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Siempre he pensado y defendido que la provincia de Jaén debe despegar por sus propios medios, que son muchos los recursos, fortalezas y potencialidades que tenemos y que debemos de aprovechar. Somos los mayores productores de aceite de oliva del mundo, tenemos la mayor superficie de espacio natural protegido de España y la segunda en territorio europeo, dos ciudades Patrimonio Mundial, el mayor conjunto de castillos y fortalezas de Europa, además de un importante patrimonio íbero, renacentista y minero, somos más industriales que la media andaluza, con subsectores potentes como el agroalimentario, el plástico, la cerámica estructural, el metalmecánico o el mueble (en 2020 la industria ha dado empleo en Jaén al 15,61% de las personas ocupadas, Andalucía al 9,91%), en los últimos años se han desarrollado empresas tecnológicas en nuestra provincia (Software DELSOL, Innovasur, Grupo Sicnova, entre otras) tenemos una localización geoestratégica envidiable, un gran potencial en el campo de la logística y el transporte, actualmente en auge, y contamos con un capital humano importante, personas bien formadas que, si tuvieran oportunidades laborales en su tierra, desarrollarían su proyecto vital aquí.

Para aprovechar nuestras fortalezas y superar nuestras debilidades, que también las tenemos, y son bastantes, se planteó en la provincia un Plan Estratégico con proyectos y actuaciones concretas a acometer. Muchas de estas actuaciones dependen de la ciudadanía jiennense, de su tejido empresarial, de los agentes sociales y de las administraciones local y provincial, pero no es menos cierto que hay proyectos estratégicos clave, sobre todo en materia de infraestructuras, que dependen de administraciones supraprovinciales y que lastran el crecimiento de la provincia.

Es una realidad que en Jaén partimos de un PIB per cápita inferior a la media andaluza y española, de unas tasas de paro superiores, que hemos perdido más población que el resto de provincias andaluzas en los últimos años, que nuestro tejido industrial ha sufrido mucho en la anterior crisis económica y que hemos convergido con Europa, pero no al suficiente ritmo.

Los últimos acontecimientos acaecidos con el Plan COLCE han hecho que nos planteemos, una vez más, la necesidad de que Jaén reciba una discriminación positiva de las administraciones o, por lo menos, no negativa, ya que, con los datos en la mano, la realidad es que en 2020, como lleva ocurriendo en los últimos once años, se ha invertido menos en obra pública en Jaén, que en Andalucía y que España. El último año se licitaron 146 € de obra pública por cada jiennense, mientras que esta variable alcanzaba los 239 € de media en Andalucía y registraba los 297 € por cada persona residente en España. Teniendo en cuenta la extensión de nuestra provincia, las cifras por Km2 son peores. En Jaén se licitaron 6.840 € por Km2, frente a los 23.140 que se contabilizaron de media en Andalucía y a los 27.900 € de media en España. Además, de los 92 millones de euros que se licitaron en total en la provincia de Jaén en 2020 más del 44% lo aportaron las administraciones local y provincial.

No nos traten distinto, trátennos igual.

 

 

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