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En 1988 veía la luz la primera edición de “El enigma de la mesa de Salomón”, de Juan Eslava Galán, y en el trigésimo aniversario de su publicación hay dos buenos motivos para tenerlo presente desde Nueva Acrópolis. El primero porque ofreció otra perspectiva de los hechos históricos, perspectiva que en su momento fue una sacudida (reveladora para unos y descarada para otros) que dejó honda huella en no pocos de nosotros. Y el segundo motivo es un poco más interno, en relación a cómo conocimos algunos de nosotros este libro, antes de que Eslava ganase el Premio Planeta. Tuvimos la fortuna de disfrutar de algunas tertulias con él en nuestra sede, en encuentros a puerta cerrada, en los que recibimos una copia del original mecanografiado, años antes de que fuese publicado.

Por todo ello, y aprovechando que 2018 ha sido declarado como Año Europeo del Patrimonio Cultural, decidimos incluir este pequeño homenaje al singular título de nuestro más universal escritor arjonero, en la programación especial de Nueva Acrópolis para conmemorar este Año Europeo.

“El enigma de la mesa de Salomón” tuvo dos ediciones, la primera en 1988 por Editorial Martínez Roca y la segunda en 1998, por Editorial Osuna. Ambas están descatalogadas y sólo pueden conseguirse en las páginas web de libros de ocasión. El tema fue ampliado en 2004 por el propio Juan Eslava publicando otro título, “Los templarios y la mesa de Salomón”, en esta ocasión utilizando un seudómino, el de Nicholas Wilcox (con el que ha firmado algunas novelas de ficción histórica). Y por último, en 2008, Juan Eslava y Álvaro Rendón publican “La lápida templaria descifrada”.

“El enigma de la mesa de Salomón” fue fruto de una intensa investigación por parte de Juan Eslava, que no en vano hizo un doctorado en historia medieval, y el lector encontrará en el texto un minucioso recorrido por un trabajo detectivesco, en el que Eslava indaga, desgrana, todas las evidencias que le llevan a una conclusión asombrosa. Pero lo hace, no con un texto sesudo lleno de citas y referencias académicas; al contrario, el lector disfruta de un relato casi novelesco, que estimula las alas de la imaginación.

Sin entrar a valorar las hipótesis del libro desde el punto de vista del historiador, puesto que no lo soy, le doy a “El enigma de la mesa de Salomón” un valor añadido. El de poner al lector en otra perspectiva frente a la historia. Los hechos históricos son los que son, pero cada uno de ellos es vivido por muchos, muchísimos protagonistas, que tejen otros vínculos, que no suelen ser tan evidentes como los que muestran a primera vista las fuentes históricas, pero que en su momento fueron igual de reales y por lo tanto, también traccionaron la historia.

La perspectiva que ayuda a visualizar esos otros vínculos que se establecen entre otros protagonistas del mismo momento histórico, es a mi juicio, un mérito del libro de Juan Eslava, y sobre todo, que la haya proyectado sobre Jaén y su historia. Recuerdo que en su momento la aparición de “El Enigma de la mesa de Salomón”, con tantas afirmaciones sorprendentes sobre enigmas y objetos fabulosos asociados a lugares comunes de Jaén, fue todo un impacto para aquellos que gustamos de la historia.

Insisto en no juzgar el libro desde el punto de vista del rigor histórico. Es evidente un intenso y concienzudo trabajo de investigación, y no sé si es suficiente desde el punto de vista científico para sostener las tesis y conclusiones del libro, pero lo que sí es cierto es que no existe una demostración contraria, es decir, que sea imposible que lo que Eslava afirma en “El enigma de la mesa de Salomón” sea cierto. Y ante esta perspectiva, ¿no me digan que no resultaba un sugestivo aporte de autoestima para muchos vecinos, acostumbrados a la triste visión de la gris realidad de una provincia del furgón de cola, el imaginar un pasado lleno de personajes importantes e ilustres que deseaban y buscaban algo de Jaén?. Para mí esto fue valioso.

Y siguiendo con la idea de las otras perspectivas que ofrece Juan Eslava, me detengo ahora sobre la idea del propio sujeto de la historia, del ser humano. Un ser humano complejo, con realidades sutiles y metafísicas coexistiendo con la propia realidad material. Un ser humano capaz de sintonizarse con el ritmo y las energías de la Naturaleza, y de atesorar el conocimiento que permite mantener esa sincronía con el propio Universo. Todos los hallazgos que describe Juan Eslava, todas las hipótesis que formulan tienen sentido considerando un ser humano de estas características.

Un bruto que sólo vive para satisfacer las necesidades materiales e instintivas, no necesita del conocimiento para ajustarse a la Madre Tierra, no necesita de poder ahondar en lo sagrado para encontrar el sentido de la existencia, no necesita conocer el nombre de Dios. Juan Eslava trabaja con la idea de seres humanos complejos y completos (al menos en potencia) desde los tiempos prehistóricos. Y esa perspectiva del propio ser humano, que se aleja de la excluyente visión materialista, es hoy en día una idea esencial, estratégica, una idea-fuerza que podría sacarnos del camino de excesos insostenibles en el que nos encontramos.

Si el ser humano es un complejo de realidades sutiles y metafísicas que coexisten con realidades materiales, la historia también se activa por motivos metafísicos y/o espirituales, además de los materiales que propugna el materialismo histórico. En los últimos años, hallazgos en Anatolia, han puesto de manifiesto que el sedentarismo no surge por motivos materiales, como la práctica de la agricultura, sino por motivos espirituales, en torno a templos dedicados a quién sabe qué formas de indagación sobre el sentido de la vida. Y este ser humano es el destinatario de las hipótesis de Juan Eslava.

¿Cuál es la historia, el argumento de “El enigma de la mesa de Salomón”? No voy a detallarlo, no quiero desvelar la trama, para que todos aquellos que no lo han leído puedan disfrutar plenamente de su lectura. Al inicio, el autor va desplegando sobre la mesa de la imaginación del lector, una serie de lugares comunes de Jaén y sus alrededores, unas pocas leyendas, objetos curiosos e imágenes simbólicas, hechos y personajes históricos, y pronto el lector se ve inmerso en toda una serie de vínculos y relaciones que tienen que ver con los cultos matriarcales, con la tradición hebrea, con capacidad de sintonizarse a los ciclos naturales y el sentido de la existencia y…invito a su lectura.

 

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