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Por IGNACIO VILLAR MOLINA / La economía española ha experimentado una recuperación equilibrada en los últimos años, tras crecer un 2,7% en 2023 y un 3.2% al final de 2024. Igualmente la proyección de futuro que ha elaborado FUNCAS confirma estos favorables datos, ya que, a pesar de incluir una moderada corrección, asigna para 2025 un avance del 2.3%, y un 1.6% en 2026. Por otro lado, recientemente el prestigioso diario “Financial Times” resaltaba con especial énfasis la buena trayectoria coyuntural de la actividad económica cuya tendencia se sigue confirmando en este ejercicio, si bien con una reducción que puede suponer un enfriamiento de su vigor en los próximos meses, y en el que califica el crecimiento de la economía española como un “modelo de resistencia“ al continuar la recuperación en este ejercicio pese a atravesar “la peor crisis política en décadas”, sin embargo afirma que, hasta el momento, “los vientos de cola internacionales han demostrado ser más poderosos que el efecto negativo relacionado con la política nacional», aunque sostiene “que subsiste cierta incertidumbre sobre su incidencia en los próximos meses”. Finalmente remata que “de cumplir las predicciones España sería uno de los países que más rápido crece en la Eurozona una vez más”, indicando que «supera el crecimiento de países como Alemania, Francia e Italia”.

De otro lado, el informe del Banco de España relativo al desenvolvimiento de la economía española en 2024, incluye los datos concretos y pormenorizados que conforman su notable dinamismo. Por el lado de la demanda, el consumo de los hogares fue el principal soporte de la actividad económica. Asi lo resalta A. Maqueda en el diario El País, “el buen comportamiento del gasto de las  familias, debido por una parte a que los salarios negociados ganaron algo de terreno a la inflación en 2023 y 2024, contribuyeron a un crecimiento del 2.8%, ratio que se fue fortaleciendo conforme se moderaba la inflación y subían los sueldos al 5% de media”; este positivo empuje del dinamismo de la demanda se vio apoyado por el fuerte aumento poblacional que, impulsado por la llegada de inmigrantes alcanzó el 1% en 2024, frente al 0.4% de media de la UEM (Unión Económica y Monetaria de la Unión Europea).

Por otro lado el IPC (Índice  de Precios de Consumo ), en España se redujo  en junio hasta el 2,3%, gracias a los alimentos , a pesar del repunte del precio de la energía, mientras que la inflación subyacente (que mide el aumento sostenido de las precios sin incluir los elementos más volátiles como los alimentos frescos y los productos energéticos), registró un crecimiento del 2.2%.

Por el lado de la oferta, todas las ramas de la actividad económica (construcción, industria, agricultura y servicios, etc…) crecieron con un notable dinamismo favorecidos, entre otros factores, por una reducción acusada de los costes energéticos en el caso de la industria, la prolongación de los flujos turísticos, que aumentó un 11% interanual, compensando el estancamiento de las exportaciones de bienes, y un consumo público que sigue creciendo a tasas del 4.1%, impulsado por una mayor recaudación disparada por la inflación; y la mayor captación de nuestro país en términos de desarrollo tecnológico.

Así mismo, resalta el robusto avance del empleo en 2024, que se extiende con igual tendencia en los primeros meses de 2025 en consonancia con el mayor dinamismo de la actividad económica, destacando un crecimiento más vigoroso en término de personas que de horas trabajadas. En este aspecto, hay que resaltar que la creación de empleo en los últimos años ha estado concentrada en la población emigrante: entre 2019 y 2024 en torno al 76% de todos los puestos creados en España han sido ocupados por nacidos fuera de nuestro país, una buena parte de ellos para cubrir los puestos más difíciles de cobertura. Sin embargo este buen comportamiento del empleo se ve empañado por el inusitado crecimiento de las bajas laborales cuya cifra que, según el Banco de España, alcanza un millón y medio cada día, el nivel más alto de los 5 últimos años.

Los indicadores de productividad han mostrado un desempeño más favorable en España que en el resto de la UEM, lo que ha permitido reducir la brecha negativa acumulada a lo largo de las últimas décadas con respecto a los diferentes países que la integran, si bien sigue siendo, de forma muy significativa, unos de los principales retos para el futuro, aunque hay que señalar que se ha producido una mejoría en innovación, capital humano y calidad de las instituciones.

La política monetaria del BCE ha sido propicia para la recuperación del crédito para las empresas y la revitalización del mercado hipotecario, con especial efecto en el costo inicial para las compañías y nuevas concesiones, y en la revisiones de los préstamos hipotecarios en vigor. Por otro lado el grado de endeudamiento de los hogares mantiene ratios muy equilibrados con un grado reducido de incertidumbre sobre el buen fin de las carteras crediticias.

Por lo que respecta a las cuentas públicas el gobierno presentó el 1 de mayo pasado el Informe de Progreso Anual 2025 en el que prevé una mejoría de  las cuentas públicas gracias a un crecimiento económico sostenido, al fin de las rebajas fiscales temporales, y una contención del gasto público, así estima que el déficit se reducirá al 2.8% del PIB en 2025, una previsión que está en sintonía con la realizada por Caixabank Reearch. En cuento a la Deuda de las Administraciones Públicas, señala que se situará en el 101.7% del PIB (Producto Interior Bruto). Si bien es necesario recordar que los Presupuestos Generales del Estado llevan dos años prorrogados en base a las cuentas de 2023, lo que podría incidir, junto el compromiso de ampliar el gasto en defensa, en el cumplimiento final de estas previsiones, especialmente por lo que respecta al ratio con respecto al PIB, que se incrementaría claramente si se confirma una ralentización de la actividad económica.  

Finalmente los buenos datos cosechados en 2024 y de los conocidos hasta ahora relativos al presente año, han mostrado un perfil robusto de cara a los resultados al fin de este ejercicio, datos que dependerán en buena parte de la evolución de un escenario global extremadamente incierto, con evidentes riesgos internos de toda índole entre los que destacan, de acuerdo con ESADE, la baja productividad coyuntural de nuestra economía, la crisis de la vivienda y la fragmentación política, y externos, que tienen la fuerza suficiente para revertir la situación actual. No obstante, todo parece indicar que la inflación no volverá a presentar su peor cara, lo que permitirá que el nivel de los tipos de interés siga deparando buenas expectativas para potenciar la demanda del crédito y su abaratamiento para las empresas y los préstamos hipotecarios y al consumo para los hogares, y el ahorro gradual de las cuotas de los préstamos en vigor.  

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