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Firmas InvitadasIgnacio Villar Molina

Expectativas esperanzadoras

By septiembre 6, 2016marzo 29th, 2022No Comments

   Los datos económicos que vamos conociendo en los últimos meses insisten en situarnos en una esperanzada expectativa de que, finalmente, estamos abandonando ese abismo anárquico que segó parte de nuestro bienestar penalizándonos con  una ola de desempleo, de desaparición de empresas y comercios y, en definitiva, con una apenada sensación de indefensión e impotencia cuya respuesta solo parece ser una resignada actitud de aceptación.

   Por suerte, la riada parece estar amainando y en algunos sitios, al menos, ya comienzan a verse los primeros rayos de un sol tenue  porque esos datos económicos, a los que me refería anteriormente, no son más que el resultado de un nuevo período que ya se está gestando en diversos sectores productivos de nuestro país.  Es verdad que todavía en provincias como la nuestra seguimos bajo los efectos de aquella borrasca, aunque ya, al menos, el chaparrón pasó y se vislumbran algunos atisbos de mejoría en lontananza.

   Generalmente, cuando me acerco al kiosco de prensa en visita diaria obligada, surge con frecuencia una tertulia improvisada cuyo contenido, obviamente, está centrado en comentar  espontáneamente esa actualidad más rabiosa que se centra, ineludiblemente, en  la publicación de los datos económicos y las voraces  estrategias políticas de acoso y derribo que nuestra clase política tiene a gala utilizar, centrada en no dar tregua al contrario, aunque reviente el país,  prevaleciendo siempre los intereses de partido y, sobre todo,  los personales de estos líderes que nos han tocado en suerte.

   Inevitablemente esa tertulia inopinada deriva hacia la situación de nuestra provincia, centrándose por simpatía con la situación de nuestra ciudad. Cuando me preguntan cómo veo yo la situación, sinceramente, me tengo que valer de consideraciones generales y echar mano de esos datos económicos que se vienen publicando para levantar un tanto esos ánimos decaídos que abundan en la senda del “aquí no tenemos remedio porque vamos de mal en peor”.  Arguyo que algo empieza a moverse, que nuestro sector del que, en definitiva,  dependemos económicamente, mantiene una regularidad en el precio del producto desconocida, que la cosecha siguiente parece muy aceptable para sostener ese nivel, que la venta de coches se está recuperando a ojos vista, que el sector de la construcción parece retomar cierta actividad, aunque todavía muy lejos de las cotas anteriores, que el desempleo ya no es tanto, que el comercio ya solamente llora por un ojo, que la restauración se ha animado y…… , pero no me vale. Todavía prevalecen esos vestigios de la crisis que ahora se ven acompañados de un “impasse”  político, incomprensible para la mayoría,  que amenaza con abortar la recuperación y que está provocando la ralentización y el  “stand by” de proyectos y otras acciones emprendedoras. Alguien sentencia: esta es una ciudad secularmente adormecida, maltratada y arruinada por la inconsciente gestión de nuestros políticos.  

   Al final siempre procuro que estas tertulias improvisadas, al menos, finalicen admitiendo que la ola de la bonanza tardará en llegar porque estamos lejos del epicentro, pero lanzo el reto de que permanezcan en una espera confiada.

 (6 de septiembre de 2016)

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