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Empezaba a anochecer en Jaipur cuando me robaron el bolso. Repleto. Visado, tarjetas, dinero, móvil… Tan lejos de mi casa. Era un viaje que llevaba preparando durante tiempo con ilusión. Acababa de iniciar mi jubilación y los sentimientos de frustración y rabia se agolpaban en mi cabeza. Recordé el poema de Borges: “si volviera a vivir viajaría más”. Me sentí en desacuerdo y pensé lo contrario. Los viajes se habían acabado. Cuando tomé conciencia de lo sucedido, agradecí estar ilesa y experimenté una sensación liberadora. Y no se por qué extraña asociación comencé a sentirme dichosa de mi jubilación. A valorar todo lo bueno que me deparaba esta nueva etapa.

Y sí, ya sé que el otoño no es brillante. Pero sabemos que la vida es del color del cristal con que se mire. Para mí, esta estación tiene unas connotaciones especiales, pues con ella inauguro el otoño de mi vida. Circunstancia que hace que afloren en mí unos sentimientos que, sin ser nuevos, enriquecen emocionalmente mis experiencias actuales.

Empecemos por desmontar tópicos. Existe la creencia generalizada de que, con la jubilación, al desaparecer la ocupación habitual, entramos en una pesadumbre provocada por la inactividad y por esos anulantes mensajes de estar retirado del mundo… no ser útil…estar viejo. Cuántas veces hemos oído: si dejo de trabajar, no sabré que hacer, llevo toda la vida haciendo lo mismo. Nada más lejos de la realidad. El primer paso es la aceptación. Aceptar esa edad que no queríamos tener pero que inexorablemente tenemos y que nos brinda la posibilidad de regalarnos inesperadas oportunidades inimaginables tiempo atrás. Siempre he dicho que las canas y las arrugas no llegan solas. ¡Qué tristeza si eso fuera así! Vienen acompañadas de sabiduría y experiencia. Aquellas que te dan los años vividos. En ese bagaje ciertamente arrastramos experiencias limitantes. Como bien dice Mario Alonso Puig, esas son las que más nos interesa conocer y comprender porque, cuando las cambiamos nuestro cerebro también cambia, se modifica y se hace más capaz. Capaz para aprender nuevas cosas. Y hoy, más que nunca, inmersos en plena revolución digital, tenemos a nuestro alcance la posibilidad de aprender con solo apretar un botón de nuestro móvil. Las nuevas tecnologías y el nuevo paradigma cultural nos ofrecen una valiosa oportunidad para relacionarnos, compartir, buscar nuevos horizontes, en definitiva, para vivir y disfrutar sintiéndonos partícipes del siglo que nos ha tocado vivir.

Es el momento de aligerar equipaje, pero ojo, tanto físico como mental. Los trastos, dice el Feng Shui, impiden la libre circulación de energía. Y una mente sana no puede rumiar pensamientos oscuros. En realidad, esta fase de nuestras vidas es como una mutación. Tanto perfeccionismo. Tantas cosas acumuladas. Tantos “por si acaso”. Ahora hay que despojarse del lastre. Acercarnos a nuestra esencia y desprendernos de viejos hábitos que formaban parte de nuestros agobios. Ya no tienen sentido. Es hora de abandonar el perfeccionismo, sentirnos libres, disfrutar del que siempre ha sido nuestro bien más escaso: el tiempo. Practiquemos el desapego aprendiendo del poema Zen cuando nos dice que los árboles se despojan de lo superfluo en el otoño. Y sigamos persiguiendo nuestros sueños para no sentirnos viejos. Escuchemos a García Márquez cuando nos dice: “No es cierto que la gente deja de perseguir sus sueños porque envejecen, envejecen porque dejan de perseguir sus sueños”. O a Carl Gustav Jung: “Lo que la juventud encontró fuera; en el otoño de la vida, tanto el hombre como la mujer lo encontrará dentro”.

Por eso, para mí este otoño es brillante y seguiré el poema cuando dice: “no intentaría ser tan perfecto, me relajaría más…correría más riesgos, haría más viajes, contemplaría más atardeceres, subiría más montañas, nadaría más ríos…trataría de tener solamente buenos momentos”. Y no hace falta volver a vivir, porque aún vivimos. Y mi empeño es hacerlo con serenidad, pero llena de energía y vitalidad, siempre consciente de que he llegado al otoño de mi vida, pero un otoño que decididamente viene a iluminar mi vida, una nueva vida.

 

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