondió y tuvo lugar una magna procesión mariana por las principales calles de la ciudad con un gran acto final, como no podía ser de otra manera, en la Plaza de Santa María, con nuestra bellísima Catedral al fondo. En aquella ocasión, dicen las crónicas, estuvieron presentes 43 imágenes, todas ellas advocaciones marianas elegidas de distintos lugares de la provincia, y fue también lo que esperamos que ocurra mañana, un día grande en la historia de la religiosidad popular jienense. En aquella ocasión se ofrecieron datos de asistencia que oscilaban entre 15.000 y 30.000 personas. Esta vez todo hace indicar que se superarán con creces esas cifras y que Jaén responderá a esta cita como esta capital siempre sabe hacerlo. Por supuesto, además de a la organización por su tarea encomiable, hay que felicitar a las instituciones que prestan su apoyo, todas, y el mundo empresarial se encuentra igualmente muy representado, con la Caja Rural, como siempre, en avanzadilla, porque suma en cualquier acontecimiento que sea relevante para Jaén.

Un día, en suma, para entender que la ciudad nos va a resultar más incómoda, pero que va a merecer la pena por todos los beneficios que La Magna va a reportar, y no solo de orden religioso. Como dije al principio se trata de una afirmación a nuestra Capitalidad en el momento en el que tratamos de poner esa condición en el escaparate y buscamos denodadamente recursos para exhibirla con orgullo. Somos capital, indudablemente es así, pero acontecimientos tan relevantes como La Magna nos recuerdan que fuera complejos y que lo que toca es ganarse el título con decisión y trabajo, una Capitalidad solvente no se regala. Feliz Rosario Magno.

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