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Por ANTONIO MARTÍN MESA / El 23 de junio de 2016 el Reino Unido votó en referéndum –con un resultado que sorprendió al mundo- salir de la Unión Europea (UE). El pasado 29 de marzo de 2017 el gobierno británico invocó al artículo 50 del Tratado de Lisboa, mediante escrito dirigido al Consejo de Europa, para iniciar el proceso de salida. Es este artículo del Tratado de la UE el que establece el procedimiento por el que un Estado miembro se puede retirar de la Unión, si así lo ha decidido soberanamente.

Sin duda esta es una mala noticia, ya que tras los 60 años de vida de la UE es la primera vez que un estado decide abandonar el proceso de construcción europea. Hasta ahora habíamos asistido a sucesivas ampliaciones con la incorporación de nuevos miembros (1973, 1981, 1986, 1995, 2004, 2007 y 2013), hasta llegar con la entrada de Croacia a la UE-28. Ahora, tras el proceso negociado de salida, que puede durar hasta dos largos años, volveremos a la UE-27. Esta es, según decíamos, una mala noticia para la UE, pero sobre todo será muy negativo para el propio Reino Unido.

No me cabe duda de que en un mundo globalizado como el actual, el que pierde es el que construye barreras proteccionistas a los intercambios de bienes, servicios, capitales y personas; que el que pierde es el que se encierra en sí mismo, el que renuncia al comercio internacional libre, el país que abandona la búsqueda continua de incrementar su productividad para tener una economía más competitiva.

En España eso lo tenemos clarísimo. ¿Cuáles han sido las fases de mayor crecimiento y desarrollo en nuestra historia reciente? Rememoremos simplemente los últimos seis decenios:

  • Años 60. El Plan de Estabilización de 1959 puso fin a 20 años de “autarquía económica”, tras la guerra civil, lo que supuso algo más de una década de gran crecimiento económico (la tasa interanual de incremento del PIB superó el 7 por 100 entre 1960 y 1973). La apertura al exterior, la liberalización de nuestra agotada economía de posguerra obró el “milagro”.
  • Segunda mitad de los años 80. Tras una década de crisis económica (la “crisis del petróleo” de 1973), España se incorpora a la UE el 1 de enero de 1986, lo que vino a suponer un nuevo período de desarrollo económico en nuestro país, sólo roto por la crisis de los “años 90”.
  • En 1999 se inicia la tercera fase de la Unión Económica y Monetaria Europea, que da nacimiento a la “Europa del Euro”, con España en el vagón de cabeza desde el primer momento. La mayor apertura a nuestros socios europeos, la mayor integración que supuso tener una moneda común, coincide con otra brillante etapa de crecimiento y de desarrollo de nuestra economía, sólo rota tras la crisis económica internacional que se inició en 2008.

En suma, España ha visto coincidir los períodos de mayor apertura exterior con las etapas de mayor crecimiento económico. No me cabe duda, la mayor apertura e integración económica requiere mayor productividad para ser más competitivos, para ser “mejores”, lo que se traduce en mayor producción, más empleo, más crecimiento, mayor desarrollo y mayor bienestar económico y social.

Ante el “brexit”, ante la salida del Reino Unido de la UE, debemos responder con progresos en el proceso de integración, con avales que frenen las tentaciones aislacionistas de los “eurófobos” que empiezan a emerger en algunos países (Francia, Austria, etc.). Es decir, <<Tras el “brexit” + Europa>>.