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Obituario

 

Se nos ha ido Alfonso Sánchez Herrera, un jaenero único e irrepetible, de ese tipo de personas que aparecen muy de tarde en tarde y que nosotros hemos tenido la suerte de disfrutar durante mucho tiempo, de él, de su sonrisa, de su amor a la ciudad que le vio nacer, de su bonhomía, de su simpatía, de sus chistes, de su cordialidad, de un talante que ha marcado un estilo, sobre todo a su paso por la vida política, en la que ha logrado ser un superviviente querido y respetado. Una enfermedad traicionera ha podido con él, a pesar de que durante meses luchó por esquivar el duro revés de la vida. Hoy todo Jaén le llora, le lloramos, y nos parte el corazón saber que ya no estará más con nosotros, aunque sí lo va a estar siempre su recuerdo y su legado.

He tratado toda la vida a Alfonso, primero como vecino en la calle Los Álamos, después por su tarea profesional, luego porque ser de Jaén y no conocer a Alfonso era un pecado de ciudadanía, también le seguí sus pasos de cerca, yo como periodista, en su etapa pública, especialmente cuando fue alcalde, estuvimos juntos en el Foro Jaén de Opinión y Debate, y en los últimos años, entre otras circunstancias que nos unían, formábamos parte de un selecto grupo de jienenses, “Amicitia Pulchra est”,  que nos reuníamos cada mes para fomentar la convivencia y la amistad siempre en el sagrado nombre de Jaén, y ahí Alfonso Sánchez era todo un símbolo. Nos faltan ya varios amigos entrañables a los que se une ahora el querido Alfonso. La última vez que coincidimos fue a finales de mayo, en el Restaurante Casa Vicente, cuando nos convocó a un almuerzo nuestro amigo Marcos Gutiérrez y compartimos mesa y mantel personas que teníamos alguna presencia social en el Jaén de los años noventa. Tuve el honor de estar al lado de Alfonso y ahí tuvimos la última conversación y ya, de alguna manera, con lo que le dije, le expresé mi amistad de siempre y mi admiración.  

No habría más que atreverse a hacer una encuesta ciudadana para confirmar lo que es un secreto a voces, que entre las personas que han ocupado la Alcaldía de Jaén en la democracia la mejor valorada es Alfonso Sánchez Herrera. Y no es que su gestión fuera de traca por las circunstancias que le tocaron vivir, no es que los astros se alinearan ni que la ciudad tomara un especial impulso, sin embargo el alcalde popular ha quedado para la historia como el de mayor empatía con los vecinos. A los jienenses en general y a muchos forasteros también, les llamaba la atención un político tan cercano, que puso el despacho en plena calle haciéndose omnipresente. Hubo quienes le motejaron como “el perejil”, pero lejos de ser una crítica se convirtió en un elogio, porque se le reconocía que estaba en todas las salsas, en el día a día de la gente, en los buenos y en los malos momentos.

No fueron a pesar de todo tiempos fáciles. Primero accedió al puesto tras una moción de censura de los populares con el CDS y luego conocería las mieles del triunfo electoral a partir de 1995. Este personaje más de Jaén que la Catedral, las pasó canutas con situaciones conflictivas municipales. Alguna vez le aconsejé que dejara el cargo porque me causaba malestar ver que en algunos momentos perdía su habitual sonrisa, y ni él ni los jienenses se lo merecían. En alguna ocasión he escrito que hubiéramos tenido alcalde para rato si no llega a ser víctima de las mezquindades internas de los partidos, en este caso el suyo. Él solía repetir con frecuencia la frase que se atribuye a Pío Cabanillas: “al suelo que vienen los nuestros”. Pues bien, con el paso del tiempo, Sánchez Herrera ha mantenido su prestigio dentro de las filas populares, donde se le ha reconocido como una institución, aunque fuera del ámbito de las decisiones, y donde realmente ha gozado de predicamento, de consideración y de cariño, ha sido en el ámbito ciudadano. Pudimos tener alcalde para rato, lo repito, pero optó, y bien que hizo, por la felicidad personal y la de su familia. De alguna manera Jaén le recuperó porque ha estado presente en la vida de la ciudad, ya desde la presidencia del Parque Empresarial Nuevo Jaén, desde la Cofradía Gastronómica La Buena Mesa, o en distintos colectivos sociales y culturales donde se lo han rifado, como la Real Sociedad Económica de Amigos del País, la Cruz Roja o la Caja Rural. Cuando dejó de ser alcalde fue apoteósico el homenaje que se le dedicó, no faltó ni la oposición, y esto en Jaén es para nota.

Recuerdo cuando hace tres años, en 2016, pronunció el pregón de la feria de San Lucas –el ferial lleva su nombre– y las redes sociales fueron un clamor de apoyo por la elección que hizo el Ayuntamiento, porque pregoneros ha habido muchos, pero Alfonso solo ha sido uno, nadie como él para hablar como lo hizo, con ese gracejo natural que le caracterizaba, de los signos distintivos de Jaén y de su feria de San Lucas. Recuerdo que en esta oportunidad, Javier Márquez lo presentó simplemente como “el alcalde” y el entonces pregonero hizo su entrada en el discurso señalando que “en Jaén si preguntas por Alfonso Sánchez es como si preguntaras por Piturda”. Con Alfonso estábamos ante un fenómeno social, nunca ha sido un político al uso, porque jamás desconectó de sus amigos y de los jienenses en general, que siempre le hemos tenido en un altar. Se preciaba de pisar la calle todos los días, de utilizar con frecuencia los servicios del taxi para desplazarse, en fin, no voy a descubrirlo a estas alturas, un personaje consagrado del más puro jaenerismo. Siempre fue el mejor relaciones públicas que Jaén podía tener, cuando era alcalde todo el mundo se quedaba asombrado de los recibimientos a los visitantes y de su simpatía arrolladora. No hay fórmula milagrosa en esta relación, simplemente que Alfonso Sánchez demostró su amor apasionado por Jaén, y Jaén, que lo notó, se lo supo premiar con su afecto, que ha mantenido intacto hasta el final, a día de hoy. Sí señor, un personaje querido donde los haya.

Por la trayectoria de Alfonso Sánchez Herrera creo que era un jienense merecedor de la máxima distinción de la ciudad, me refiero al título de Hijo Predilecto y la medalla de oro, que demandé varias veces públicamente, sin éxito, y bien que lo lamento. Este Jaén que tantas veces uno no llega a entender…Si este tipo de reconocimientos se guardan para personas por las que se siente predilección, él reunía todos los requisitos y méritos necesarios, más que cualquier otro de los elegidos. Porque la gente le adoraba y se lo ha expresado durante tanto tiempo de manera espontánea. Lástima que no se haya sido capaz de reconocer en vida a quien con su actitud, su cercanía y su amor a la ciudad en la que nació hace 73 años, por su acendrada militancia jaenera, era un referente sin discusión posible. Alfonso había anunciado hace algún tiempo que quería escribir sus memorias. Ignoro en este momento si habrá tenido oportunidad, pero si lo ha hecho, creo que no puede ser algo diferente a un homenaje a Jaén, su Jaén querido.

Podría narrar muchos hechos y situaciones vividas con Alfonso, pero las voy a conservar en la memoria y en el corazón para tener motivos para recordarlo tal como era. Mi abrazo efusivo a su esposa Virginia, a sus hijos, y a todos cuantos le han querido, que en este caso sí se puede decir con autoridad que han sido una gran legión de jienenses. Como buen cristiano ha ofrendado a Dios su sufrimiento, y tengo la certeza de que arriba se ha ganado un puesto de privilegio en la Casa del Padre, en quien tanto creyó. Por eso sí estoy alegre, en la alegría de la fe, y de alguna manera reconfortado para paliar la tristeza y el desgarro que me produce esta despedida. Descansa en paz, querido Alfonso, un abrazo de aquí a la eternidad.

 

 

 

 

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