Por MARTÍN LORENZO PAREDES APARICIO /
Es el bar Los Canarios, una taberna de pájaros y pájaras grandes, de una bondad absoluta: El loco, Gero, María José, Graciela, Miguel Tito, los tertulianos de los viernes, y demás parroquianos y funcionarios que vuelan a sus anchas por su salón.
Aquí, todavía se puede tomar un tercio o lo que encarte, en su barra. Aquí, no nos han quitado el hermoso derecho, tan jaenero, de tomar el aperitivo.
Regentada por Antonio y Mamen, que hacen honra al lugar creado por los padres del primero.
Sin los Canarios, el barrio de San Juan y, en definitiva, el Jaén antiguo no podrían entenderse.
Lugar de tradiciones, de encuentro de antiguos cofrades, especialmente los Martes y Viernes Santo. Santuario del Caído y de Jesús de los Descalzos. Cobijo de la Tertulia de los viernes.
En los Canarios, la mala follá suena a música de cámara, a la verdad del hombre y mujer humilde, a familia, a Jaén.
El bar Los Canarios aún resiste a la impostura del clasismo de un gastrobar.



