Skip to main content

Hay ciertos mantras que, a fuerza de repetirse, los asumimos sin cuestionarnos su veracidad. Suele decirse y asumirse que Jaén es una provincia agrícola. Pues no lo es. Más bien es una provincia industrial, como lo demuestran los datos contenidos en la tabla adjunta. La provincia agrícola por antonomasia en Andalucía es Almería. Jaén es, en todo caso, la segunda en la que el peso del sector agrario en el Producto Interior Bruto -PIB- es mayor. Pero Jaén tiene un peso de la industria mayor que Almería, Málaga, Cádiz y Granada y muy similar al de Córdoba y Sevilla.

Suele decirse, también, que las economías están más desarrolladas a medida que el peso de la agricultura es menor que el resto de los componentes del PIB. Sin embargo, este principio económico, que suele darse en la mayoría de los casos, no se cumple para Andalucía, puesto que Almería tiene una renta per cápita más elevada que la mayoría de las provincias de Andalucía. En sentido contrario, se señala que lo que dinamiza los territorios es una industria potente. No es nuestro caso, pese al elevado peso de la industria, como se ha adelantado.

¿Cuál es el problema entonces para que Jaén no muestre un mayor dinamismo que haga disminuir nuestra tasa de desempleo, evitar la diáspora de talento y el despoblamiento de las ciudades medias? A mi entender, que el peso fundamental de nuestra Industria está en la industria oleícola y que ésta, pese al avance de los últimos años, todavía compite en precios y no en valor añadido; en consecuencia, siendo los mayores productores del mundo, nuestra productividad es baja. Por eso, ahora, estamos muy preocupados por el precio del aceite y habría que ser más precisos: por los precios del aceite en el mercado de origen, que no en los mercados internacionales de destino. Basta echar un vistazo a cómo se venden las botellas de aceites de oliva vírgenes extra jiennenses en algunas plataformas -por ejemplo, oliva oliva o amazón- para percatarnos de que el problema está en los graneles y no en el envasado.

La contribución al PIB de la industria en la UE está en el 19%, en Jaén, alrededor del 15%. Comparto que la industria sigue siendo el eje de la expansión internacional, de la digitalización, de la economía circular, de la innovación y de la transición energética. Por eso, debemos aumentar su peso en España y en Jaén y, para ello debemos, a mi entender:

1. Conectar, aún más, la I+D+i y la formación con las necesidades del tejido productivo. En este sentido, es necesario fomentar la educación dual y la formación permanente.

2. Identificar otras cadenas de valor distintas de la oleícola que sean estratégicas.

3. Acelerar la transición digital de las pymes y apoyar el desarrollo de las competencias adecuadas.

4. Utilizar los fondos europeos, incluidos los del segundo pilar de la PAC para proyectos industriales.

5. Dotarnos de una verdadera estrategia industrial jiennense, en la línea de lo apuntado en el Plan Estratégico, basada en la generación de valor añadido y mucho menos en los precios.

En fin, que Jaén es más industrial que agrícola y, en todo caso, es agroindustrial. Conviene que este diagnóstico quede claro porque, a veces, las palabras anteceden a las decisiones. Si somos agrícolas nos corresponde hacer unas cosas y si somos más industriales, tal vez, deberíamos pensar en otras.

 

*Manuel Parras Rosa es Catedrático de Comercialización e Investigación de Mercados. Universidad de Jaén.

Dejar un comentario