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Firmas InvitadasJavier López López

El blog y la lista negra

By septiembre 14, 2016abril 6th, 2022No Comments

El Gobierno planea prejubilar a los mineros a los 52 años. Me parece bien. Lo que me parece mal es que los periodistas tengamos que cumplir 65 para cobrar del Estado, a pesar de que desarrollamos un trabajo parecido, pues, por lo general, buscamos las noticias debajo de las piedras, sufrimos intoxicaciones de fuentes poco fidedignas y, como acredita el caso de mi estimado Hermann Tertsch, corremos riesgos físicos.

Es decir, nos ronda la muerte, siquiera sea la civil ahora que Ahora Madrid edita un blog municipal, no tanto para publicar las informaciones al modo en que las concibe el poder, como para estigmatizar a los redactores que no interpretan la información como le gustaría al poder. A esto, en mi casa, se le llama lista negra, pero como mi casa es de derechas no descarto que sea una interpretación facha.       

La indignación mediática que ha generado la publicación del blog ha sorprendido a sus artífices, en lo que se nota que son nuevos en el oficio censor.  De no serlo, habrían copiado a los clásicos, los socialistas andaluces,  maestros en desactivar el periodismo crítico sin tanta publicidad negativa. En Andalucía el PSOE utiliza la vieja táctica de dejar sin zanahoria a los que le dan palo, de modo que la Junta no tiene necesidad de hacer listas negras. Ya se encargan los propios periodistas que quieren abrevar en los plácidos comederos públicos de blanquear su opinión para no formar parte del despoblado exilio interior.  

Claro que el exilio, en ocasiones, es la capital del mundo, tal es el talento de sus pobladores. Citaré a dos, Burgos y Camacho, ninguneados por el régimen  ¿Tiene Antonio Burgos alguna medalla de Andalucía por tutear a Larra? ¿Ha homenajeado la Junta a Ignacio Camacho por su contribución a la piedra angular de arquitectura literaria, que es la columna periodística? No y no. En mi caso, bueno, no tengo el currículo de ambos, pero comparto con ellos el honor de ser perseguido por mis opiniones, que, aunque no me dan para comer, repercuten en mi estética: soy uno de los pocos periodistas que sabe que callado no está más guapo.

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