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Los que habitamos las Nuevas Poblaciones de Sierra Morena, ya sea  por nacimiento o por adopción, somos los primeros andaluces –si nos atenemos a la posición geografía– pues estamos como quien dice detrás mismo de la puerta del sur, en lo que podríamos llamar, derrochando connotaciones hospitalarias, el zaguán  de Andalucía en la frontera de Despeñaperros. Somos, también, paradójicamente, los últimos andaluces –si nos atenemos a los avatares de la Historia– pues no será hasta 1835, una vez derogado por  la regente  María Cristina el Fuero que otorgara Carlos III en 1767, cuando las gentes de estas tierras de Olavidia, olivareros  de sangre alemana, austríaca y suiza, habrían de integrarse administrativamente en la provincia de Jaén y por consiguiente en Andalucía.

La aclimatación de aquellos colonos centroeuropeos costó un gran esfuerzo.  El sol de justicia de los veranos de Sierra Morena, las fiebres tercianas, la hostilidad de los pueblos comarcanos hacia los nuevos vecinos –intrusos a fin de cuentas–, los campos montaraces que hubieron de poner en cultivo a golpe de azada, la desmoralización y el desencanto al comprobar que esto no era el paraíso que les había sido prometido, no le facilitaron las cosas a los abuelos de estos primeros andaluces en el espacio, y últimos jiennenses en el tiempo. Sin embargo no se les puede negar su contribución a la universalidad de Andalucía, ni a la rica diversidad cultural de Jaén.

Estando, como estamos, en el año del 250 aniversario de la fundación de las Nuevas Poblaciones de Sierra Morena y Andalucía, la Olavidia de nuestros desvelos culturales, no podemos dejar pasar la oportunidad de recordar a uno de los descendientes de  aquellos colonos alemanes que hoy por hoy está considerado como el primer mentor poético de Federico García Lorca. Nos referimos a Martín Scheroff Avi, profesor de Literatura y Preceptiva Literaria en el colegio del Corazón de Jesús de Granada, donde el Lorca adolescente acudía todas las tardes a recibir clases particulares.

Martín Scheroff era licenciado en Farmacia, había nacido en Guarromán en 1861, año en que empezaba a brillar el auge minero de esta comarca. En la Granada de principios de siglo fue un aplaudido y popular literato. Poeta, autor dramático, crítico de teatro, escritor de cuentos en la prensa de la época, encontró en sus artículos periodísticos la efímera gloria del intelectual provinciano que contenta con ella su vida solitaria y distrae  la amargura de ver su pobreza burlada por los «niños bien», hijos de ricos, del Colegio del Corazón de Jesús, como se ha escrito de él.

Manifiestamente influyó en la primera producción poética de su joven pupilo Federico, en el cual dejó una grata huella que se vio correspondida con un  especial afecto del universal poeta granadino hacia su maestro de Preceptiva, hasta el punto de hacerlo entrañable personaje de su obra «Doña Rosita la Soltera» o «El Lenguaje de las Flores». Martín Scheroff murió soltero y solo en una  modesta pensión de la calle Navas de Granada en 1925, cuando Federico García Lorca ya soñaba con brotar en flor y la intolerancia de un pozo chico y obscuro sólo lo dejó llegar a tallo.

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